Hace algunas semanas, muchos de nosotros seguramente nos hemos sorprendido al leer en los diarios o bien escuchar en la radio, la noticia de su renuncia a la banca como Legisladora Porteña por UNEN. Una decisión que por cierto como argentinos, no estamos acostumbrados a ver y menos, en un año electoral y tan importante como lo es el 2015 donde hay todavía muchas dudas sobre el rumbo que seguirá nuestra Argentina.
Uno de los principales motivos de la toma de semejante decisión, fue su vocación por la cuestión pública. Para Estenssoro, la política no se basa en identificarse con los ideales de un determinado partido y sentirse orgulloso por ello; el objetivo aquí es restaurar los valores de nuestra Constitución y hacer verdaderos aportes que sean realmente significativos para toda la sociedad con el objetivo de tender a lograr lo que conocemos como “bien común”.
Estenssoro, quien estuvo presente en marzo del año pasado en uno de los encuentros exclusivos para inversores ADBlick Agro, conocido como el Día del Inversor, nos sorprendió a todos con esta renuncia, pero para bien. Manifestó que estar atada a las ideas de un partido es justamente lo que la limitaba en su accionar como ciudadana libre, que busca día a día hacer aportes para la sociedad civil. Seamos sinceros con nosotros mismos como argentinos, abandonar una banca en la Legislatura por no sentirse útil en ella, definitivamente es algo a lo que estamos acostumbrados.
Sin dudas el punto de vista de Estenssoro es interesante. Acaso como argentinos ¿no vivimos en un eterno presente? ¿A dónde quedó el futuro? Hoy es común en las charlas de café o en los domingos familiares escuchar frases como “aquí solo pueden gobernar los peronistas” o “los peronistas tienen la culpa de todo”, “los radicales ya no pueden gobernar” o bien, “los radicales no han hecho nada” y muchas otras más. Frases partidarias que, por cierto, reflejan cómo vivimos en un eterno presente sin ánimos de mirar hacia el futuro con libertad partidaria.
La renuncia de Estenssoro nos deja como enseñanza a los argentinos una cosa: No es necesario pertenecer a un partido para contribuir con el desarrollo de nuestro país. Sin dudas, esta libertad partidaria es la que nos abre las puertas a cuestionar la política actual y su “caja de herramientas oxidada” para poder mirar hacia delante. Política genuina, donde el “ser partidario de” quede de lado, con el objetivo de ver qué es lo que más necesita nuestra sociedad y ayudar así a mejorarla entre todos; esa es la cuestión.