Como sabemos la devaluación es un riesgo que corre la mayoría de los negocios e inversiones en pesos. Pero la ganadería es un caso particular ya que, en el mediano plazo, el precio de la carne tiende a seguir al dólar, aunque no siempre de manera lineal. Por ejemplo, en la devaluación de abril/mayo del año 2018 el ajuste fue prácticamente inmediato mientras que en la de agosto del mismo año se demoró casi unos 5 meses.
En esta ocasión el viernes 9/8, último día hábil previo a las P.A.S.O., el tipo de cambio vendedor Banco Nación cerró en $46,2 y tras la derrota del oficialismo, la volatilidad y la incertidumbre caracterizaron la semana posterior. Ello se vio reflejado en el tipo de cambio que marcó su récord histórico operándose alrededor de los $65 y en el riesgo país que retomó valores que no alcanzaba desde el primer mandato de Cristina Fernández, superiores a 1900.
El mercado ganadero también resultó afectado, prácticamente estuvo congelado por unos días, registrándose muy pocas operaciones. Recién hacia el final de la semana se reactivó el sector registrando un alza en el valor de todas las categorías, por ejemplo, la categoría ternero 180-200 kilos tenía un valor de $67 a principios de agosto y hacia el final de la semana pasada se vendieron lotes promediando un precio cercano a los $80.
El lunes 19/8 la moneda estadounidense cerró en $57, es decir una devaluación del 23% en 10 días. Pero, como vimos, la carne ya inició su camino al alza. Si tomamos el valor del INML del 9/8 y del 16/8 obtenemos un ajuste superior al 15% en tan sólo siete días y según algunos referentes del sector, todavía tiene camino por recorrer hacia arriba traccionado principalmente por las exportaciones. Y un detalle no menor es que actualmente el sector ganadero representa un gran volumen de las exportaciones argentinas. Por lo tanto, en los meses que siguen, quien sea el futuro presidente, no va a poder darse el lujo de prescindir de las divisas provenientes de la ganadería.