El desarrollo de los Agronegocios en Argentina es tomado en el mundo como un buen ejemplo de lo que el mundo académico llama “agricultura del conocimiento”. En ella convergen una serie de innovaciones tecnológicas – y la consecuente necesidad de especialización y coordinación – y nuevas competencias en los talentos y las organizaciones. Esta tendencia se acelerara y profundizara durante el siglo XXI.
En el caso de la agricultura, a la enorme difusión actual del uso de híbridos y variedades, moléculas químicas cada vez mas amigables con el medio ambiente, la biotecnología y la siembra directa, se le están agregando nuevas tecnologías que modificaran la forma de producir.
Estamos viendo nuevos desarrollos de la biotecnología – todavía mas en laboratorios que en el campo – que transformaran la tradicional forma de ver a las plantas. Los productos que producirán ya no solo serán alimentos, como proteínas, fibras o hidratos de carbono; las plantas servirán para producir energías limpias, bioplasticos degradables que ayudaran a resolver el problema de la basura, productos para bioremediacion, medicinas o enzimas industriales más eficientes y baratas. Estos nuevos vegetales están mas cerca de ser bioreactores o “plantas industriales”, pero con enormes beneficios sobre los que vimos nacer en la revolución industrial, ya que utilizan energía solar y no emiten CO2, por el contrario, lo absorben. Estas plantas pueden ser diseñadas en los laboratorios por los “nuevos arquitectos de la biología” y, así como el siglo XX fue el de las comunicaciones, el siglo XXI ya muchos lo llaman el siglo de la genética. La información para determinar estos nuevos productos y estas “nuevas fábricas” estan almacenadas en una semilla, que conceptualmente se parece mas a un chip.
También habrá nuevas moléculas químicas dirigidas no solo a la eficiencia en el control de plagas sino a reducir el impacto sobre el medio ambiente. En este sentido la nanotecnología será un buen socio de la química ya que las moléculas estarán envasadas en micro cápsulas que liberen lentamente los productos. Muchos de estos estarán acompañando a las semillas y de esta forma se reducirá la necesidad de pulverizar e impactar al medio ambiente.
Imaginemos una semilla con esa carga genética, cual microchips que determinan “las fábricas” y “los productos”, cubierta con productos químicos nanotecnológicos que la protegen de los enemigos naturales y con productos de la microbiología que les ayudan en su crecimiento y nutrición. La semilla vendrá acompañada de soluciones eficientes y sustentables.
Otro cambio sustancial es la difusión masiva de la agricultura por ambientes o de precisión que permitirá darle a cada metro cuadrado de suelo el uso más racional y eficiente. Las decisiones sobre que hacer, hasta ahora generales y poco precisas, serán tomadas en los centros técnicos pero ejecutadas por maquinas que permitirá darle a cada metro la dosis exacta de fertilizante o agroquímicos. Esta tecnología surge de la convergencia de la electrónica, GIS, la mecánica, internet y software. Ya no solo podremos diseñar las “industrias verdes” sino también darle la correcta “urbanización”.
Acompañaran estos desarrollos otras industrias vinculadas, que necesitaran del desarrollo de nuevos productos que se adapten al paradigma naciente, como las industrias metalmecánica, electrónica, software, petroquímica, química, de semillas, etc. También observo el desarrollo de nuevas empresas de servicios con base tecnológica, vinculadas al control y gestión de la calidad de los granos, a la relación con clientes, a la gestión de la logística y del riesgo.
En el plano de las organizaciones vienen cambios que impactaran la forma de hacer agricultura. Las plataformas de acceso móviles permitirán capturar datos y acceder a información en medio del campo y gestionar operaciones comerciales en la ”cocina” de los productores. El productor, que estaba aislado, ahora podrá estar cerca de la operación y del mundo. Estos cambios impactaran sobre la forma de gestionar y de integrarse a las cadenas de valor.
Argentina tiene muchas ventajas además de la tierra, el sol y el agua. Su capital humano es sofisticado, sus desarrollos científicos en el campo de la biología son de clase global, sus inversiones en infraestructura son de gran tamaño y eficiencia, tiene desarrollos institucionales muy exitosos como la CONABIA y el SENASA y vigorosas organizaciones de la sociedad civil. Sin embargo hay una serie de desafíos muy grandes para hacer este proceso competitivo, sustentable, inclusivo y equitativo.
Se necesitan estimular inversiones privadas y sostener a los emprendedores que llevaran adelante este proceso, el estado debe facilitar este proceso y debe invertir mucho para mejorar su calidad, hay grandes desafíos para la inversión pública – autopistas, comunicaciones, energía, educación, salud, vivienda -, la sociedad civil – incluyo especialmente a los productores y empresarios de los Agronegocios – debería tener una intensa participación en el debate público, la agenda debe incluir una revitalización de nuestra integración al mundo desde el Mercosur.
Sin duda esta parte del mundo ofrece oportunidades especiales en estos tiempos turbulentos. Nuestras sociedades tienen la posibilidad y la responsabilidad de transitar ese camino con entusiasmo, inteligencia y generosidad.