El contexto internacional marco un quiebre. Los precios agrícolas cayeron fuertemente y la soja ya no es la estrella del campo. Como consecuencia, aquellos lotes de riesgo para la agricultura están volviendo a la ganadería, lo cual abre una ventana para el negocio, que dada su relativa estabilidad se encuentra hoy en condiciones de aprovechar esta oportunidad y tomar vuelo. Pero esta decisión no sólo debe ser una opción coyuntural de ventaja momentánea, sino que se debe volver a la producción ganadera con una visión estratégica, de largo plazo y comprometida con los modelos productivos sustentables.
Las políticas macroeconómicas argentinas siguen golpeando a la agricultura, e impactando de manera negativa en el negocio de la carne vacuna. Debido a esto, en el país se siguen liquidando vientres (45,8% faena de hembras) y faenando animales livianos. A pesar de esto, el mercado sigue llevando los precios, y consumiendo todo lo que localmente se produce. Si se piensa en estos incrementos sin retención de vientres, un panorama de mayor apertura y con un incremento de demanda, hará subir aun más los precios. Si bien no se sabe quién ganará las próximas elecciones, si tenemos en cuenta las declaraciones de los dos principales opositores, las expectativas son positivas en términos de política de exportaciones (mejora en el tipo de cambio neto y eliminación de ROE´s).
Localmente, la relación de precios “ternero/novillo” se encuentra distorsionada. Especialistas en el tema consideran que esto debe ajustarse, pero no en detrimento del precio del “ternero”, sino que el “novillo” será quien haga el ajuste para arriba.
A pesar de la caída del comercio internacional, la marca “Carne Argentina” sigue teniendo fuerza. El ciclo ganadero es largo y no hay que cegarse ante la posibilidad de la carne vacuna. Hay que prepararse hoy para aprovechar las condiciones que se presenten en el futuro.