Por José Demicheli
Especial para Clarín rural
El Autor cuestiona cómo Argentina, un país con los mayores índices de emprendedores del mundo, perdió mercados de exportación y su producción se viene estancando. Advierte que no hay ámbitos inclusivos ni estímulos para el arraigo de los emprendimientos.
Cuando pensamos en actitud emprendedora vemos que, en la región, argentina tiene los mejores índices de emprendedurismo; incluso triplica a España actividad emprendedora. Así, vemos como muchos emprendedores terminan trabajando en Silicon Valley o radicando sus empresas en la región. De esta forma, ¿Cómo podemos como país generarles más condiciones para que esto no pase?
Si analizamos a la Argentina como tercer productor de cereales y oleaginosas a nivel mundial, podríamos pensar que, ante el desarrollo y crecimiento de la demanda de proteínas a nivel mundial de los últimos ocho los, junto al aumento de los términos de intercambio, que el sector estaría en sus mejores momentos. Sin embargo, lamentablemente, esto no es así; hemos perdido mercados y la producción se ha estancado cuando nuestros vecinos han crecido sustancialmente. Pero peor aún, hoy el productor se encuentra ante la disyuntiva de aposta a una siembre de trigo pensando que las variables deberían o van a cambiar de acá a su cosecha.
¿Tenemos como país que llegar a estos límites? Estos años el cluster productivo hubiera podido generar unas 30 millones de toneladas extras por año de exportación.
¿Qué nos pasa e los argentinos? El mundo hoy discute otras cosas: en California se habla de licencias para camiones sin chofer, impresión e 3D de órganos, detección temprana de cáncer con una inversión de 150 dólares de equipamiento y no más de 20 dólares el estudio en sí mismo, nanotecnología, biotecnología y robótica a su máxima expresión.
Una competencia feroz de instituciones, gobiernos y academia para captar los mejores talentos mundiales y generarles las condiciones para que emprendan ahí. La incertidumbre es lo único cierto.
La pregunta es, entonces: ¿Qué debemos hacer como argentinos para generar el ámbito para que los emprendedores emprendan en Argentina y regionalicen desde acá sus proyectos, las economías regionales puedan desarrollarse, el agro pueda crecer?
En su libro “Por qué fracasan los países”, Daron Acemoglu, habla de instituciones inclusivas y básicamente las resume de la siguiente manera: estados democráticos que generan:
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Incentivos para que su gente ahorre, invierta e innove.
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Un Estado presente donde la capacidad y profesionalismo sean la fuente de pertenecer al mismo.
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Un Estado que respete a la división de poderes generando confianza y un círculo virtuoso.
Estos aspectos, a su vez, generan marcados inclusivos que:
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Permiten igualdad de oportunidades para todos no para unos pocos.
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Dan lugar a la destrucción creativa que no es más que innovar y cambiar generando una mejora sostenible y creciente en el largo plazo.
¿Podemos pensar que este año lograremos entre todos los argentinos empezar a discutir otras cosas? Pues cada año que pasa equivale en desarrollo perdido a varios años de la década pasada y varias décadas del siglo pasado. Comenta Acemoglu en su libro que de tener que pronosticar no ve a la Argentina con posibilidades de sumarse a la lista de países con instituciones inclusivas. ¿Cómo explicarle que está equivocado? De nosotros depende.