Por Jeremias Romero Rodrigué
Cada vez es más frecuente toparse con diversas noticias que parecen tomadas de una película de ciencia ficción. Es innegable que el desarrollo tecnológico nos atraviesa de lleno, se mete por el mínimo resquicio y poco a poco se vuelve una parte de nosotros ¿Cuántas personas conocemos hoy en día que no tengan un teléfono celular? Probablemente la respuesta sea cero.
De igual forma se ven afectados los diferentes sectores de la economía, es por ende lógico entender que el campo no es la excepción, y que se encuentra a merced de la vorágine evolutiva de nuestras capacidades para crear nuevas herramientas. Bajo este contexto ya no resulta llamativo ingresar a un conocido portal de noticias de Argentina, y encontrarse con “el tambo robótico”, un proyecto llevado adelante por el INTA de Rafaela (cuenca lechera por excelencia), en conjunto con la firma DeLaval. Estas dos entidades han desarrollado un sistema de ordeño voluntario que aprovecha de forma sorprendente las herramientas del siglo XXI, y las combina con seres vivos puestos en producción (nuestras queridas fábricas de alimentos). Bajo este esquema existe una larga lista de beneficios, siendo quizás uno de los más impresionantes la autonomía total del sistema, ya no es necesario tener operarios para que se produzca la extracción de leche. Al ser eliminada la persona de la ecuación, la rutina de ordeño es estable todo el año, el sistema no conoce de feriados, vacaciones o condiciones climáticas hostiles. Por otro lado, la información y el diagnóstico temprano de distintas enfermedades (siendo de importancia critica la detección temprana de mastitis), permiten cambiar el enfoque de un manejo de “rodeo” a un manejo de individuo, lo que implica un cambio de paradigma para el sector.
Otras tecnologías que empiezan a hacer ruido en el agro (aunque todavía están un poco más lejos de ser alternativas reales), son los vehículos que funcionan de forma totalmente independiente. Descontando los autos y camiones, para el campo el ejemplar más notorio de los últimos tiempos es el de CASE IH, un tractor que no cuenta con cabina y que puede ser operado de manera remota utilizando un celular. La compañía apunta a simplificar el trabajo con los distintos implementos agrícolas, establecer el curso con mayor eficiencia dentro del lote, optimizando el consumo de combustible.
Estos dos proyectos son solo una pequeña muestra de todos los proyectos que se encuentran en marcha hoy para el sector agrícola/ganadero. Hay ciertas palabras que se repiten una vez tras otra en este tipo de noticias, la eficiencia como objetivo y la falta de mano de obra calificada como característica critica a palear. Si bien es muy fácil caer en la tentación de creer que estos avances llegan para transformar completamente la realidad de nuestros productores seria, hoy en día, irreal. Debemos entender que, para sostener sistemas productivos estables, tiene que existir indefectiblemente una estrecha relación entre la aplicación de estas nuevas herramientas y las buenas prácticas agrícolas.
Es opinión del que suscribe, que hay que pensar a los establecimientos agrícolas como empresas/sistemas, y como tales las nuevas herramientas son solamente un eslabón más en nuestra cadena, cadena que será tan fuerte como su eslabón más débil. La tecnología per sé no va a solucionar nada, si por ejemplo, si en nuestro tambo no hacemos un correcto aprovechamiento de los recursos forrajeros disponibles o no realizamos los controles sanitarios necesarios. Tampoco podemos aspirar a ser productores ganaderos de punta, si seguimos utilizando picanas, perros y palos para subir a los animales a la jaula. Hoy no podemos dejar de pensar a las personas como eje central de la empresa, quizás en un futuro dejemos de ser esenciales, pero por lo pronto es nuestro deber mantenernos capacitados y correctamente asesorados, para que como recita un dicho popular podamos poner “el horno en la cocina y el inodoro en el baño”.