Para seguir la economía nacional es clave entender la política. Con mayor razón ante elecciones en pocos meses. El escenario político se encuentra en un momento particular ya que estamos ante un virtual empate técnico entre los tres candidatos que mejor miden faltando pocos meses para las PASO.
Todavía es mucho tiempo por delante pero, sin embargo, no ha habido mayores cambios salvo el aparente repunte de Macri y la confusión de UNEN bajo el fantasma de la Alianza.
¿Qué vemos en la campaña? En general seguidores de encuestas. No parece que haya propuestas novedosas con creatividad en los diferentes espacios políticos. Consideramos que la política es bastante vacía de contenidos y repetitiva (*).
(*)Insaurralde es la expresión más acabada de la telepolítica. Avanza en su popularidad a base de apariciones mediáticas. Es una persona atractiva en la televisión pero desconocemos su capacidad efectiva de gestión.
Las PASO son, en principio, elecciones primarias pero no vemos un enfrentamiento en una elección interna justicialista entre Massa y Scioli del PJ. No se reedita la interna Menem-Cafiero de 1988. Es casi seguro que vamos después de octubre al primer ballotage de la historia electoral.
¿Quedará un kirchnerismo vivo sin Scioli en el poder o incluso con él como Presidente? El menemismo murió cuando Menem ganó la primera vuelta en 2003. A favor de la continuidad del kirchnerismo se cuenta a los legisladores de ambas cámaras que son muchos, la estructura política colonizada de los ministerios, la Cámpora, con sus cuadros K y la mística del progresismo.
Scioli sigue en su postura oficialista intentando aprovechar la estructura del aparato kirchnerista para llegar al poder. Es el único que puede hacer una buena elección dentro del kirchnerismo con excepción de Cristina que si pudiese participar podría quizás disputar una segunda vuelta. La posición híbrida de Scioli le ha dado resultado hasta el momento. No se ha preparado desde el oficialismo un delfín del propio palo para esta elección ni para la sucesión en 12 años de gestión. Los autoritarios no dejan herederos. El escenario más probable es que Scioli compita representando al Frente para la Victoria.
La inquietud natural es si Scioli le será fiel al kirchnerismo o si tendrá un comportamiento personalista propio de un nuevo caudillo. Esto último es la constante histórica del PJ. El que tiene el poder aglutina la tropa. Ocurrió con Menem y con Kirchner al erigirse en su momento como cabezas naturales del movimiento justicialista.
Massa está manteniendo su caudal electoral y la tiene difícil porque le van a disputar la “pole position”. Su base de intendentes del conurbano y una proyección política interesante en la Provincia de Buenos Aires es relevante.
Para Sarlo, Massa es un clásico “demagogo”, dice lo que plantean las encuestas. Para otros se trata de un constructor de política que viene del propio kirchnerismo. Está rodeado de economistas sólidos: Lavagna, Delgado, Pignanelli, Redrado, Peirano, entre otros. Incluso Massa quisiera a un economista como Lavagna como Vicepresidente.
UNEN no avanza, revela grietas y conductas personales de dirigentes que pueden afectar la alianza electoral. No aparece un líder nato del espacio, no hay un Raúl Alfonsín. Quizás los líderes principales sean Cobos, Binner, Sanz o
Pino Solanas. Corren más de atrás mientras Carrió está percibida como una figura de escaso aporte a la gestión, por no decir de disgregación, aunque muy valorada en su rol de oposición y por valentía de no pactar con el status quo. Hay que ver cómo funciona la alianza con el PRO.
Macri está creciendo en las últimas mediciones. Suma su estilo opositor, la buena gestión en Capital. Su historia como dirigente de Boca Juniors es otro activo político. Está cerca de economistas valiosos como Sturzenegger, Braun, Melconián y Frigerio. En el PRO tenemos el problema de la ausencia de candidatos fuertes en la provincia de Buenos Aires. María Eugenia Vidal posee talento pero es poco conocida y pareciera que no tiene base territorial.
En esto quizás la complementa el primo de Mauricio Macri, el intendente de Vicente López. Macri está más comunicativo, sigue los consejos de Durán Barba de hablar de gestión y no de ideología. El Partido ofrece juventud, cambio, poca asociación con la política histórica y nuevas caras. La presencia en el interior del PRO es limitada y las acciones políticas son poco sistemáticas y no proceden de la propia base territorial. Del Sel en Santa Fe, De Angelis en Entre Ríos, Ramón Díaz en La Rioja, Mc Allister en La Pampa.
Suman pero ¿construyen? Es una fuerza que se va consolidando y tiene un objetivo difícil: posicionar la centro derecha en el espacio político del país. Es el objetivo inconcluso que tuvieron Aramburu en los sesenta (UDELPA), Manrique en el ´73, Alsogaray en el ´89, Cavallo en los noventa y López Murphy en 2003. Las alianzas con otras fuerzas podrían ser relevantes. El “gran acuerdo” de PRO con UNEN parece poco probable. Ambas fuerzas lo pueden lamentar si no entran al ballotage.
Los candidatos K genuinos, los del “riñón” miden un dígito. No parece que vayan a crecer mucho más. Randazzo es un kirchnerista moderado. La gestión en transportes le ha sumado popularidad por su compromiso con la infraestructura ferroviaria. Existe poco apoyo de la opinión pública en el caso de Julián Dominguez, Uribarri, Axel Kicillof (seguramente un candidato ideal para Cristina Fernández), Máximo Kirchner (todavía muy inexperto) y Jorge Taiana. El voto castigo al kirchnerismo será importante. Ya lo vimos parcialmente en 2013 en la elección legislativa. La izquierda no suma, no hay espacio de crecimiento para esta fuerza en el país si bien ha habido triunfos parciales del Partido Obrero en algunas provincias como Mendoza y Salta.
Las encuestas vienen registrando niveles relativamente favorables de opinión pública para Cristina Fernández. Es un hecho que marca cierta sorpresa ya que la economía está muy frágil y se acumula mucho desgaste después de 12 años de gestión. El populismo, sin duda, genera atractividad y a la vez rechazo. Estamos ante una suerte de polarización como la que tuvo Menem en el 2003. A veces se escucha que el oficialismo preferiría un gobierno de centro derecha (Macri) para después volver al poder (dinámica Piñera- Bachelet). Es la idea de polarizar al electorado para después regresar. En lo que se refiere al voto clientelar asociado a mayores niveles de pobreza posee el oficialismo un contexto de apoyo electoral.
Escenario electoral para votación de octubre 2015 (simulación). Es un simple ejercicio muy preliminar dado que falta tiemp para la elección.
Massa 30%
Scioli 30%
Macri 25%
Unen 13%
Resto 2%
Ballotage de este escenario
Massa 30% + 20% del 25% de Macri + 10% del 13% de UNEN 60%
Scioli 30% + 5% del 25% de Macri + 5% del 13% de UNEN 40%
El mapa de partidos sigue distorsionado. El peronismo juega en toda la cancha y el radicalismo sigue frágil con puntos aislados de luz en el territorio representado por algunos dirigentes federales; hay una base no despreciable de intendencias radicales. Cuesta verlo como un segundo partido fuerte de alcance nacional.
Los tres candidatos que lideran las encuestas apuntarían a políticas más amigables con el mercado. Se descuenta un compromiso para reducir la inflación, suprimir el cepo cambiario, retomar el sendero del crecimiento, desmantelar los subsidios y moderar el intervencionismo estatal. Esto podría resultar en un 2015 más favorable para la macro que descuente el triunfo de alguno de los tres candidatos.
El panorama político es confuso del punto de vista de geografía electoral si comparamos con elecciones más ordenadas como la chilena, la brasileña o la uruguaya. Se juega mucho en las PASO y en octubre de 2015. ¿Es un final de ciclo político al que estamos asistiendo? Pareciera que sí pero a los pingos se los ve en la cancha.