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Fenómeno «El Niño»: Cómo afecta a la producción agrícola-ganadera

El fenómeno conocido como “el Niño”, es una cuestión que cada vez estamos más acostumbrados a escuchar en la radio o leer en los diarios. La realidad es que este fenómeno, o bien su inversa, que es “la Niña”, son factores protagonistas a la hora de hablar de variabilidad climática en el mundo. Estadísticamente, se comprobó que estas situaciones se dan en promedio entre tres a siete años, modificando los valores medios de los principales elementos del tiempo y clima (temperaturas, humedad y sobre todo, precipitaciones) de varios países de América Latina, afectando así la producción agrícola-ganadera y entre otras cosas, el modo de vida de las poblaciones.

Este año seguramente habremos notado una intensa cantidad de precipitaciones, sobre todo a lo largo de los últimos meses. Para entender un poco esta cuestión, debemos pensar en nuestro Sistema Climático como un conjunto de interacciones entre sus distintos componentes: La atmósfera (capa de aire que tenemos sobre la superficie terrestre), las grandes masas de agua (mares y océanos) y la litósfera (los continentes). No estaría demás mencionar, que la acción del hombre y sus actividades productivas, también se relacionan con los componentes mencionados.

Para entender un poco el fenómeno planteado al principio, debemos analizar en primer lugar en qué consiste la situación estándar. En las zonas del Ecuador, existe un predominio de los Vientos Alisios del Este por la Circulación General de la Atmósfera. Estos vientos, hacen que el agua superficial del Océano Pacífico fluya hacia el Oeste y a medida que se va acercando hacia la zona del Sudeste Asiático, vemos que se va calentando por la intensidad de la radiación solar.

El desplazamiento de estas aguas superficiales, hace que en las zonas del Pacífico cercanas a las costas de nuestro continente, surjan de las profundidades aguas más frías. Hasta aquí tenemos una situación promedio, en la cual generamos una especie de “pileta caliente” cerca al Sudeste Asiático y otra “pileta fría”, ya más cercana a nuestro continente. De nuestro lado, las aguas frías evitan un que haya un gran porcentaje de evaporación y humedad relativa, lo que genera poca cantidad de lluvias. Ahora bien, si nos vamos por ejemplo a Indonesia, veremos seguramente precipitaciones abundantes, dado que el agua caliente del Pacífico se evapora fácilmente, generando mayor vapor de agua en la atmósfera que finalmente condensará y dará origen a lluvias.

Este año estamos justamente en presencia del fenómeno del Niño, dado que la situación promedio planteada no se dio. Los Vientos Alisios Ecuatoriales mencionados, no han sido tan fuertes para desplazar a grandes distancias las masas de aire superficiales de nuestras costas del Pacífico. La “pileta caliente” ahora se va a generar de nuestro lado, mientras que las aguas cercanas al Sudeste Asiático, permanecerán frías. Tener una masa de agua a altas temperaturas cerca, significa que aumente la evaporación y el contenido de vapor de agua en la atmósfera, lo que hará que condense y precipite sobre América Latina. Así, es como explicamos el gran aumento de las lluvias este año que nos afecta sobre todo en las Regiones Pampeana, Chaqueña y en la Mesopotamia. Sin dudas, desde el punto de vista agro-meteorológico, el fenómeno del Niño representa un gran desafío para todos los productores. Estos son años en los que distintas actividades como la siembra, cosecha, fertilización y hasta la fumigación se hacen difíciles. Desde planificar otro tipo de variedades hasta fumigar por aéreo, las decisiones a tomar implican en muchas ocasiones, dolores de cabeza e incluso, un aumento de los costos. El anegamiento de suelos, la falta de “piso” en los campos y por supuesto también, el difícil acceso a través de los caminos que muchas veces se encharcan, son algunos de los factores que afectan las distintas actividades relacionadas a la Campaña. Sin dudas, debemos acostumbrarnos a la aparición de este fenómeno; con el tiempo iremos ganando experiencia no para evitarlo, ya que esto sería ir contra la naturaleza, pero sí para planificar mejores alternativas en cuanto a prevención de daños y estar más preparados para mitigar el riesgo del aumento de lluvias.

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