Es claro que en nuestro mundo nos vemos rodeados de notables avances tecnológicos, los cuales nos sorprenden día a día por su practicidad y sus increíbles aplicaciones en las distintas ramas de nuestra vida cotidiana e incluso en el ritmo de una nación. Desde impresoras 3D, aplicaciones para teléfonos móviles y hasta locales comerciales online, pareciera ser que nuestro mundo entró en un camino de ida donde es evidente el desarrollo exponencial desde el punto tecnológico.
Ahora bien, en Argentina, como cluster productivo de cereales y oleaginosas líder en el mundo, hace tiempo ya venimos escuchando el concepto de “tecnologías aplicadas al agro”. Las mismas se han basado principalmente en el uso de nuevas prácticas de manejo, rotaciones, siembra directa, aplicaciones de la genética y el uso de insumos y maquinaria, entre otros. Hoy nos vamos a centrar en el arte de la agricultura de precisión; fenómeno que viene creciendo en el boca en boca de los productores y la sociedad año tras año.
En los sistemas de agricultura tradicional, los lotes han sido manejados históricamente como una unidad homogénea, con topografía y suelos relativamente uniformes. Para la toma de decisiones en cuanto a la aplicación de insumos, análisis de suelos y definición de densidades de siembra, se consideraba que los muestreos al azar ya de por sí mostraban una media representativa y poca dispersión. Evidentemente, este sistema asumía una muy escasa variabilidad ambiental dentro del lote, o más aún, dentro de un mismo campo. La consecuencia directa de la utilización de este sistema es la sobre-aplicación de insumos. La cuestión es el porqué del éxito de esta metodología: En países con alta relación producto/insumo (buenos precios en los granos o agricultura subsidiada – EEUU, Japón, UE) la aplicación de insumos en altas dosis enmascaran las diferencias ambientales y no se tiene en cuenta la eficiencia económica ni la respuesta a su incorporación.
Hoy en día, el sistema de agricultura tradicional va quedando en jaque, sobre todo en un país como el nuestro:
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Bien es sabido que venimos de años complejos para el sector con una baja relación producto / insumo.
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Cada vez hay más zonas incorporadas a la agricultura, las cuales presentan notable variabilidad ambiental, cuestión que implica rendimientos variables en lugares distintos de cada lote y con los mismos costos de producción.
De esta manera, es clara la necesidad de mejorar la eficiencia en la aplicación de insumos a través de la delimitación de zonas de manejo diferencial. Estas zonas vienen a ser los famosos “ambientes” que escuchamos cuando alguien hace referencia a la “agricultura por ambientes”. Los mismos, pueden definirse como subregiones dentro de los lotes que expresan una combinación relativamente homogénea de factores del rendimiento para los que es apropiada una única proporción de insumos específicos. A través del uso de imágenes satelitales provistas por el Sistema GPS y clasificación de ambientes en cada lote, puede aumentarse la eficiencia en la aplicación de insumos y optimizar la toma de decisiones (evitando lotes con riesgo de anegamiento y bajos rendimientos potenciales por alguna cuestión puntual).
Nos enfrentamos hoy a un nuevo paradigma el cual se basa en cambiar la unidad de análisis y aplicación siguiendo los nuevos principios de la agricultura de precisión. Esto implicaría delimitar las áreas de estas unidades según sus fronteras naturales y no según los alambrados: Pasar de “agricultura por potreros” a “agricultura por ambientes”. Sin dudas esto será uno de los pilares para lograr dar el salto y colocar a la Argentina como productor líder y exportador en un mundo que crece día a día a pasos agigantados.
¿Es posible cambiar y entrar a jugar este nuevo partido? La verdad, de todos nosotros depende.