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“El Campo” para dar vuelta la Crisis

La Argentina de los últimos meses vive discutiendo si vamos o no a un default, o cómo afecta la crisis de los cuadernos a empresarios y políticos. Marchas, piquetes, cuál debería ser el precio del dólar, Flan sí, Flan no, cuál fue el costo de haber minimizado “la herencia”, etc. ¿Son este tipo de discusiones las que nos permiten reflexionar y buscar los remedios que nos dejen paliar la crisis que sufrimos? ¿O debemos ir por más, ser más autoexigentes y buscar arrancar de raíz las causas que generan los problemas que más nos agobian?

Para evitar que el dólar siga trepando y apaciguar los conflictos sociales, muchos analistas aseguran que se necesita una mayor coordinación económica, cambios políticos, más crédito para detener la caída de nuestras reservas. ¿Serán estas las soluciones que necesitamos?

Hoy vemos un escenario de huida de capitales de la Argentina, el riesgo país en niveles muy altos, precios de los bonos y acciones por el piso. Más allá de la situación de Brasil con el dólar superando los $4 reles, la crisis en Turquía, la Guerra Comercial, etc., y una Argentina que “ya pasó de moda”, o por el contrario, que volvió a estar de moda esta semana en los mercados financieros, pero por los peores motivos: se multiplicaron en los últimos días las compras de seguros contra default por parte de inversores internacionales.

Hablemos con rigor: La realidad es que sin reglas de juego claras, sin una visión de mediano y largo plazo, caemos en los mismos problemas siempre… se gasta por encima de los ingresos y esto deriva en un déficit fiscal crónico, alta inflación, instituciones “soft” que fomentan corrupción en muchos niveles, desconfianza, y cuántos más problemas políticos y económicos tengamos, mayor será la violencia que sufriremos los argentinos y más se profundizará la “grieta” que nos divide.

Por estos motivos, los argentinos no invierten en Argentina, tampoco la financian, se llevan el dinero afuera y nos quejamos cuando no llega dinero del exterior. ¿La salida de este cruel laberinto, está en nosotros mismos? ¿Cómo hacemos para reducir los gastos, en muchos casos, inflexibles a la baja, y al mismo tiempo subir los ingresos?

Pareciera que los propios argentinos no tenemos confianza para invertir, consecuentemente los extranjeros adoptan el mismo camino que los locales.

Resulta fundamental aplicar políticas públicas que fomenten la inversión y las políticas que incrementen la productividad. Es una tarea de todos poder como país capitalizar las ventajas comparativas que tenemos. Si a estas ventajas le sumamos “inversión” (en infraestructura por ejemplo, para lograr reducción de costos, de tiempos, mayor eficiencia operativa, etc), “institucionalidad y reglas de juego claras”, “mayor predecibilidad”, indudablemente nos podremos volver a encausar en el camino del desarrollo y crecimiento que tanto necesitamos.

Estamos en un momento bisagra, un punto de inflexión para poder entre todos salir de esta situación que nos aflige. Cada uno debe, desde el lugar donde le toque, redoblar el esfuerzo. Trabajar el doble para ganar la mitad. Dar el ejemplo. Evitar los atajos que nos alejan de las buenas prácticas. Apoyar a quien pierda la esperanza. Los esfuerzos que hoy se realizan darán sus frutos en 2019. Cada acción suma, cada gesto contagia en el sentido que le demos.

Tenemos un problema sumamente complicado pero no es imposible de resolver. Hay pocos rubros que puedan traccionar y dinamizar la economía de Argentina como el sector Agropecuario. El campo con la cosecha de trigo a fines de este año y la cosecha de gruesa a inicios del siguiente, podría darnos una gran mano. Las tasas actuales del 45% que están asfixiando al sector productivo, tendrán un horizonte descendente.

Debemos creer en nosotros mismos. Los argentinos, ¿qué queremos hacer con el país? Invertimos o seguimos acopiando dólares. La ponemos acá o la llevamos afuera? Seguiremos viajando al exterior o aprovecharemos para conocer más de nuestro país e invitar a extranjeros a que también lo hagan?

Para prosperar, irremediablemente se necesitan reglas claras y espíritu de mirar hacia adelante. Al futuro no se lo debe adivinar, se lo debe forzar, desear y para ello es necesario tener la voluntad de cambiar las circunstancias y la historia para que las cosas se logren. Debemos lograr hacer que las cosas “pasen”, no que “nos pasen”.

Las políticas de largo plazo son indispensables para optimizar el potencial que los sectores productivos pueden generar en nuestra economía, con todo lo que ello implica para el país. Esperemos que como argentinos podamos hacernos cargo de lograr el país que tanto queremos. De cada uno de nosotros depende.

Buen pronóstico para la ganadería

Con un inicio de semana muy movido, 927 animales tan solo el lunes en el mercado de Liniers, 60% compuesto por vacas, traccionadas no solo por los compradores de siempre, sino también por los nuevos jugadores que han concretado negocios con China.

Algo de esto ya se vislumbraba por el mes de abril, cuando las exportaciones de carne vacuna crecieron 57% interanual, medida en volumen. En palabra de los expertos, lo que se destacó fue la creciente demanda de los países asiáticos que llevan principalmente cortes de vaca y de menor valor. Al mismo tiempo, indicaron que este año se superarían las 400 mil toneladas y que en dos años se podrían alcanzar las 600 mil toneladas res con hueso.

Si bien, el primer semestre arrancó muy complicado por el impacto del clima y la baja en los precios de la hacienda, consignatarios indicaron que las perspectivas para la segunda parte del año son buenas y se empieza a ver una recomposición de valores en la cría y la invernada. Además, resaltaron la importancia de seguir aumentando las exportaciones de carne vacuna.

Yendo un poco hacia el mercado interno, cabe mencionar que el precio de la carne vacuna subió un 2,5% en mayo, según datos de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (CICCRA) en base a los mostradores en el Gran Buenos Aires. Pese a la suba, el consumo no aflojó: Creció 4,6% versus igual mes del año pasado.

Según informó Ciccra, la suba en la carne vacuna al público estuvo por debajo del incremento de la hacienda, que trepó un 7,8 por ciento. Vale recordar que la hacienda se recuperó tras bajar 7,8% en marzo y 0,2% en abril.

De acuerdo a Ciccra, entre abril y mayo el alza de la carne vacuna en el mostrador también fue inferior a la estimación preliminar del aumento del nivel general de precios minoristas, calculado en 2,8 por ciento.

«En la comparación interanual todavía se observó una suba levemente superior de la carne frente a la hacienda en pie. Entre mayo de 2017 y mayo de 2018 el precio promedio de la hacienda en pie subió 16,2% y la carne vacuna experimentó un aumento de 17%», en palabras de la entidad.

Respecto del consumo per cápita, el mes pasado se ubicó en 58,9 kg/año. En términos interanuales mejoró un 4,6%. En tanto, el promedio de los primeros cinco meses del año fue de 57,9 kg/hab/año, una mejora de 3,4% interanual.

ADBlick crece y lanza Business Consulting, su nueva unidad de negocios

Por: Darlo Lizárraga |

ADBlick, empresa especializada en el desarrollo de proyectos de inversión en distintas especialidades del agro, presenta su nueva unidad de consultoría integral en agronegocios para empresas de Argentina y Sudamérica. A través de esta nueva unidad de negocios, ADBlick asesorará tanto a grandes empresas, como a pymes y start ups en distintas áreas para ayudarlas a potenciar su crecimiento y consolidación.

“La fortaleza de nuestra compañía siempre fue el análisis de negocios tanto en lo que se refiere a las oportunidades, como a las cadenas de valor y los riesgos. Por cada negocio que lanzamos desde ADBlick existieron otros 10 negocios que evaluamos a los que dijimos que no. A lo largo de nuestra historia, mucha gente del sector de agro empezó a mirar nuestros planes de negocios y a pedirnos asesoramiento. En ese sentido, la idea de consolidar ADBlick Business Consulting como una unidad formal se dio naturalmente” afirma José Demicheli, fundador y CEO de ADBlick.
Este equipo estará bajo la dirección de Dardo Lizárraga, quién asumió como Managing Director de ADBlick Business Consulting. Dardo fue Director de Operaciones, de Estrategia y de Ventas en Monsanto Argentina y ocupó roles de liderazgo en Brasil y Estados Unidos en esa misma compañia. Es además Profesor Titular de Agronegocios en el Posgrado del ITBA y orador especializado en temas de agrotecnologías y relación sustentable social, ambiental y laboral.

«Argentina tiene el potencial de producir más de 180 millones de toneladas de granos en los próximos 10 años, impulsando la conversión a proteína animal y bioenergías y generando uno de cada tres nuevos empleos en el país. Desde ADBlick Business Consulting buscamos acompañar y potenciar a las empresas del sector apalancando su crecimiento, inversiones tecnológicas, aumentando su competitividad y fomentando la sustentabilidad. Puertas adentro esperamos que sea la unidad de negocio con mayor crecimiento, llegando a duplicar el volumen de negocios actuales» comenta Lizárraga.

ADBlick Business Consulting es equipo profesional interdisciplinario, capaz de cubrir todas las áreas necesarias para el análisis de los negocios. Contamos con experiencia internacional en Argentina, Brasil y Estados Unidos y nos hemos formado en empresas líderes del sector y en escuelas de negocios de primera línea.

Además de los servicios integrales de consultoría en agronegocios, que incluyen análisis de estrategias globales; análisis de factibilidad de nuevas oportunidades; proyectos de sustentabilidad social, ambiental y laboral; implementación de herramientas de gestión comercial y de operaciones; desarrollo de planes de crecimiento, y desarrollo organizacional y sistemas de valuación de compañías M&A, se destaca el desarrollo de soluciones informáticas a través de una alianza estratégica y colaborativa con Accenture Digital.

Que no se devalúe la palabra

Muchas veces llegamos a preguntamos si el Agro es un sector con potencial en la Argentina y en el Mercosur, y si tenemos ventajas comparativas a nivel regional. Esto es como si en los Emiratos Arabes se pregunten si el petróleo que extraen les genera algún valor o si en Chile tienen buenas perspectivas los proyectos ligados al “metal rojo” que es el cobre.

Como segunda inquietud, los argentinos nos preguntamos si el mundo demanda los productos que producimos en Argentina, y si esa demanda es sostenible en el tiempo. Una vez más, yo creo que la respuesta es sí.

A medida que la población mundial aumenta, la tierra  cultivable disponible se reduce: 1 de cada 9 personas en el mundo, se va a dormir con hambre! Así, el Cono Sur aparece como una de las regiones mejor posicionadas para afrontar el desafío del hambre en el mundo. Con condiciones agroecológicas privilegiadas, y con demanda futura asegurada, el Agro argentino es el principal sector para dinamizar la economía del país.

¿Por qué entonces no logramos posicionarnos de cara al mundo y desarrollar todo el potencial que tenemos? Un productor no sólo debe lograr grandes rindes para ser competitivo, sino además debe ser muy eficiente con sus finanzas, conocer de impuestos, ser muy hábil en su estrategia comercial, desarrollar nuevas capacidades, reinventarse constantemente etc. evitando así por ejemplo perder en la variable precio todo lo que ganó “puertas adentro” en el potrero.

En este sentido, los desarrollos micro se entremezclan con la problemática macro.

Con todo lo que aporta la producción argentina al desarrollo del país, el porcentaje del PBI que genera la Agroindustria, la generación de empleo, la inversión extranjera directa que promueve, etc. es difícil concebir que muchos vean a quienes participan del sector como “oligarcas”, en sentido negativo, despreciativo. Posiblemente haya una falta de comunicación, carecemos de un “share of voice” para evitar la falta de rating que sufrimos como sector.

Otra consulta que nos hacemos a veces es si ser el supermercado del mundo, ¿Podría ser una realidad o es una utopía?

Indudablemente, se están haciendo cosas, pero todavía nos falta mucho para generar competitividad. Con el actual Gobierno, pasamos de un régimen “extractivo” a un régimen más “inclusivo” donde se premia la capacidad, el esfuerzo, tal como lo explican Acemoglu y Robinson en su libro “Por qué fracasan los países”.

Sin duda, siempre hay que adquirir nuevas capacidades para mantenerse competitivo, buscando poder dominar cuestiones micro desde la excelencia, desde la estrategia de contexto, y de cómo siempre se puede “hacer algo más”, buscando que eso mismo pueda replicarse también a nivel país.

Aún tenemos un problema muy serio que es la alta presión tributaria, donde existen impuestos sobre la renta real de la actividad en moneda dura, y con un alto porcentaje que “destripan” al productor. Pero peor es aún, el efecto impositivo que genera el no poder hacer ajustes por inflación, léase, la imposibilidad de ajustar las ganancias nominales por variaciones en el tipo de cambio, lo cual genera efectos muy distorsivos y una asfixia para quien asume todo el riesgo. El no ajuste por inflación no hace otra cosa que fomentar la desinversión, dado que el nivel de incertidumbre que se asume al invertir, no se repaga con un negocio planteado así. De esta manera, se impulsa a la especulación financiera antes que las inversiones productivas en economía real, se estimula el mercado informal, etc.

Pienso que debemos imitar a los países que lograron tener instituciones inclusivas, que respetan el derecho a la propiedad, que dan previsibilidad, reglas de juego claras, que incentivan la producción agropecuaria e industrial, generando confianza a mediano y largo plazo.

Millones de dólares sería la mejora para el fisco si se suspendiera la reducción de las retenciones a la soja, pero eso se neutralizaría por menores ventas. Que no se devalue la palabra…

Siguiendo esta línea, inexorablemente, para ser el supermercado del mundo, hay que generar una “marca país”, pues los supermercados venden, en definitiva, marcas. Y para construir “marca” tenemos que generar en primera medida, credibilidad.

Debemos hacer muchas cosas bien, de manera sostenida y disciplinada en el tiempo, para poder así mejorar los procesos, generar hábitos que potencien los círculos virtuosos y las mejores prácticas. El desafío es poder ir construyendo entre todos una Argentina mejor, con instituciones inclusivas que promuevan el crecimiento al alcance de todos y favorezcan el desarrollo del conjunto de la sociedad de manera sostenible. Hay que generar todavía mayor previsibilidad y estabilidad, mayor institucionalidad, reglas de juego claras y seguridad jurídica para que los privados apuesten con más convicción y mirada de largo plazo. Debemos lograr hacer que las cosas “pasen”, no que “nos pasen”.

Las políticas de largo plazo son indispensables para optimizar el potencial que el Campo en su conjunto tiene de aquí a los próximos años, con todo lo que ello implica para el país.

A las habilidades o recursos con los que uno cuenta, y que muchas veces vienen dados, debemos generarles un marco para que expresen su potencial. Esperemos que como argentinos podamos hacernos cargo de lograr el país que tanto queremos. De cada uno de nosotros depende.

Los Secretos Genéticos de la Agrícultura que Viene

Desde la segunda mitad del Siglo XX hasta los días de la actualidad, hemos sido testigos de una serie de hechos que cambiaron nuestro mundo. Dentro de estas cuestiones, emerge un tema que preocupa y puede verse sumamente claro. Toma fuerza día a día y es algo ya difícil de controlar: La población mundial crece día a día, sobre todo en los países en vías de desarrollo; esto es algo que parece no tener freno…

Lógicamente, una mayor población implica más necesidades básicas que satisfacer: Comida, agua, refugio y espacio. En las charlas de café, muchas veces nos planteamos este gran desafío para la humanidad: ¿Cómo administraremos los recursos escasos de la manera más eficiente posible para satisfacer tales necesidades mencionadas?

Ahora bien, hoy nos vamos a centrar en la primera de éstas. Sin dudas, el aumento de la población implica una mayor demanda de alimentos. ¿Es viable hoy en día aumentar la superficie cultivable por desmonte y otras prácticas, alterando así múltiples ecosistemas en equilibrio? La respuesta a priori es totalmente negativa. Todo pareciera indicar que el puente hacia el crecimiento está marcado por el aumento de la productividad por hectárea sembrada. Para lograrlo, uno de los aliados clave es el mejoramiento genético vegetal.

Esta semana, se realizó el lanzamiento de la nueva marca de semillas de una de las empresas líderes del sector agroindustrial. La novedad, corresponde a la incorporación de nuevas tecnologías en esta gama de semillas, lo cual en definitiva nos lleva a lograr mayores rendimientos en la producción de grano, mayor índice de cosecha y como consecuencia, un aumento en la productividad por hectárea sembrada.

A través de dichas tecnologías, no solamente podremos apuntar a un uso más eficiente de los insumos sino que también el productor puede mejorar su competitividad desde el  punto de vista de los costos. Al mismo tiempo, siguiendo la modalidad del manejo integrado de adversidades, si se respetan las aplicaciones de acuerdo a las recomendaciones de los respectivos productos, se podrá apuntar a lograr la consolidación de un agroecosistema en equilibrio, cuestión sumamente importante en cuanto a la conservación de la biodiversidad, entre otras cuestiones.

El mundo en cierto modo nos regala una oportunidad a nosotros los argentinos. Como se mencionó, la población mundial está creciendo de manera exponencial y con ella, la demanda de alimentos. Argentina tiene una ventaja: Cuenta con la mayor cantidad de recursos naturales per cápita y condiciones agro-ecológicas realmente privilegiadas para la producción de alimentos.

Si utilizamos a la genética como aliada y como productores asumimos la responsabilidad y el compromiso que nos corresponde, podremos cuidar tales recursos para acoplarnos a la demanda mundial de alimentos de manera sustentable. De todos nosotros depende capitalizar los continuos avances logrados en materia de mejoramiento genético vegetal, justamente para exprimir a fondo nuestras ventajas competitivas y nuestro “know-how” en producción, continuando así nuestro camino hacia el crecimiento.