Es claro que hoy estamos viviendo en un contexto en el que el clima está cambiando, o bien presenta mayor variabilidad a la habitual. Es cada vez más común el hecho de notar en las charlas de café que la gente hace referencia a la transición que estamos viviendo hacia un clima más sub-tropical, dejando poco a poco las características de nuestro benévolo clima templado. Esta cuestión implica un aumento en la humedad relativa, tormentas más fuertes e intensas pero, a su vez, más cortas y, por supuesto, un incremento en las temperaturas medias. Sin ir más lejos, hemos pasado un mes de febrero que ha sido realmente agobiante y todo pareciera indicar que estamos en presencia de un verano que va a demorar en irse.
Desde el punto de vista productivo, la ganadería es una actividad que no está exenta de todas estas cuestiones. Como toda actividad de economía real, hablamos de un negocio a cielo abierto sujeto a la variabilidad climática y su impacto. Por tal motivo, al parecer desde la Región Pampeana estamos entrando en una nueva senda de producción en la cual es indispensable plantear un cambio de manejo a causa de cómo vienen presentándose últimamente las variables climáticas más importantes (temperatura, precipitaciones, y humedad relativa).
Hoy, puntualmente, haremos referencia al estrés térmico generado por la última ola de calor que nos viene azotando, la cual ha afectado a la actividad de pastoreo y también a los animales a corral.
En la producción a campo, en primera instancia, es clave que los animales tengan acceso al agua (siempre controlando su oferta y calidad) y a sectores de sombreado. De ante mano, siempre es importante monitorear los pronósticos meteorológicos de corto plazo para poder anticiparse desarrollando planes y herramientas de acción. Otra cuestión a tener en cuenta es la de ir cambiando paulatinamente los horarios de alimentación apuntando a entregar el 45% de la ración lo más temprano posible por la mañana mientras que el restante 55%, lo más tarde que se pueda para evitar la exposición a las mayores temperaturas diarias. Finalmente, es importante tener en cuenta que la suplementación con grano podría contribuir a disminuir las probabilidades de meteorismo espumoso (empaste), sobre todo en animales donde el sistema de engorde base está planteado en pasturas de tréboles.
Haciendo referencia al engorde a corral (feed-lot), nuevamente hay que comenzar priorizando agua y sombra. De esta manera, se debe incrementar el número de bebederos y los espacios en los corrales para brindar agua. A mediano plazo, es importante también efectuar una planificación en cuanto al sombreo. Aquí es sumamente clave tener en cuenta, además, la circulación del aire. Si no hay una buena distribución, el animal puede sufrir en exceso el incremento de las temperaturas. Así, es recomendable moverlos, evitando movimientos excesivos y que los mismos sean después de las 10 de la mañana dado que caso constrario el animal gastaría demasiada energía, sobre todo en presencia de barreras naturales que eviten la circulación de corrientes de aire (forestales, etc.). Finalmente, en épocas de verano con altas temperaturas, una cuestión clave que hace al manejo sanitario es el control de poblaciones de moscas y otros parásitos. Es importante, así, proceder a la limpieza en los comederos, evitando dejar restos de comida en los mismos. Además, la ausencia de agua estancada contribuye a bajar la población.