No hace falta ser economista ni mucho menos tener un Master en materia tributaria para ser conscientes de que en nuestro país sufrimos de una asfixia y una presión impositiva descomunal. Argentina, como varios analistas detallan, pareciera ser “Impuestolandia” y hay mucho trabajo por hacer todavía al respecto.
El impuesto a las ganancias se ha convertido en confiscatorio para un gran número de asalariados. Nadie puede negar la importancia de la responsabilidad fiscal, pero en muchos casos los argentinos sentimos que algunos impuestos son distorsivos y nos destripan. Desde hace años, hasta trabajadores cuyos sueldos resultan apenas suficientes para darle una vida mínimamente digna a su familia, pagan este impuesto que sólo sirve para alimentar a un Estado, en muchos casos ineficiente, que ni siquiera les retribuye a esos asalariados niveles de seguridad, educación o salud mínimos como los que serían esperables.
La tasa del impuesto a las ganancias es también elevadísima para las empresas argentinas, ya que, el 35% es mayor al promedio latinoamericano que ronda el 27%. Para peor, el no ajustarse el nivel de ganancias de las compañías en función de la inflación desalienta la inversión.
Nos cuesta mucho ganarnos el “mango” y, en muchos casos, no podemos creer la velocidad con que se filtran los pesos entre nuestros dedos, como si fuesen agua. Por mucho esfuerzo y esmero que hagamos por contenerlos, inevitablemente, se escurren. Sufrimos todavía una inflación galopante y pese a algunas correcciones, hay un desequilibrio en los precios relativos que nos hace perder la referencia de cuál debería ser el verdadero valor de las cosas por las que ya ni sabemos si lo que pagamos es mucho, o muchísimo (poco, nunca).
El Banco Central ha anunciado sus metas de inflación para los próximos años y ha aclarado qué mecanismos planea utilizar para alcanzarlas. Cumplibles o no, ahí están los números propuestos y los instrumentos que se usarán para lograrlos.
Aplaudo la decisión del Gobierno de subir el tope del monotributo y de que se puedan deducir los alquileres de Ganancias, sin duda esto va a servir para que se blanqueen operaciones de un sector que se maneja mucho en negro. Cada vez más gente se ve en la obligación de alquilar en la Argentina debido a que año tras año le resulta más caro poder acceder a su vivienda propia, con lo cual es una medida muy positiva.
El avance de la tecnología, los cruces de información del fisco y el sinceramiento fiscal ayudarán a que muchas otras actividades vuelvan a tener reglas claras. Hay todavía muchas industrias con altos grados de informalidad, pero soy optimista que poco a poco se irá poniendo blanco sobre negro para que el déficit fiscal que hoy tenemos sea un agujero cada vez más pequeño.