Se espera un año de gran crecimiento para el trigo, para el 2017 la bolsa de cereales de Buenos Aires estima un total de 5,5 millones de hectáreas sembradas, siendo ésta la mayor superficie sembrada de los últimos 10 años. Esto representa un notable crecimiento con respecto a la campaña anterior en la cual se sembraron 5,1 millones de las 4,6 millones estimadas inicialmente, mostrando una mayor apuesta hacia este cereal.
¿Cuáles son las razones que llevaron a los productores a volcarse nuevamente a un cultivo que hace algunos años era ni más ni menos que un dolor de cabeza a la hora de cumplir con las rotaciones? Los cupos de exportaciones y las retenciones eran uno de los principales motivos que hacían del trigo un cultivo poco atractivo. Sin embargo, después del cambio en el esquema que relegaba a los productores que se inclinaban por sembrarlo (que antes de este cambio estaban en peligro de extinción), el impacto sobre la superficie sembrada fue casi inmediato, paso de 3.9 millones de hectáreas en 2015 a 5,1 millones en 2016.
Habiéndose mostrado una continuidad en ese cambio de política, en las cuales se incentivaron las exportaciones, sumado a una mejora del 14% en la relación insumo/producto y teniendo en cuenta que además de todo este escenario económico se prevé un clima prometedor, volvió el interés en sembrar este cultivo en un marco que antes resultaba casi utópico. Esto no solo se ve reflejado en el área sembrada, sino que también se plantea un mayor uso del paquete tecnológico que se verá principalmente en los rindes al cierre de la campaña.
Paradójicamente, la recaudación fiscal ligada al trigo incrementó en un 27% comparado a cuando existían las retenciones.
Los que se vieron afectados con este nuevo panorama son los cultivos que compiten con el trigo en la cosecha fina. Si esto se sostiene en el tiempo, no pasará mucho hasta acercarnos a los promedios históricos de superficie sembrada (5,8 millones de hectáreas) y quien sabe si no nos encontraremos con el récord absoluto en un futuro no muy lejano.