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Niños curiosos hoy, adultos transformadores mañana – Parte I

Me moviliza el deleite y la responsabilidad de criar a nuestros hijos para el mundo que viene.  Muchas veces decimos “el mundo que se nos viene” como si viniera por arte de magia sin asumir nuestra mano transformadora – diciéndolo así en tercera persona – cuando en realidad es el mundo que nosotros mismos haremos. Mi curiosidad por el tema es genuinamente como padre de 3 hijos (de 20, 18 y 5 años respectivamente) ya que provengo del mundo empresarial y corporativo y no del académico ni educativo.

Esta semana tuve el privilegio de asistir a la presentación del libro “Guía para educar hijos curiosos” de la Profesora e Investigadora Melina Furman de la Universidad de San Andrés. El título es cautivante y el contenido supera las expectativas. A la autora y al equipo editor, de pie un enorme “¡Bravo!”.

La charla comenzó con la pregunta abierta al público “¿cómo queremos que sean nuestros hijos de adultos?” – las respuestas fueron: felices, solidarios, curiosos, equilibrados y generosos, entre las más importantes. La autora propone agrupar todos los valores y características mencionadas en esas respuestas bajo el concepto de AUTO-EFICACIA – me gustó el término y el concepto – es decir, darles herramientas, vivencias, información, contenido, desarrollo emocional y cognitivo que les permitan ser eficaces y autosuficientes en la vida adulta.

Luego de elaborar la idea y volver a preguntarme qué espero yo para mis hijos, me atrevo a subir la vara y decir “anhelo que mis hijos sean TRANSFORMADORES, con espíritu emprendedor, aventureros, líderes, colaboradores (no niego que ese anhelo es una proyección de un deseo propio)” … y fui elaborando la respuesta hasta llegar a decir “anhelo que sean INDEPENDIENTES” y luego avancé un poquito más y dije “que sean INTERDEPENDIENTES”, apoyándome en el modelo de Stephen Covey que habla de DEPENDENCIA – INDEPENDENCIA – INTERDEPENDENCIA. Propongo entonces criar a nuestros hijos para alcanzar primero la AUTO EFICACIA y luego la INTER EFICACIA – no sé si tiene sentido o existe este término, ni tampoco conozco el camino para alcanzarla.

La invitación es a que seamos los jardineros de nuestros hijos, que preparemos la tierra, la abonemos e irriguemos, y los cuidemos para que cada uno desarrolle su máximo esplendor (autoeficacia). Si pensamos ahora en la inter-eficacia, la propuesta es que velemos por todo el bioma del jardín, del ecosistema en general, porque al final, una rosa sola no hace al jardín, sino que la belleza proviene de la interacción entre todos los individuos.

¿Cómo hacemos entonces para estimular esa conciencia colectiva y sinérgica para enseñarles a nuestros hijos curiosos a aprender y CO APRENDER a pensar y CO PENSAR, a vivir y CO VIVIR, a crear y CO CREAR? ¿Cómo estimular el desarrollo de las sinapsis interpersonales? ¿Cómo logramos que los niños de hoy al cruzarse en alguna aventura dentro de 30 años con adultos de otro bagaje cultural y educativo bien amplio y diverso, puedan conectar mentes de manera instantánea para CO AVENTURAR, CO CREAR y CO TRANSFORMAR?

La ciencia de la educación y la neurociencia están buscando hoy respuestas a estas preguntas que en unos años serán cada vez más trascendentes. Muchas veces en temas educativos venimos corriendo desde atrás – por eso solemos decir, el mundo que se NOS viene, a veces sin comprender que somos nosotros mismos los que lo creamos, y como padres y adultos influenciadores, los responsables de educar hoy para el mundo que nuestros hijos van a co-crear en el mañana.

La mesa queda servida para la reflexión, bon appetit!

Dardo Lizárraga – Director Ejecutivo en Agronegocios – Managing Director de ADBlick Business Consulting

Holanda es más supermercado que Argentina

“No seremos el supermercado del mundo si seguimos subiendo impuestos…” dijo el actual Secretario de Agroindustria Luis Miguel Etchevere, y agregó “yo creo que en general, todo lo que sea tener impuestos por encima de lo que tienen nuestros competidores, nos saca de la cancha. La mejor vara que podemos tener, si queremos ser una potencia agroindustrial proveedora de alimentos a todo el mundo, es tener por lo menos condiciones similares a la de los países que compiten con el nuestro. Y condiciones similares significa moneda estable y tasa de interés similar a las que tienen los productores o los productores de alimentos o los agroindustriales que producen en otros países” dijo en una entrevista con Clarín esta semana.

Ser el supermercado del mundo es una visión propuesta por muchos protagonistas del sector a lo largo de años y que la actual administración nacional tomó como bandera y promovió asertivamente durante los dos primeros años. Hoy el escenario macro/i nos pone restricciones de corto plazo que demoran la construcción de este ideal para cubrir demanda de la coyuntura – en otras palabras, nos quedamos sin guita y debemos sacar derivar recursos de donde producimos bien para pagar algunas deudas que aún no hemos saldado.

Justamente en estos días se publicó el ranking mundial de países exportadores de alimentos (medido como valor). En primer lugar, figura Estados Unidos y con 270 veces menos superficie figura cómodo segundo lugar Holanda, un país con 41000 km2 de superficie (algo menor a la provincia de Jujuy), área cultivable de 1.2 millones de hectáreas según FAO (vs Argentina con 35 millones); 17 millones de habitantes y un PBI de $800 MMUSD (mil millones de dólares).

Hace casi dos décadas, los holandeses hicieron un compromiso nacional con la agricultura sostenible bajo el lema «El doble de alimentos que utilizan la mitad de los recursos». Desde el año 2000 muchos de sus agricultores han reducido la dependencia del agua para cultivos clave hasta en un 90 por ciento, han eliminado casi por completo el uso de pesticidas químicos en plantas en invernaderos, y desde 2009 los productores holandeses de aves de corral y ganado han reducido su uso de antibióticos hasta en un 60 por ciento. En la región sudeste del país, donde se concentra la mayor actividad agrícola, se ven ciudades invernaderos, granjas de clima controlado, cultivos hidropónicos y de invernadero apilados, multiplicando la superficie disponible, irradiación ultravioleta 24 horas por día, tanto para la producción de frutas, vegetales y semillas de alto valor agregado para exportar al mundo. El uso de conocimiento, de tecnologías de avanzadas, y políticas de estado coherentes entre dicho y hecho, le han permitido a este país ser una de las potencias alimenticias mundiales, mayores exportadores de papa y cebolla y segundo exportados de hortalizas medido en valor.

Los argentinos nos enorgullecemos de haberles ganado la final del Mundial ’78 por 3 a 1, pero la verdad es que en el histórico de enfrentamientos por mundiales estamos empatados (2 triunfos para cada uno y un empate), y en el mundo del agro, definitivamente nos ganan por goleada, tenemos mucho que aprender.

 

Dardo Lizárraga – Director Ejecutivo en Agronegocios – Managing Director

Bibliografía:

Sindicatos: ¿amenaza u oportunidad?

En nuestras empresas y emprendimientos solemos usar una herramienta de análisis estratégico conocido por su sigla FODA (fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas), y cuando evaluamos la relación sindical, la histórica puja capital y trabajo, en nuestros negocios, solemos ubicarla como una amenaza; desde mi mirada, prefiero incluirla en el cuadrante de las oportunidades, veamos por qué.

La actividad sindical en Argentina tiene más de 120 años de tradición y supera el medio siglo de garantía constitucional desde su inclusión en el artículo 14 bis en 1957 (reforma constitucional de gobierno de facto) y luego ratificada en la reforma de 1994. En nuestro país el 70% de la población laboral está bajo representación sindical, muy por encima de los Estados Unidos con el 11%, pero empardados a Suecia con 68% y muy próximo a otros países de la Unión Europea como Dinamarca, Italia, España Francia y Alemania, según datos de la “OECD 2017 Employment Outlook”.

El movimiento sindical en Argentina no goza de la mejor reputación, generalmente se lo vincula a acciones extorsivas, prácticas poco democráticas como la reelección indefinida de sus dirigentes, disputas de poder por encuadramientos de convenio, manejo deficitario de las obras sociales entres los mas importantes. La mirada de los trabajadores hacia el mundo empresario también es non-sancta, se cree que las empresas evaden impuestos y precarizan el empleo, que la eficiencia productiva siempre busca despedir a trabajadores y se ajusta por el salario a la hora de bajar costos. Así a lo largo de los años se nos ha hecho cada vez más difícil construir consenso y una relación sostenible entre empresas y sindicatos.

Pues bien, desde esta perspectiva muchas decisiones estratégicas empresariales han pasado por construir negocios SIN sindicatos. El objetivo sería una operación Union Free (libre de sindicatos), de esta manera se neutralizaría esa amenaza. Algunos negocios han sido exitosos implementándola en el corto plazo, pero tarde o temprano la puja capital-trabajo golpea la puerta con fuertes tensiones disruptivas, poniendo en jaque la continuidad de los negocios.

La contrapropuesta es generar una estrategia de crecimiento CON el sindicato. Así como en Argentina debemos gestionar variables, incertidumbre y volatilidad en términos de política cambiaria, inflación, reglas de juego ambiguas, competencia internacional, también la relación sindical debería SER parte del negocio y una variable clave para el éxito; negarla, aniquilarla o considerarla una amenaza, es un gran primer paso rumbo al fracaso mientras que entenderla, respetarla y gestionarla, es un primer gran paso para una construcción positiva y colaborativa. Esto para nada implica aceptar la extorsión, la altanería, la violencia, ni dejar de solicitar reglas claras, modernización y democratización genuina de las instituciones sindicales, estos últimos puntos deben ser parte de la agenda permanente entre Empresarios, Sindicatos y Estado.

Pero volvamos a la mirada mas próxima, a nuestros negocios y operaciones, la relación sindical requiere de una estrategia sólida y bien articulada, desarrollando y formando al equipo de líderes para alcanzar los objetivos del negocio. Ser eficientes en el manejo de las negociaciones con los sindicatos no será obra del azar y la buena voluntad, requiere preparación y entrenamiento a través de un protocolo de relación sostenible Empresa-Sindicato.

Este protocolo cuenta de pequeñas pautas, a saber:

  • Una cultura genuina y constructiva, de diálogo colaborativo y de respeto a la actividad sindical.
  • Entender que problemática sindical es parte del contexto.
  • Profesionalizar la gestión sindical, no solo en RRHH sino en todo el equipo de liderazgo.
  • Establecer procesos de negociación que sean independientes de las personas.
  • Mesa de diálogo y concertación con agenda siempre viva donde la discusión salarial es un tema más.
  • Conciliar Corto y Largo Plazo – la empresa piensa e 5 a 10 años como largo plazo, el sindicato en 20 a 30 años.
  • Empoderar a Mandos Medios y la Comisión Interna para llevar la agenda operativa.
  • Darle previsibilidad al negocio – hasta es posible planificar y dimensionar los conflictos y huelgas.
  • La relación sindical es única – no se compara con ninguna otra, y por lo tanto requiere preparación.

La oportunidad radica sustancialmente en ponerse a trabajar arduamente para encarar la dimensión sindical, estableciendo una estrategia posible en todas las dimensiones empresariales y sindicales, desde el rol de la alta dirección, la relación con la mesa directiva nacional y general de los sindicatos, empoderar a los niveles gerenciales, a los mandos medios y a la propia comisión interna, llegando finalmente al trabajador sindicalizado propiamente dicho.

Cuando la relación se torna sostenible, y hay un respeto genuino mutuo, las condiciones de trabajo, las reglas del juego, la búsqueda conjunta de soluciones y eficiencia operativas se tornan naturales y parte de la cultura. Hoy en Argentina hay excelentes ejemplos de convenios empresa-sindicato con la figura de polivalencia – operarios multifunción – rompiendo el viejo esquema de escalafones y categorías, y trabajos ajustados a descripciones de tareas obsoletas y vetustas.

Encarando esta puja con conciencia y respeto, el sindicato puede transformarse en un aliado estratégico para conseguir nuevos mercados, abrir diálogo con el gobierno y otros sectores, ser protagonista de la reputación de la empresa y su imagen social, tanto el mercado general como en la sociedad donde opera. Esta es la gran oportunidad, manejar una tensión que generalmente es considerada amenaza, para obtener un gana-gana potenciando esfuerzos. ¿Suena a utopía?, pues no lo es, es perfectamente posible, y quienes lo han conseguido con trabajo y colaboración, han sabido obtener enorme valor de esta oportunidad de crecimiento.

La agilidad del líder en época de crisis

Un líder debe saber más que la gente que lidera. Un líder debe estar preparado para todas las circunstancias. Un líder debe ser infalible. Un líder debe empujar más que el resto, debe sacrificarse por el todo, y llegado el caso perecer como héroe y mártir de la epopeya.

Menos mal que los tiempos han cambiado y hoy podemos tener modelos de liderazgo más adecuados a la realidad que nos toca vivir en un mundo civilizado, con desafíos globales y multidimensionales en lugar de anclarnos a los modelos del pasado.

Esperamos que líder nos guíe, nos ayude, colabore, escuche, repiense, decida, actúe, incentive y motive. Esperamos que líder proporcione las condiciones para que demos lo mejor de cada uno de nosotros. Esperamos que líder nos inspire confianza, es decir, que genere un sentimiento o un ánimo en nosotros de manera tal que creamos que es posible y somos capaces de realizar o conseguir un determinado objetivo, por más que éste pueda parecer inalcanzable.

El modelo de Agilidad del Liderazgo – Cinco niveles maestros para anticipar e iniciar las transformaciones (Leadership Agility: Five Levels of Mastery for Anticipating and Initiating Change by Bill Joiner and Stephen Josephs), describe los comportamientos centrales de un líder desde sus inicios como Experto, luego como Hacedor, Catalizador, Co-creador y finalmente como Sinergista/Promotor (en inglés Expert, Achiever, Catalyst, Co-creator, Synergist). Miremos como aplica este modelo al contexto del país.

La Argentina está pasando por un momento de crisis interna afectada por el panorama global. Gastamos más de lo que tenemos, pedimos prestado al mundo, íbamos a pagar con lo mayor producción que tendríamos, nos impactó la sequía y faltaron ingresos, el mundo entró en guerra comercial China-EEUU entre otras y se acabó el dinero prestado, le sumamos Turquía, Brasil y obviamente los cuadernos escandalosos de la gloria, y nadie va a poner un centavo para cubrir nuestro desbarajuste, consecuentemente el dólar, la inflación, y otros indicadores se disparan. ¿Qué papel debe entonces asumir el liderazgo político del país? recuperar inmediatamente la confianza, que ha venido erosionándose sistemáticamente en los últimos meses.

La gran capacidad de liderazgo en momentos de crisis como éste no es aquél del mártir o héroe, sino el de saber navegar con agilidad por los 5 niveles descriptos: mostrarse como experto en la conducción política a los ojos de la sociedad, poner las manos en la masa y como hacedor tomar decisiones complejas y difíciles, ser el catalizador de los cambios con los otros actores políticos, financieros, internos y externos; crear colaborativamente soluciones duraderas junto a quienes no necesariamente piensan igual que uno, negociando y tomando las mejores opciones que den perdurabilidad a los acuerdos, y ser el sinergista/promotor de las transformaciones que precisamos. El trascendente ser consistentes con este proceder a lo largo de los meses ya que los cambios de rumbo y las decisiones de última hora pueden dinamitar la construcción de confianza.

Estamos en horas cruciales para el provenir de nuestro país, y de ahí la posibilidad de torcer una tendencia de más de 70 años de crecimiento por debajo del promedio mundial y regional. Los argentinos hemos aprendido a sobrellevar crisis, pero con un costo muy alto – la falta de desarrollo, la marginalidad y la pobreza arraigada. Hoy es posible pensar que se puede andar por un camino diferente a los del pasado, y para ello el rol del liderazgo y su agilidad son esenciales para conducir este proceso.

Glifosato: ¿veneno o agua bendita?

Hace más de 40 años y en más de 160 países actualmente se utiliza esta molécula en labores agrícolas extensivas. Es un herbicida sistémico y no selectivo, es decir que actúa controlando e inhibiendo el crecimiento de todas aquellas malezas sobre las cuales haya sido rociado. Por su facilidad de manejo y eficacia de resultados, muy rápidamente se incorporó en el portafolio de los fitosanitarios, ocupando el primer lugar en el ranking de los más vendidos mundialmente.

Por varios años el glifosato fue comercializado exclusivamente por la empresa Monsanto (hoy Bayer), pero luego de que la patente caducara a comienzos de los 2000, casi un centenar de empresas de origen americano, europeo y asiático fundamentalmente de China, lo producen y comercializan.

En Argentina este herbicida fue un gran impulsor de la siembra directa, que es una técnica de cultivo sin alteración del suelo por la acción mecánica del viejo arado; una práctica agro-ecológica que disminuye sustancialmente la erosión, aumenta la biomasa y preserva la humedad de los suelos como sus características y beneficios sobresalientes.

A mediados de 1990 (en Argentina en 1996) la aprobación de los eventos transgénicos en soja, maíz y algodón amplió el uso de glifosato para hacer control de malezas no solo al momento de la siembra, sino también en aplicaciones sobre los cultivos resistentes, reemplazando a otros herbicidas selectivos, más complejos y costosos.

Esta evolución tecnológica aumentó la productividad por hectárea y redujo sustancialmente las emisiones de gases efecto invernadero, y la toxicidad del paquete de agroquímicos usado hasta el momento cayó en 50 veces. Según datos de CASAFE, en 1985 la toxicidad media era de 56 mg/m2 y en 2015 pasó a ser de 1.15 mg/m2; además cuando en 1985 se comercializaba un 85% de agroquímicos bandas azules, amarillas y rojas (de media a alta toxicidad) en el año 2015 esos niveles se invirtieron, y el 90% es banda verde denominados levemente tóxicos, según lo indica el SENASA.

Muchas han sido las voces que se han manifestado y aún hoy lo hacen solicitando la prohibición y/o restricciones para el uso del glifosato en labores agrícolas extensivas, en producción frutihortícola, en aplicaciones periurbanas, en jardinería, etc.; también son diversos los trabajos publicados a favor y en contra sobre los efectos de la salud y el medio ambiente de esta molécula, en Argentina los más resonantes son:

Esta semana el debate se reanimó al conocerse la sentencia en primera instancia de un tribunal de California, por la cual obliga a Monsanto a indemnizar con 289 millones de dólares a Dewayne Johnson, un jardinero que por décadas usó glifosato y enfermó de un linfoma terminal sin que haya sido debidamente advertido de lo riesgos que corría, según informa el tribunal. Obviamente esta sentencia, que seguramente será apelada, reverdece el debate entre ciencia y sistema judicial, entre ciencia y sistema social, entre ciencia y sistema económico, entre ciencia y el resto del mundo.

Va a ser muy interesante seguir este caso y sus instancias judiciales con atención, cómo se resuelve en sí, y cómo van tomando posiciones las empresas productoras de glifosato, las agencias reguladoras en los 160 países donde está aprobado y cuáles serán los pareceres científicos a favor y en contra del glifosato.

Lejos está de mi esfera de conocimiento poder tomar una posición definitiva y juzgar si el glifosato es diabólicamente un veneno, o es castamente agua bendita. Tal vez la verdad esté en el medio de ambos extremos, y como toda tecnología y como todo agroquímico debe ser usado con cuidado y siguiendo las buenas prácticas agrícolas. En mi vida profesional como ingeniero químico he producido unos 4.000.000.000 de litros de glifosato (si las cuentas no me fallan) y me consta que ni una sola gota de todo ese volumen fue pensada para dañar al hombre o a la naturaleza, sino para ser usada responsablemente por agricultores del mundo ayudando a producir más y mejores alimentos.