Hace un año y medio encaré un estudio sencillo, donde investigué un poco sobre las razones de la desigualdad del PBI per cápita de los países, y en última instancia, sobre que hacía que hubiese países más ricos y más felices.
No es un análisis científico y exhaustivo, pero utilicé muchas fuentes confiables y básicamente me dediqué a correlacionar datos.
Las conclusiones para mí más relevantes son:
1) El PBI per cápita de un país tiene altísima correlación con el índice de felicidad del país. Esto solo cambia en el 20% de países más ricos, donde sus habitantes empiezan a priorizar, en conjunto, cuestiones vinculadas al bienestar general y hasta a la culpa.
2) Las condiciones geográficas de un país (superficie total y disponibilidad de recursos naturales) no son factores que por sí mismos impliquen mayor riqueza. Los países más extensos no son más ricos y las reservas de recursos naturales no garantizan riqueza.
3) Entonces las cuestiones más humanas y sociales son las que realmente explican las diferencias (y esto es complejo en la medida que son variables más interconectadas y profundas)
4) De entre estas variables hay 3 factores con gran correlación con el crecimiento con el PBI:
La inestabilidad política tiene una alta correlación con bajas tasas de crecimiento (0,83)
La apertura de la economía e intercambios culturales (medidos en el KOF Globalization Index) también explica muy bien las diferencias de PBI per cápita (0,81 correlación)
La innovación (que el Global Innovation Index mide considerando los factores que la facilitan y el resultado que producen) también explica muy bien, con una correlación de 0,82
Revisando mi estudio (que son unas 20 páginas que puedo compartir con quien me lo pida) se me hizo muy evidente la pertinencia de comentarlo dado el contexto argentino. En las primeras décadas del siglo XX estuvimos en la cima del PBI per cápita mundial, y desde la década del 40 venimos retrocediendo. Si pudiéramos limitar un poco la inestabilidad política y pudiéramos concentrarnos en innovar y en abrirnos al mundo, podríamos tener una oportunidad enorme.
Por Andres Guaragna