En el Simposio Del Sur al Mundo en 2030: Seguridad Alimentaria Global y Bioenergía se planteó la necesidad de que la Argentina aumente su productividad con biotecnología.
Seguir leyendo El país, ante el desafío de alimentar al mundo
En el Simposio Del Sur al Mundo en 2030: Seguridad Alimentaria Global y Bioenergía se planteó la necesidad de que la Argentina aumente su productividad con biotecnología.
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En la actualidad, como bien escuchamos en la radio o leemos en los diarios, está claro que vivimos en un mundo cambiante. Un mundo en el que la población mundial crece día a día, en el que los seres humanos cada vez somos más exitosos en nuestro proceso de expansión y ocupación del planeta. Sabemos que hay una demanda creciente de alimentos todos años y hasta incluso vemos cambios en los paradigmas de alimentación, principalmente en algunas culturas del Lejano Oriente. Quizás hablar de que nuestra Argentina cuenta con grandes capacidades para satisfacer esa demanda en cantidad y también en calidad, sea historia conocida…
Nuestro planteo hoy es diferente, vamos a ver una serie preguntas: Cómo podemos satisfacer esa demanda siendo rentables como argentinos y al mismo tiempo, cómo hacemos para preservar el medio ambiente? Es posible cuidar el entorno en el que vivimos para nuestras próximas generaciones? A priori, rentabilidad y satisfacción de esa demanda vs. Sustentabilidad se presentan como sucesos mutuamente excluyentes. Pareciera que tomar una postura, implica resignar la otra alternativa. Ahora bien, sin dudas son preguntas que no se responden en el corto plazo, pero está claro que plantean un gran desafío para el mundo que está por venir.
Hoy vamos a centrarnos en una herramienta, que probablemente nos permita alcanzar nuestro objetivo: La Microbiología. Se siente como una palabra poco amigable, que la mayoría de nosotros rara vez utilizó. En resumen, lo que hace la Microbiología es tomar un organismo vivo (un hongo, una bacteria) y asociarlo a otro ser vivo (en esta caso, tomemos una planta). En esta asociación podemos generar no más ni menos que una simbiosis que es una relación indispensable para la vida, para las dos partes involucradas. Por un lado, la bacteria puede fijar fósforo o nitrógeno de la atmosfera y luego hacer un aporte de estos nutrientes fundamentales a la planta. Ahora bien, la bacteria no regala nada. La planta es capaz de aportar diversos hidratos de carbono a la bacteria, los cuales representan el combustible vital para que esta última pueda desarrollar los procesos fundamentales para la vida. Ejemplos de estas relaciones, hay múltiples, muchas veces la bacteria incluso hace aportes de biofungicidas o bioinsecticidas.
Este relación entre los dos organismos, proporciona a la planta protección, crecimiento, desarrollo y demás, lo que otorga al productor no más ni menos que rendimientos. Además, nos permite ahorros en costos como fertilización y fumigación entre otros, que además no nos olvidemos que van atados a los aumentos en fletes y gas-oil. La microbiología también es una clara herramienta de protección al ambiente, cuidando la estructura de nuestro suelo y nuestras fuentes de agua; en fin, nuestros recursos que tan valiosos son. La Argentina no solo cuenta con condiciones agro-climáticas privilegiadas sino también que tiene tecnología agrícola de punta. Es inmenso el potencial de desarrollo que tenemos en cuanto a genética y microbiología, las cuales son variables que cada vez toman mayor importancia en el camino a satisfacer el hambre del planeta, obtener nuestros beneficios como productores y preservar la naturaleza.
La identificación de lotes de producción a partir de mapas satelitales es hoy el camino para mejorar el negocio a partir de innovaciones tecnológicas y un enfoque integral del cultivo.
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