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Agroquímicos a granel, una alternativa posible

Nos encaminamos hacia una agricultura capaz de producir 180 millones de toneladas de granos en los próximos años con la introducción de nuevas tecnologías tanto en mejoramiento genético, eventos biotecnológicos y el uso de herramientas como big data con el soporte de imágenes satelitales, entre otros. Las buenas prácticas agrícolas y una mirada sistémica para robustecer los activos colectivos del agronegocio serán fundamentales para alcanzar esta meta ambiciosa de manera sostenible del punto de vista económico, social y ambiental.

Uno de los temas pendientes que tenemos en el sector es la adecuada gestión de los envases de agroquímicos que usamos para proteger los cultivos. En los últimos años hemos avanzado mucho a través de programas como AgroLimpio impulsado por CASAFE (Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes) que hoy recicla cerca del 30% de los envases en todo el país, unas 13.000 toneladas de plástico según estimaciones del Ministerio de Agroindustria.

En septiembre de 2016 se aprobó la ley nacional 27.279 para Gestión de Envases Vacíos de Fitosanitarios, la cual establece los principios mínimos para garantizar que dicha gestión y el uso posterior del material reciclado no afecte el medio ambiente ni la salud de las personas, estableciendo las etapas, los eslabones principales y las responsabilidades de cada integrante de la cadena.

Esta ley que se encuentra en etapa de reglamentación e implementación está alineada con la estrategia global de CropLife International que ha fijado como meta al 2020 la implementación de programas de gestión y reciclado de envases en todo el mundo según sus políticas de manejo responsable (Stewardship Vision 2020), irá a apalancar un salto de calidad cuantitativo y cualitativo, para ponernos a la par de otros países del mundo, como nuestros vecinos de Brasil que hace más de 10 años ya cuentan con un sistema maduro.

Para sumar a este programa y minimizar los impactos ambientales de los envases plásticos, muchas veces nos hemos preguntado si en Argentina podríamos impulsar también la comercialización de agroquímicos a granel mediante un sistema como el que posee Estados Unidos hace más de 30 años, donde casi el 80% del volumen se comercializa de esta manera.

Este sistema es una red logística de distribución ferroviaria y por carreteras que alimenta terminales de tanques distribuidas en todo el país, y almacenamiento con posterior fraccionamiento a través de los distribuidores y agronomías. Cada productor sigue comprando en los mismos términos y condiciones que lo hace hoy, y pasa luego a retirar cual “gasoil por la estación del servicio” de su distribuidor. De antemano se ponen a disposición de los productores contenedores de hasta 1000 litros de capacidad, con sus lacres y válvulas de seguridad correspondientes, tanto en consignación, en sistemas “one-way” o retornables, para garantizar la trazabilidad y evitar las contaminaciones cruzadas de ingredientes activos. Un sistema ya probado como seguro y confiable.

Los productores argentinos en su mayoría ya cuentan con medios y herramientas de trabajo para poder hacer una manejar agroquímicos en grandes volúmenes, un modelo que tranquilamente puede coexistir con la comercialización de los clásicos bidones de 20 litros, y que en definitiva ayudaría a minimizar significativamente la cantidad de plástico que hoy usamos con el modelo actual.

Si pensamos en los próximos 10 años, iniciando el diálogo, encontrando cuáles son las barreras de reglamentación, de logística e infraestructura, de trazabilidad, económicas y financieras, y otras que puedan existir, podremos aportar y desarrollar una alternativa superadora y de mejora continua a los muy buenos pasos que estamos dando.

Llegar a producir 180 millones de toneladas y poder generar 1 de cada 3 nuevos empleos en Argentina en la próxima década no es solo una meta numérica, es una evolución en la matriz de pensamiento, una vuelta de tuerca en la que se construye la ruralidad y paisaje de un país federal, habitado por argentinos de cuerpo y alma.

Los desafíos del sector agroindustrial para recuperar la competitividad

Próximos a encarar un nuevo ciclo de Agricultura en Argentina, sostenemos que se viene una campaña muy positiva ya que hay expectativas atractivas de que la demanda supere a la oferta total. Seguramente vamos a asistir a un ajuste de stocks que generará precios en alza. Esto lo vemos así dado que el crecimiento poblacional del mundo sigue a un ritmo relativamente importante, y el PBI crece prácticamente en todos los países y más en los países en desarrollo. Estos son los factores que traccionan la demanda global de granos.

Sumado a esto, en lo que el mercado interno respecta, tuvimos una última campaña con mucha sequía, lo que afectó el crecimiento de cultivos gruesos (el maíz y la soja fueron los más golpeados), exceptuando el girasol que a pesar de las altas temperaturas y la falta de agua supo aguantar el clima y poder tener un muy buen rendimiento en este último periodo.

Lo contrario pasó con los cultivos denominados finos, ya que la tardía llegada del agua para los gruesos le vino muy bien a estos últimos y pudieron solventar en gran medida las pérdidas que veníamos percibiendo. Además, la expectativa de un buen precio, nuevos aportes de humedad a los suelos y la necesidad de contar con los aportes económicos de la campaña, ubican todas las miradas en el cultivo de trigo. Una investigación de último momento muestra el beneficio en los costos del trigo; en el que se proyectó un margen teórico de 4.009 pesos y 26 quintales por hectárea en campo propio, lo que significa un 124% más que lo que se estimaba para la misma campaña del año pasado. Este crecimiento interanual está por encima de la inflación del 29% aproximadamente 4 veces.

Los saltos que buscamos

Las abundantes sequías en el país para lo que fue la última campaña de siembra y cosecha de cultivos generó una baja en los costos de alquiler de los campos y precios de los mismos, por lo que el sector se vio muy golpeado, pero, en contrapartida a esto vemos con seguridad que es un buen momento para entrar al negocio ya que podemos aprovechar la baja de precios para incrementar las hectáreas en la campaña que sigue y así usar como apoyo para dar un gran salto esta brecha entre los bajos costos de producción y los futuros precios de los cereales a comercializar en la campaña 2018/2019.

El gobierno

Como ya vimos en estos últimos años, el sector agropecuario recibe un gran apoyo por parte del gobierno, en reducción de intereses e impuestos y siempre una gran predisposición para ayudar al agro a enfrentar los problemas con los que se topa. Esto lo tomamos como un segundo apoyo para este gran salto que buscamos y esperamos ya que así reducimos la volatilidad de lo que son lo grandes riesgos que tenemos en nuestros país por producción a cielo abierto, siendo que podemos subir el piso a nuestros proyectos pero sin la necesidad de bajarles el techo.

Los Secretos Genéticos de la Agrícultura que Viene

Desde la segunda mitad del Siglo XX hasta los días de la actualidad, hemos sido testigos de una serie de hechos que cambiaron nuestro mundo. Dentro de estas cuestiones, emerge un tema que preocupa y puede verse sumamente claro. Toma fuerza día a día y es algo ya difícil de controlar: La población mundial crece día a día, sobre todo en los países en vías de desarrollo; esto es algo que parece no tener freno…

Lógicamente, una mayor población implica más necesidades básicas que satisfacer: Comida, agua, refugio y espacio. En las charlas de café, muchas veces nos planteamos este gran desafío para la humanidad: ¿Cómo administraremos los recursos escasos de la manera más eficiente posible para satisfacer tales necesidades mencionadas?

Ahora bien, hoy nos vamos a centrar en la primera de éstas. Sin dudas, el aumento de la población implica una mayor demanda de alimentos. ¿Es viable hoy en día aumentar la superficie cultivable por desmonte y otras prácticas, alterando así múltiples ecosistemas en equilibrio? La respuesta a priori es totalmente negativa. Todo pareciera indicar que el puente hacia el crecimiento está marcado por el aumento de la productividad por hectárea sembrada. Para lograrlo, uno de los aliados clave es el mejoramiento genético vegetal.

Esta semana, se realizó el lanzamiento de la nueva marca de semillas de una de las empresas líderes del sector agroindustrial. La novedad, corresponde a la incorporación de nuevas tecnologías en esta gama de semillas, lo cual en definitiva nos lleva a lograr mayores rendimientos en la producción de grano, mayor índice de cosecha y como consecuencia, un aumento en la productividad por hectárea sembrada.

A través de dichas tecnologías, no solamente podremos apuntar a un uso más eficiente de los insumos sino que también el productor puede mejorar su competitividad desde el  punto de vista de los costos. Al mismo tiempo, siguiendo la modalidad del manejo integrado de adversidades, si se respetan las aplicaciones de acuerdo a las recomendaciones de los respectivos productos, se podrá apuntar a lograr la consolidación de un agroecosistema en equilibrio, cuestión sumamente importante en cuanto a la conservación de la biodiversidad, entre otras cuestiones.

El mundo en cierto modo nos regala una oportunidad a nosotros los argentinos. Como se mencionó, la población mundial está creciendo de manera exponencial y con ella, la demanda de alimentos. Argentina tiene una ventaja: Cuenta con la mayor cantidad de recursos naturales per cápita y condiciones agro-ecológicas realmente privilegiadas para la producción de alimentos.

Si utilizamos a la genética como aliada y como productores asumimos la responsabilidad y el compromiso que nos corresponde, podremos cuidar tales recursos para acoplarnos a la demanda mundial de alimentos de manera sustentable. De todos nosotros depende capitalizar los continuos avances logrados en materia de mejoramiento genético vegetal, justamente para exprimir a fondo nuestras ventajas competitivas y nuestro “know-how” en producción, continuando así nuestro camino hacia el crecimiento.

El trigo vuelve a jugar en las grandes ligas de la exportación

La campaña agrícola que comenzó hace unos meses ya viene dando buenas noticias, en este caso le toca a la industria del trigo que muestra un fuerte dinamismo y juega en las ligas mayores con respecto a la exportación.

En el 2015 nuestro país se encontraba en el puesto N°27 exportador mundial de harina de trigo, hoy al 2017 ha logrado instalarse en el cuarto puesto y pretende seguir escalando posiciones.

Tenemos una cantidad enorme de productos para ofrecer a las distintas latitudes y queremos mostrar que somos capaces de fabricar lo que el mundo necesita. Tenemos mucha expectativa y ya comprometieron su participación empresas que no sólo fabrican harina, sino también aceite, fideos, pastas, galletas o gluten”, comentó Diego Cifarelli, presidente de la Faim, ansioso por confirmar los 350 compradores internacionales que ya comprometieron su presencia.

Hasta entonces la producción de derivados del trigo se destinaba a la región, países limítrofes. Pero es una muy buena noticia comunicar que se está trabajando para recuperar otros mercados que en el pasado tenían a la Argentina como un referente y que en la última década se perdieron.

La argentina vuelve a ser parte del mercado internacional, desde varios mercados. La meta en el corto plazo es convertirse en el segundo exportador de harina de trigo del mundo, detrás de Turquía, que lidera el rubro.

Con cifras de casi 12 millones de toneladas de trigo y un millón de toneladas de harina de trigo exportadas en 2017, el próximo gran desafío para el sector es sumar valor agregado a sus producciones.

Expectativas para Girasol: Campaña 2017-2018

Van pasando los años y campañas. En el sector nos readaptamos a los cambios en las reglas de juego, nos flexibilizamos frente al cambio, adoptamos nueva tecnología, readecuamos procesos y gestión, contraemos algunos dolores de cabeza, nos emocionamos, hacemos números, números y más números…

Más allá de todo lo mencionado, hay una cuestión que parece ser cierta. Aunque es un tema que admite múltiples discusiones en el ámbito académico, en las Naciones Unidas y hasta en las charlas de café, todo parece indicar que el clima a nivel mundial está cambiando. En nuestra bien conocida Región Pampeana ya nos vamos acostumbrando a la presencia más frecuente de lluvias; de hecho cada fin de semana que tenemos buen tiempo volamos de la ciudad para aprovechar el día, dado que ya hemos asumido las bajas chances de que esto ocurra. Ni hablar de las temperaturas, a mediados del invierno ya parece que estamos en primavera.

Frente a todos estos cambios entra en juego la flexibilidad del productor agropecuario. Una de las variables clave es la diversificación de cartera de cultivos para mitigar al máximo posible todo tipo de riesgo asociado al factor climático y en parte también, a la volatilidad de los precios internacionales.

Para esta Campaña puntual en el la cual el nivel de lluvias es elevado, muchos nos planteamos en las expectativas para un cultivo clave a nivel país que es el Girasol. El Girasol es la segunda oleaginosa en importancia detrás de la soja y su aceite es el más consumido en el mercado interno. Es un cultivo que realmente presenta una aptitud como bandera a la hora de lograr altos rendimientos, la cual es su tolerancia eventos de sequía.

Es claro que estamos en presencia de un año húmedo y esto sin dudas, no representa la situación más adecuada para el desarrollo del Girasol. Más allá de esta cuestión, la cual implica que en gran parte de la Región Pampeana la proyección sea algo incierta, la Bolsa de Cereales espera un crecimiento en el área sembrada a nivel nacional cercano al 6% alcanzando entre 1,7 y 1,8 millones de has. Mayores niveles de agua en el perfil del suelo por otro lado implican una serie de ventajas, como por ejemplo un adelanto en los ciclos en comparación al año anterior.

Los excesos hídricos han tenido mayores efectos en el Centro/Norte de Santa Fe, zona también conocida como Bajos Sub-meridionales. En esta región, se registraron disminuciones en el stand de plantas con problemas en la emergencia, por lo que se recurrió a la re-siembra en varias ocasiones. Ahora bien, no podemos todavía asegurar que el rinde promedio será menor. En definitiva, todo terminará dependiendo de la situación climática llegado el período crítico para la generación del rendimiento. Una afirmación que merece especial atención es la del supuesto de bajas en la expectativa de rindes… No todo el panorama es negativo frente a esta posibilidad.

En primer lugar, en la composición de rendimiento global del Girasol, no debemos olvidarnos del contenido de aceite. Un menor rendimiento del cultivo en kg/ha tiene correlación directa y positiva con un aumento en el porcentaje de aceite en el granos, el cual es bonificado y evita la erosión de los márgenes a pesar de la reducción en el “Q” como componente de la bien conocida ecuación del negocio. Por otro lado, esta baja en los rindes podría impactar directamente en el precio, implicando una suba del mismo.

Como se mencionó al inicio, vemos que el clima está cambiando. Se habla de mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos e incluso temperaturas que no se adecuan a la estación del año en la que nos encontramos. A pesar de estas cuestiones, el productor se mantiene optimista frente a los cultivos de gruesa para este año. Es evidente que aquí aparecen dos variables claves, que son la flexibilidad del productor a la hora de gestionar un negocio cada vez más eficiente, sumado al impacto positivo generado por la tecnología junto con la constante capacitación. Esperemos que este año podamos cumplir con la gran expectativa, para que la Argentina retome así la senda hacia el crecimiento e integración con el mundo, demostrando que sin dudas somos el cluster cerealero-oleaginoso más competitivo a nivel mundial.