Anomalías y monitoreo dirigido, pescando donde está el cardumen.

Pararse en la cabecera del lote y observar el cultivo es tal vez una de las imágenes más frecuentes en el campo. Es un momento de contemplación, como quien mira el mar y trata de adivinar la frecuencia armónica de las olas, pero difícilmente tendrá la capacidad de saber dónde está el cardumen para ir pescar. De la contemplación y observación al monitoreo sistemático y estandarizado de cultivos hay un camino por andar.

El seguimiento periódico de los cultivos, lote por lote, es fundamental para hacer una detección temprana de la presencia de malezas, plagas, insectos y enfermedades, exceso o deficiencia hídrica o nutricional que afecten el normal desarrollo de las plantas e impacten últimamente en el rendimiento esperado a cosecha. Cuanto antes pueda hacerse esta detección, más rápido y eficiente será el método de control, mejorando así la productividad total del lote.

Hoy los productores argentinos conocen los beneficios de los sistemas de monitoreo, habiendo pasado de un 5% de la superficie de soja monitoreada en el año 2000 a más del 50% en los últimos años. Si bien algunos pueden considerarlo un costo adicional, esta buena práctica es una inversión y un seguro para mitigar los riesgos del cultivo, y además es fundamental para un programa de agricultura sostenible.

Recientemente hemos dado un salto significativo gracias al desarrollo de las agrotecnologías digitales y diagnósticos por imágenes satelitales, que nos permitirá monitorear píxel por píxel el 100% de la superficie de manera temprana, introduciendo el concepto de anomalías de índice verde de vegetación (NDVI – Normalized difference vegetation index)

Según explica Auravant – un emprendimiento nacional de agrotecnología en rápida expansión, las anomalías son detectadas automáticamente por el algoritmo de la plataforma mediante el procesamiento y análisis de imágenes satelitales de los lotes. La zona marcada como anomalía es producto de un cambio o desvío que corresponde a zonas de bajo vigor (NDVI), ya sea respecto al promedio general del lote o a una imagen anterior.

Se analiza cada píxel de la imagen en busca de problemas, considerando la evolución del lote. Cada vez que una nueva imagen está disponible, se genera un listado de alertas, que pueden seleccionarse individualmente para visualizarlas en forma de polígonos dentro de los lotes. Con esta herramienta se pueden detectar zonas particulares que a simple vista en el campo cueste diferenciar, pero analizándolas en detalle, tengan diferencias significativas.

Las zonas con potenciales problemas son notificadas al usuario vía mail y a través de un aplicativo móvil, teniendo la posibilidad de ir y situarse justo donde la anomalía se detectó. Esta modalidad conocida como monitoreo dirigido es de sumo valor a la hora de acompañar el desarrollo de los cultivos cada vez que se detectan dentro de su lote.

Estos avisos son las anomalías, provocadas por un desvío que corresponde a zonas de bajo vigor NDVI, respecto al promedio general del lote o a una imagen anterior, dando la posibilidad de tomar las medidas correctivas necesarias para mejorar la productividad. El objetivo es ayudar al productor y/o profesional agronómico a detectar de forma temprana los sitios donde el cultivo puede estar sufriendo alguna incidencia de plagas, enfermedades, déficit o exceso hídrico.

Sobre una base de 2.7 millones de hectáreas monitoreadas a través de imágenes satelitales de alta definición, durante todo el año 2018 se han reportado 1.4 millones de anomalías, la superficie de los polígonos informados totalizó las 400 mil hectáreas, a un promedio de 3000 m2 por polígono, o sea un cuadrado de 55 metros de lado aproximadamente.

Sólo en el mes de enero de este año se reportaron 360 mil anomalías (equivalente a 12000 por día). La superficie de los polígonos superó las 140.000 hectáreas a un promedio de 400 m2 cada uno (más o menos un cuadrado de 60 x 60 metros de lado), siendo la menor de ellas un polígono de 100 m2, casi un cuadrado de 10 metros de lado.

Hoy podemos entonces darnos el lujo de seguir contemplando el cultivo desde la cabecera del lote, mirando el horizonte, y un poco más arriba también, allí donde orbitan los satélites que nos ayudan a detectar de manera temprana y precisa las anomalías. La práctica del monitoreo no se sustituye, pero éste es mucho más eficiente si sabemos y tenemos el dato georeferenciado de dónde ir a buscar. Ahora sí tenemos a nuestro alcance la capacidad de saber dónde está el cardumen para ir pescar.

Dardo Lizárraga – Director Ejecutivo en Agronegocios – Managing Director de ADBlick Business Consulting y Profesor de Agronegocios en ITBA – Instituto Tecnológico de Buenos Aires