Hace ya un tiempo, que los “asaditos” de los domingos comenzaron a ser protagonistas de las tapas de los principales diarios del país. ¿El motivo? Las fuertes subas en los precios de la carne, que se vienen sucediendo en los últimos meses. Esto es una realidad que tiene como principales testigos, las góndolas de los supermercados y los consumidores finales.
Si bien las subas de los precios son positivas para el sector productivo, suelen ser acompañadas por un “planchazo” posterior que no ayuda. Por esto mismo, es importante trabajar en un diagnóstico a fin de tratar de evitar el escenario mencionado.
Muchos opinan que la base del problema fue, sin lugar a duda la escasez de oferta. La misma, surge como consecuencia de varios fenómenos que se dieron en forma conjunta. Por un lado, los cambios climáticos extremos – como ser inundaciones y sequías – de los últimos dos años. Por otro lado, la suba de precios que habitualmente se da en primavera este año se atrasó y llegó en verano. A su vez, fue un verano en el que también hubo más demanda de carne, impulsada por los turistas que otros años veraneaban fuera del país por lo que el consumo de carne se daba también fuera del territorio.
Como contrapartida, es importante resaltar que en los últimos años los aumentos de la hacienda y de la carne en el mostrador habían estado por debajo de la inflación general, con un importantísimo aumento en los costos, como es de público conocimiento.
Al margen de los motivos mencionados, que pueden ser más o menos coyunturales, la demanda fue cubierta por la oferta siguiendo las leyes del mercado. El mercado dio prioridad a la soja, bonos, lebacs, etc. En detrimento de la ganadería provocando una desinversión que dejó por resultado, eslabones con muy baja rentabilidad. A esto se le suma la falta de incentivos impositivos y de créditos a tasas acordes a la producción. Todos esto hizo que el foco no estuviera puesto en la oferta y hoy estamos empezando a sufrir las consecuencias.
Del análisis anterior, confirmamos una vez más lo que ya sabemos. La ganadería requiere de un Estado más activo que acompañe la libre oferta del mercado, a fin de evitar estos altibajos de precios y que la producción y la oferta garanticen la demanda, más aún en estos momentos en que las exportaciones se incrementaron y seguimos contando con un mercado doméstico que importa un alto consumo de carne vacuna.
Es muy posible que los precios continúen en su tendencia alcista un tiempo más, para luego estabilizarse e incluso retrasarse nuevamente. Por esto, es que es necesario comenzar a trabajar sobre mejores políticas desde el Estado. Quien a través de las mismas, podría favorecer a la oferta evitando que el mercado dicte que otras actividades, como ser las relacionadas con la especulación financiera, retrotraigan la producción de carne, una de las actividades más emblemáticas, inclusivas y federales del campo argentino que, además, es una de las pocas que le pueden dar buenas noticias al país por las exportaciones.