No cabe duda que la Agroindustria es un sector que siempre ha traccionado la economía del país pese a contextos muy adversos tanto a nivel local como internacional por los que ha tenido que transitar.
Habiendo dejado atrás una de las mayores sequías de los últimos 70 años que afectó los rindes la la campaña agrícola 2017/2018, el campo se prepara para una siembra récord en la nueva campaña, 2018/2019, en la que invertirá US$10.100 millones. Se estima que la siembra de granos alcanzará los 37,2 millones de hectáreas, una mejora del 3% con respecto al año pasado y un récord histórico. De esa cifra, los seis principales cultivos del sector son maíz, soja, trigo, girasol, cebada y sorgo, que ocuparán 34,4 millones de hectáreas.
Una vez más y como siempre, el Campo Argentino muestra capacidad de adaptación y se reinventa.
Vemos que en este año existen oportunidades y enseñanzas de cara a la campaña 2018/2019. Entre ellas se destacan: una mayor oferta de tierras para arrendamiento, aumento en los precios de los cultivos superior al 20%, demanda creciente de alimentos a nivel mundial, dólar alto que favorece a los negocios ligados a la exportación y un año que se prevé más bien neutro climáticamente.
Además, hay buenas relaciones entre precios de insumo-producto y de gramíneas-leguiminosas. Por otro lado, la devaluación implica beneficios para todos los costos que están pactados en pesos, como ser labores, servicios, fletes, entre otros.
Resulta así fundamental también la “diversificación productiva” en lotes y cultivos, la ambientación por imágenes y las mejoras en la planificación para ser muy eficientes productivamente y lograr estabilidad y potencialidad de los cultivos.
Un productor no sólo debe lograr grandes rindes para ser competitivo, sino además debe ser muy eficiente con sus finanzas, conocer de impuestos, ser muy hábil en su estrategia comercial, desarrollar nuevas capacidades, reinventarse constantemente, etc., evitando así por ejemplo perder en la variable precio todo lo que ganó “puertas adentro” en el potrero. Es que la dinámica misma del negocio así lo amerita. Siempre hay que adquirir nuevas capacidades para mantenerse competitivo, buscando poder dominar cuestiones micro desde la excelencia, desde la estrategia de contexto, y de cómo siempre se puede “hacer algo más”, buscando que eso mismo pueda replicarse también a nivel país para poder tomar las oportunidades que están ahí para ser capitalizadas.
Indudablemente hay que hacer muchas cosas bien, de manera sostenida y disciplinada en el tiempo, para poder así mejorar los procesos, generar hábitos que potencien los círculos virtuosos y las mejores prácticas. El desafío es poder ir construyendo entre todos una Argentina mejor, con instituciones inclusivas que promuevan el crecimiento al alcance de todos y favorezcan el desarrollo del conjunto de la sociedad de manera sostenible.
Se debe todavía generar mayor previsibilidad y estabilidad, mayor institucionalidad, reglas de juego claras y seguridad jurídica para que los privados apuesten con más convicción y mirada de largo plazo. En esa dirección vamos, por el camino correcto.