Lucha y tironeos por los alquileres


Compartimos una interesante nota de Fernando Aftalion (H.) escrita para  La Nación

En la lucha y los tironeos por los alquileres de campos, los que están en el negocio tienen la costumbre de quejarse de los altos precios que otros pagan, aunque al final la gran mayoría termina validando valores similares. Empujados por motivaciones, capacidades y sobre todo recursos financieros significativamente distintos, todos pelean por las mismas hectáreas pero con criterios no sólo diversos, sino muchas veces incoherentes y contradictorios. Con un negocio que será cada vez más ajustado, complejo y sofisticado, ¿quiénes serán los ganadores?

Desde productores, empresas, pooles/fondos locales e internacionales, contratistas, distribuidores, intendentes, agentes de bolsa hasta grupos de amigos, es enorme la cantidad y diversidad de jugadores tras el negocio de alquileres. Los que ya tienen campos alquilados se aferran a no perderlos y los de afuera luchan por entrar, para el éxtasis de los insaciables propietarios que exprimen los precios hasta la última gota. Además, la oferta de financiamiento de corto plazo por bancos, proveedores de insumos e inversores es abundante y generosa, permitiendo la aparición de improvisados y aventureros que aumentan la presión sobre los alquileres, aunque estos casi siempre terminen en la lona. Por último, la mayoría de los propietarios permiten explotar la tierra como si fuese un recurso inagotable y otros presionan a recibir una parte de su alquiler en negro, creando un entorno de competencia desleal entre los distintos jugadores.

Los más agresivos de turno, aunque no necesariamente los más grandes o poderosos, son los que cada año marcan los niveles de precios creando desafíos y dilemas al resto.

Estando el mercado de alquileres para la próxima campaña al rojo vivo, pareciera que la paliza sufrida por la gran mayoría dos años atrás a raíz de la seca no fue suficiente y que seguir en el negocio a cualquier precio es más importante que el análisis racional de los números. Muchos tienen argumentos débiles y poco convincentes sobre los motivos para mantener o aumentar su superficie y son aún más notorios cuando el riesgo del negocio lo asumen los inversores y no el operador. Por último, debiéramos recordar que en mercados con alta volatilidad como los actuales las correcciones de precios son inevitables y pueden dejar a los más timberos pedaleando en el aire, y arrastrando con ellos a quienes los financian.

La producción en campos alquilados en la región pampeana y zonas semimarginales y/o ganaderas seguramente aumente por la tentación de los propietarios en pasarse al cómodo bando de los rentistas. El campo de juego y el perfil del negocio tendrá un entorno más complejo y exigente en productividad, escala, poder financiero y tecnológico, sofisticación en el funcionamiento de redes, competidores más fuertes, nuevos nichos de negocios y sobre todo consolidación de equipos con profesionales de mayor calibre y adaptabilidad. Como en cualquier actividad empresaria, estarán los que quiebran, abandonan, sobrevivan y fortalezcan.

Los últimos seguramente tengan una estructura muy eficiente y de bajo costo para ser flexibles ante escenarios cambiantes, sólida gestión del riesgo, buen timing para decisiones productivas y comerciales, estructura de capital óptima para financiar su crecimiento y un equipo humano muy bien sincronizado. Además, irán tomando distancia quienes sean más creativos, menos convencionales y salgan de su zona de confort asociándose vía alianzas, armando nuevos negocios dentro del sistema de redes como la logística y los servicios, diversificando en cultivos no tradicionales, avanzando con algún grado de integración, creando vehículos seguros para atraer inversores u obteniendo mayores plazos en los alquileres con propuestas atractivas a los dueños.

La batalla visible por los alquileres esconde algo más importante que es el desafío que cada jugador desarrolle ideas originales para lograr un negocio rentable y sustentable. Tarde o temprano empezará a notarse la diferencia entre los que alquilan campos por costumbre, capricho, necesidad, moda o una sólida estrategia.

Fuente: La Nación