En la segunda mitad te del siglo pasado, el uso de la tecnología y la genética aplicada al agro se hizo fuerte cuando Norman Bourlaug introdujo las semillas híbridas a la producción agrícola enPakistán e India. Algunos lo consideran responsable de haber salvado más de 100 millones de vidas humanas. Este descubrimiento le permitió obtener el premio Nobel de la paz y ser considerado el padre de la Revolución Verde.
El World Food Prize 2013, una suerte de Premio Nobel de la Alimentación que año tras año otorga la Fundación Norman Borlaug a quienes hicieron contribuciones sustanciales en el campo de la alimentación, distinguió este año a los científicos Marc van Montagu, de Bélgica, y Mary-Dell Chilton y Robert Fraley, de los Estados Unidos, por sus descubrimientos en biotecnología que permitieron desarrollar soja, maíz y algodón resistentes a insectos y enfermedades, y la capacidad de tolerar variaciones extremas de clima.
Hoy en día éstas tecnologías se utilizan con el objetivo de disminuir el espacio y ahorrar agua en un mundo de creciente demanda. Actualmente la Argentina es líder en el mundo en agricultura de conservación: la siembra directa en nuestro país supera el 70%.
A pesar de las polémicas y de su repercusión en la prensa, la Argentina exporta sin problemas la mayor parte de su harina de soja transgénica a la Unión Europea y China, por la sencilla razón de que allí saben que desde el punto de vista nutricional no difiere de la soja no transgénica y porque la necesitan. Sin embargo hay varios actores que no están de acuerdo con el uso de estas tecnologías porque consideran que pueden llegar a tener algún tipo de efecto sobre la salud humana y lo denominan como «riesgos desconocidos», además de dañar el medio ambiente.
En una nota publicada recientemente en este blog, Gustavo Grobocopatel decía: «Estamos viendo nuevos desarrollos de la biotecnología que transformaran la tradicional forma de ver a las plantas. También habrá nuevas moléculas químicas dirigidas no solo a la eficiencia en el control de plagas, sino a reducir el impacto sobre el medio ambiente. En este sentido la nanotecnología será un buen socio de la química ya que las moléculas estarán envasadas en micro cápsulas que liberen lentamente los productos. Muchos de estos estarán acompañando a las semillas y de esta forma se reducirá la necesidad de pulverizar e impactar al medio ambiente.»
Está demostrado que esta forma de producción permite tener una menor erosión de suelo, gasta menos combustible fósil y una eficiente utilización del agua, por su parte los cultivos transgénicos desde el punto de vista de la producción permiten tener una cosecha mas estable y una menor utilización de agroquímicos permitiendo disminuir los costos.
Un pensamiento en “Biotecnología: Desafíos hacia el 2050”
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