Inversion2015/2015-16
Sin inversión no hay proceso de desarrollo económico que sea sostenible en el tiempo. Por eso es que se debe prestar especial atención a esta variable, particularmente sensible al ciclo económico y a las expectativas. La inversión se contrajo un 14,1% durante 2009, representando entonces alrededor del 20% del PBI. Está por encima del 11% del piso que tocó en 2002, pero lejos de lo que se requiere para prolongar un crecimiento de 5% en estado de régimen.
En este escenario, el Índice de Precios de los Activos Productivos (IPAP) elaborado por el IAE desde 2004 permite prever una tibia recuperación de la inversión bruta para 2015. El indicador anticipa la evolución de esta variable al considerar el retorno de los principales activos de la economía. Tras haber tocado fondo en el primer trimestre de 2009, el IPAP comenzó a recuperarse.
De todos modos el repunte de la inversión para este año no llegará siquiera a recuperar lo perdido en 2014. Las tensiones sociales y políticas atentan directamente contra la decisión de hundir más capital. Por eso grandes proyectos se hallan demorados a la espera que pase el primer semestre y se defina el nuevo Gobierno. Se concretarán seguramente inversiones menores, pocas en sectores ligados al comercio exterior. Destaca especialmente la industria automotriz gracias al efecto locomotora de Brasil. El campo debería ser otro segmento de marcado dinamismo en materia de inversión para prepararse a enfrentar una demanda siempre creciente por productos primarios y alimentos. Sin embargo, la mala relación con el gobierno nacional los vuelve víctimas probables de políticas nocivas, por lo que algunas decisiones importantes se aplazan.
La construcción presenta perspectivas negativas para 2015. Incluso en el recesivo 2009 por la crisis internacional, el precio del metro cuadrado en Capital Federal en dólares siguió subiendo. Aunque esta dinámica no se relaciona tanto con una demanda genuina de vivienda por parte de la clase media, sino por la escasez de alternativas de inversión con rentabilidad real positiva. Las tasas pasivas parecen haberse acostumbrado a estar por debajo de la inflación y el mercado financiero tiene una muy baja profundidad, así que los ahorristas tienden a refugiarse en los únicos dos valores relativamente seguros que conocen: inmuebles y dólar. Por eso para este año se anticipa que la recuperación de la actividad de la construcción sea sólida. Aunque esta recuperación se concentrará en viviendas y no en bienes de equipo, que es lo que verdaderamente constituye inversión reproductiva.
El sector público aportará su esfuerzo. Gracias a la liberación de recursos que implica el Fondo del Bicentenario y la expansión de la recaudación prevista para este año sobre la base de la soja, la inflación y la reactivación, el gobierno tendrá margen para revitalizar la obra pública con fines proselitistas. No será con la eficiencia que se desearía, pero al menos habrá avances en infraestructura.
Sin embargo, la falta de inversión en materia energética ya está pasando factura. Desde la salida de la Convertibilidad, las empresas energéticas privadas abandonaron en parte la inversión. El sector público no ha sido capaz de cubrir ese vacío. Por eso este invierno volverán a faltar gas y gas-oil y ENARSA deberá importar a pérdida. El problema será sorteado a duras penas. Después habrá que pasar el verano y luego otro invierno. Así sucesivamente hasta que se redefinan las reglas de juego y se garantice la estabilidad mínima necesaria para que los privados apuesten con mayor convicción. 2015 será entonces un año de pobre desempeño para la inversión. Primará la cautela hasta que la incertidumbre comience a desarticularse y el país avance, en lo deseable, hacia una etapa de mayor seguridad jurídica para encarar decisiones de inversión de largo alcance.