Hoy ya estamos en pleno marzo, para muchos el “verdadero comienzo”, encarando un nuevo año que empieza con un gobierno que pareciera establecerse poco a poco, el cual introdujo enormes cambios a nivel país que se espera, en los próximos meses deberían verse materializados en una nueva Argentina que se perfila para el crecimiento.
Un año de elecciones, blanqueo y, haciendo un poco de futurología, quizás con un dólar bastante planchado. Desde el punto de vista del negocio de siembras a escala, sin dudas la macro está má ordenada. Frente al contexto actual, en el que estamos libres de retenciones y R.O.E.S, sumado a un sinceramiento del tipo de cambio, poco a poco se han ido generando las condiciones necesarias para que la Argentina retome el camino correcto para volver a ser el cluster cerealero-oleaginoso más competitivo del mundo. Ahora bien, más allá de esta cuestión, obviamente sigue siendo un negocio a cielo abierto que se enfrenta a múltiples variables tales como la variación climática y la oscilación de precios internacionales.
Frente a la incidencia de los distintos determinantes del resultado final, estamos convencidos de que la diversificación global en el negocio es la clave para apuntar al éxito del negocio y lograr campañas con buenos resultados. Ya no basta con colocar los “huevos en las distintas canastas” sino que es indispensable que las “canastas vayan dentro de distintos trenes”, es decir, que es necesaria una mirada global de los distintos aspectos que componen el negocio y la articulación de los mismos.
En primer lugar, la diversificación por cultivos es fundamental para lograr cerrar una óptima campaña. Construir la cartera no es algo sencillo; cuestión que es necesaria plantear campaña a campaña teniendo en cuenta la rotación, el punto de venta, los costos de producción y el precio construido. Pero hay una cuestión que es cierta y es que ampliar la misma permite mitigar en mayor medida los riesgos que implican el clima y la variación en precios internacionales. Desde el punto de vista comercial, siempre es clave apuntar a acuerdos estratégicos con empresas del sector, o bien, variar el abanico de acuerdo al porcentaje que se le asignan a las ventas a futuro o bien luego de la cosecha. Que el productor pueda integrarse en la cadena de valor sigue siendo un gran desafío para todos nosotros; y este tema representa no más ni menos que el puntapié inicial no solo para que el emprendedor obtenga un mejor resultado de su negocio sino también para que nuestra Argentina continúe su senda hacia el desarrollo del supermercado del mundo.
Somos optimistas en pensar en nuestra Argentina como un país líder en lo que es la producción de alimentos y la satisfacción de la demanda de los mismos de cara al futuro. Estamos en un mundo que crece día a día, donde la demanda de alimentos crecerá de manera exponencial en los próximos años y desde Argentina somos los únicos que contamos con las condiciones agroclimáticas adecuadas para poder satisfacerlo. ¿Cómo demostrarle al mundo que somos capaces de lograrlo? De todos nosotros depende.