El emprendimiento, integrante del CREA Olivícola San Juan, destina sus frutos a la industria de elaboración de aceite de oliva y a la producción de aceitunas de mesa.
Dado el contexto del mercado mundial y las particularidades que conlleva la producción olivícola, la opción del fideicomiso adquiere, para algunos productores, especial relevancia. La figura del fideicomiso permite que, con aportes de pequeñas sumas de capital de múltiples inversores, se puedan concretar grandes proyectos productivos. En la finca olivícola de ADBlick pueden dar testimonio de eso.
ADBlick Olivos se encuentra estructurado mediante dos proyectos dentro de una misma finca: Olivos I, en ejecución desde 2009, con un total de 256 hectáreas, y Olivos II, vigente desde 2011, que agrupa otras 576 hectáreas. El predio cuenta con disponibilidad para desarrollar productivamente otras 120 hectáreas.
El emprendimiento productivo diseñado por ADBlick, empresa que cuenta con fideicomisos en diferentes actividades agroindustriales, tiene –sumando Olivos I y II– un total de 380 inversores de diferentes perfiles. La cuota mínima de acceso es de 13.000 dólares.
Integrante del CREA Olivícola San Juan (región Valles Cordilleranos) y localizado en Reducción, departamento de Rivadavia (Mendoza), el fideicomiso cuenta con derecho de agua de riego proveniente del río Tunuyán, lo que representa una gran ventaja al no tener que recurrir a perforaciones para obtener agua subterránea. El riego en toda la finca se encuentra presurizado y automatizado, de manera tal de hacer un uso eficiente del recurso en función de las necesidades concretas de las plantas.
«La región Valles Cordilleranos cuenta con dos grupos olivícolas: Olivícola San Juan y Arauco; en ambos, luego de un gran trabajo, logramos unificar criterios para comparar costos y márgenes, de manera tal de poder efectuar un monitoreo permanente y comparativo de indicadores de clave en todas las empresas olivícolas que integran la red CREA”, explica Manuel Diez, gerente general de la finca olivícola de ADBlick
“En la red CREA las empresas olivícolas suman en total unas 3500 hectáreas y alrededor del 10% de la producción nacional, además de estar presentes en todas las provincias productoras: Mendoza, San Juan, Catamarca, La Rioja y Córdoba”, añade.
La finca comercializa los frutos con destino a la industria para la elaboración de aceite de oliva, como a la producción de aceituna de mesa. Entre sus clientes se encuentran Molinos, Zuccardi, Sovena y Nucete. También destina parte de la propia producción para elaborar aceite de oliva a fazón con destino al mercado externo.
“En los últimos tiempos se eliminaron muchas plantaciones de olivos en Mendoza debido al avance de la urbanización. Por ese motivo, somos actualmente los mayores productores de aceitunas y aceite de oliva de la provincia”, comenta Manuel.
Al finalizar el balance auditado de cada ejercicio, se realiza una asamblea entre los inversores del fideicomiso para decidir, en caso de haber utilidades, cómo se gestionarán en lo que respecta a la distribución de dividendos y reinversión.
“Los inversores son propietarios de una porción de la finca, por lo que, si quieren salir del fideicomiso pueden vender su parte. En los casos en lo que esto ha sucedido, se encontraron con una revalorización de su inversión debido a las mejoras promovidas en la tierra”, remarca.
Tanto la poda como la cosecha de la aceituna con destino a la elaboración de aceite se realiza de manera mecanizada por medio de contratistas, mientras que aquella que se elabora para aceituna de mesa exige cosecha manual.
El período óptimo de cosecha para elaborar aceite de oliva en la zona se extiende de desde fines de abril hasta comienzos del mes de junio. “La cosecha mecánica de las aceitunas permite que el tiempo entre la recolección y el ingreso a la fábrica para el procesamiento sea mínimo, lo que garantiza una elevada calidad del aceite obtenido”, apunta Manuel.
Afortunadamente, la helada intensa que afectó a la provincia de Mendoza a comienzos de noviembre pasado no resultó dañina para los olivos porque en ese momento la planta no se encontraba en una fase productiva crítica. “Venimos transitando una campaña climáticamente favorable para la olivicultura”, señala el gerente de la finca.
En España e Italia, las dos naciones que concentran la producción mundial de aceite de oliva, las producciones vienen decayendo de manera dramática por efecto de una sequía combinada con altas temperaturas en los períodos críticos. Adicionalmente, el consumo mundial de aceite de oliva, que se había incrementado luego de la pandemia de Covid-19, experimentó un nuevo salto luego de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, dado que ese conflicto bélico provocó disrupciones en las cadenas de suministro del aceite de girasol.
En ese marco, luego de registrar un piso de 2345 u$s/tonelada en mayo de 2020, los precios de exportación del aceite de oliva a granel argentino comenzaron a subir para superar los 3800 u$s/tonelada en febrero de 2021 y los 4440 en marzo de 2022. Si bien desde mediados de este año comenzaron a aflojar, siguen siendo elevados en términos históricos
Uno de los mayores desafíos que enfrenta la actividad –como muchas otras producciones intensivas– es la disponibilidad de trabajadores en los períodos de cosecha, dado que existe una proporción importante de beneficiarios de planes sociales que optaron por salir del mercado de trabajo o, en caso de ingresar, no tienen un comportamiento predecible al respecto. Otro inconveniente es la falta de financiamiento adecuado, con tasas de interés accesibles, para conseguir capital de trabajo y aportes orientados a realizar inversiones.
“Otra gran preocupación en la región es que en los últimos años vienen disminuyendo las nevadas y se están reduciendo los glaciares, con lo cual el caudal de los ríos se retrae y promueve restricciones hídricas más prolongadas”, comenta Manuel. Parte de ese problema podría ser solucionado con perforaciones que capten el agua subterránea, pero eso solo es viable si el costo energético de extracción y distribución del recurso resulta acorde a los números de la actividad, que, en cualquier caso, requiere economías de escala para ganar competitividad.
“Somos optimistas porque contamos con los recursos naturales, la gestión y la tecnología necesarias para producir un alimento de excelente calidad que tiene una demanda creciente en el mundo”, resume Manuel.
Identificación de origen
A partir de 2022, Mendoza fue la primera provincia argentina en obtener la denominación de origen para su aceite de oliva extra virgen. En realidad, se trata de la primera que se otorgue por fuera de la Unión Europea –después de Túnez– y la primera en Latinoamérica. Ese logro, promovido por la Asociación Olivícola de Mendoza, entidad gremial que agrupa a las principales empresas olivícolas, permite destacar las propiedades del producto mendocino, que cuenta con un alto contenido de ácido oleico otorgado por la latitud de cultivo y el clima mediterráneo.
El aceite con denominación de origen puede contar con un mínimo de 20% y un máximo de 50% de la variedad Arauco, pudiendo aparecer, en las proporciones restantes, como complementarias Frantoio, Arbequina, Farga, Coratina, Picual y Corneiki. La acidez debe ser menor a 0,6% con polifenoles totales mayores a 100 partes por millón.
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