Hace ya dos años que la Agroindustria en su conjunto ha recibido con alegría buenas noticias que la favorecen e implican un gran impulso para todo el sector. El conjunto de medidas tomadas por el actual gobierno ha empapado de optimismo a una industria que en el último tiempo ha estado sumergida en un mar de incertidumbre.
Estas decisiones implicaron un cambio rotundo en las perspectivas que tiene el campo en su conjunto. Indudablemente, el desafío para reposicionar al sector es muy complejo todavía pero sin duda la competitividad va a venir de la mano de la inversión y de mejorar la productividad.
Más allá de todos los problemas que tiene Argentina y que va a costar un tiempo largo resolverlos, este es el principal desafío para generar empleo e inversión y lograr capitalizar esas oportunidades comparativas que tenemos como país. Debemos ser líderes no sólo en lo que es producción, sino en cómo generar innovación para nosotros poder vendérsela al mundo y no tomarla del mundo para aplicarla acá. Se requiere de mucha metodología y disciplina, de que estemos alineados por esa visión compartida, la empresa, los sindicatos, los gobiernos en todas sus dimensiones, la academia, la ciencia y tecnología. Es necesario así la construcción de una visión y al alineamiento de intereses entre los actores que participan de una o otra manera de la Agroindustria. Pienso que el campo está retomando la senda de crecimiento en la que supo estar, desarrollarse e incluso reinventarse para mantener la competitividad durante los años más adversos.
Surge así un nuevo planteamiento, el de permitirnos volver a pensar en grande, por ejemplo en lograr pasar de ser el granero del mundo a ser el “supermercado” del mundo, producir alimentos con un mayor valor agregado. El desafío es lograr maximizar el potencial que tenemos como sector. Indudablemente, invertir en el campo argentino dinamizará la economía pues cualquier apuesta al negocio del agro implica un paso hacia adelante; el campo es el motor del desarrollo del país, “una fuerza imparable” tal como aseguró Macri en más de una ocasión.
Con esta perspectiva y esta visión, con medidas sostenibles en el mediano/largo plazo, con un acercamiento pragmático a las ideas del mercado vigente en la región, se está generando un mayor estímulo para generar los dólares “productivos” requeridos por nuestra economía. La confianza genera inversión, la cual concibe trabajo. Hay que fomentar la inversión en el campo para obtener beneficios futuros y distribuidos en el tiempo.
Para prosperar, irremediablemente se necesitan reglas claras y espíritu de mirar hacia adelante. Al futuro no se lo debe adivinar, se lo debe forzar, desear y para ello es necesario tener la voluntad de cambiar las circunstancias y la historia para que las cosas se logren. Las políticas de largo plazo son indispensables para optimizar el potencial que el Campo en su conjunto tiene de aquí a los próximos años, con todo lo que ello implica para el país.