La olivicultura viene creciendo a una tasa continua durante los últimos 200 años. Este crecimiento se debe principalmente a dos grandes motivos: la tradición y una nueva tendencia a “lo natural”.
La tradición en este negocio es tan importante, que fue la que convirtió a España en el mayor productor del mundo con casi el 50% de la producción mundial de aceitunas. Dentro de este contexto de una economía milenaria y desarrollada en los países de la cuenca del Mediterráneo, también se agregan Siria, Turquía, el Líbano. Sin embargo, a lo largo de los últimos años han aparecido nuevos players en el mundo. La Argentina es claramente uno de ellos.
Argentina, un player con peso propio
Estos nuevos players se encuentran actualmente frente a la ventaja que les da el hecho de poder adaptarse a los nuevos requerimientos del negocio por entrar al mismo más tarde. Los crecientes aumentos de la mano de obra a nivel mundial, la escasez de tierra cultivable y los constantes avances tecnológicos están empujando la producción de aceitunas a nuevos horizontes. Las plantaciones de súper alta densidad con más de 1.000 plantas por hectárea y la implementación de la cosecha mecánica representan los dos principales factores que un nuevo player en el sector tiene que tener en cuenta.
Con los actuales precios de mercado un campo que no admite cosecha mecánica no es rentable, ni siquiera en España con los subsidios que el gobierno otorga a los productores. Si España no es capaz de sostenerse sin la cosecha mecánica, en el corto plazo se tendrá una caída de producción porque no van a poder mantener los proyectos más sensibles al costo. Los primeros costos a ser recortados en los campos serán probablemente los de riego y fertilización. Esto implicaría que serán menos irrigados, menos fertilizados y menos cuidados, repercutiendo tarde o temprano en los niveles de producción.
Los últimos dos años de altísima producción en España han generado una caída de precios, la cual comenzará a generar un decaimiento de la producción futura. Esto, junto a una tendencia al alza del consumo presionará al mercado para volver a precios históricos (más altos).
Las adaptaciones que tendrán que hacer los países productores tradicionales en sus cultivos implicarán costos muy altos, ya sean económicos, como también sociales. Será muy difícil para países como España o Italia adaptarse a estas nuevas tendencias; y es ahí donde los nuevos productores comenzarán a tener peso a nivel mundial en este negocio.
En el caso particular de la Argentina, y dada su gran capacidad como país agroexportador, es indudable que, adquiriendo buena tierra productiva, un paquete tecnológico avanzado y aprovechando el conocimiento heredado y ganado durante las últimas décadas, la inversión en el negocio olivícola superará todas las expectativas.
httpv://www.youtube.com/watch?v=XExq_T0pv8A&feature=related