Todas las entradas de: Eduardo Luis Fracchia

Director del Área Académica Economía IAE Director de Estudios del EMBA IAE Profesor del Centro GESE IAE

La economía argentina en 2015

Las condiciones internacionales para esta administración reflejadas por Lucas Llach en el “índice de la suerte” (combinación favorable de tasas de interés internacionales, crecimiento mundial y precio de los commodities) siguen en valores interesantes aunque bajando un cambio. Se ve opacado el panorama externo para nuestro país por la economía brasileña con signos de claros amesetamiento. No parece que se vaya a complicar tanto la economía de Brasil como para afectar a Argentina. Los problemas que tenemos son más autogenerados que ajenos.

Las empresas han sido un motor evidente del proceso de recuperación de Argentina a partir de 2003 y tuvieron una clara necesidad de adaptación, ya sean firmas industriales o de servicios, a las condiciones de un entorno económico e institucional complejo. Fueron aprovechando las circunstancias con buena rentabilidad hasta que llegó la recesión.

En el frente interno el cepo marcó un punto de inflexión para esta administración. El otro hecho político relevante fue la derrota parcial en las elecciones de octubre de 2013 que terminaron con la intención reeleccionista. En estas líneas se recorrerán algunos aspectos referidos a la economía y a la política, dos ámbitos de estrecha interacción, en particular en este período final del kirchnerismo. Comencemos por la política. Como suele ser común en el justicialismo Néstor Kirchner se caracterizó por la
ejecutividad y por remarcar el estilo presidencialista a la usanza del propio Perón y de Menem en los 90. No ha sido el Poder Ejecutivo en estos años un primum inter pares sino que se ejerce efectivamente la conducción con la misma modalidad aplicada en Santa Cruz: el hegemonismo. Ya van casi 150 decretos de necesidad y urgencia durante la gestión K cuando Alfonsín firmó sólo 10. Este estilo ha generado recelos muy comprensibles en algunos sectores de la sociedad sensibles a los reiterados hechos discrecionales de la Presidenta. En especial las inquietudes se concentran en el ambiente empresarial por la dificultad para hacer negocios que registra el índice Doing Business del Banco Mundial. El estilo ideológico y
de fuertes convicciones parecería moderarse en algunas medidas más pragmáticas. El riesgo de producir fracturas al interior del justicialismo parece menor pues el peronismo, verticalista por su origen sindical, militar y neofascista, tiene una increíble capacidad de integrar la diversidad. Representa en particular Cristina Kirchner la línea progresista que convive con la más tradicional y conservadora del justicialismo.

¿Cómo funcionará la economía hasta el fin de mandato? ¿Cuál es la Argentina que viene? La Argentina del próximo gobierno será o al menos aspiramos a que lo sea un “país normal”. Fue esta última una frase predilecta de nuestro ex Presidente Kirchner. Para concretar esta aspiración es clave en primer término reconciliarnos con el mundo. La negociación compleja de la deuda en default es un test permanente para la economía condicionada por este acuerdo y por la falta de crédito externo. El desendeudamiento supuso en esta gestión un nivel de ortodoxia desconocido por los gobiernos militares, peronistas y radicales desde la posguerra (Quizás con la excepción de Illia cuando la deuda pública neta se
redujo). El “país normal” requiere todavía un diálogo más constructivo en negociaciones del tipo ganar-ganar entre las empresas afectadas por contratos y el propio gobierno. En particular se requiere un arreglo amplio con los hold outs que anule las espadas de Damocles a futuro.

En lo que se refiere al crecimiento se estima un descenso del PIB para 2015. Eso nos dejaría en el PIB per cápita en moneda dura y comparable similar a la mejor época del menemismo.

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La región en la búsqueda de la convergencia con los países centrales

Latinoamérica ha crecido sobre todo por efecto del “viento de cola” en la última década. Se percibe sin embargo un nivel bajo de productividad en relación al de los países centrales.

América latina representa sólo el 6% del mundo en términos de market share. México es cuestionable que pertenezca a la región ya que está integrado cada vez más al Nafta. Con México incluído sería de 8% la participación de la región en el mundo.

Para concretar la convergencia y acceder a los 35.000 dólares per cápita de los europeos en un lapso de 20 años hay que crecer en la región al 5% anual, lo que supone un gran desafío. Sólo Perú y Chile cumplirían con esta vara tan alta sostenida desde los noventa.

La región está muy centrada en commodities y ha cambiado relativamente poco su estructura. Sabemos a partir de las investigaciones de Haussman de la importancia de renovar las estructuras productivas y buscar mayor diversificación. Por otra parte la región sólo lo ha hecho este proceso México claramente impulsado por el Nafta. México ya no es solo petróleo. La región ha quedado aislada de las cadenas de valor globales. No es como Europa Oriental que se ha integrado a Europa y gracias a esta conexión puede crecer más y desarrollarse de modo articulado. Es clave para América latina crear valor con mayor base tecnológica, I+D y desarrollo de clusters.

La infraestructura es prioritaria para el desarrollo de la competitividad de Latinoamérica. El 75% de este stock de capital es financiado por el Estado. Hay sectores de infraestructura donde lo natural es el financiamiento privado como el caso de puertos que son clase mundial en muchos países de la región.

La competitividad es un desafío para todos los países y en este sentido son de destacar los planes que la están encarando siguiendo la experiencia de países como Nueva Zelanda, Francia o regiones como Catalunya o el País Vasco.

Chile lidera y sigue en la posición 34 en el ranking de competitividad entre 144 países y el conjunto de los latinoamericanos más dinámicos en posiciones entre 50 y 60. Argentina es el país de mayor retroceso en los últimos 3 años en la región descendiendo del puesto 85 al 104. El ranking del WEF es un benchmark clave para relevar y orientar políticas públicas.

América latina no está creciendo últimamente de modo agregado a buen ritmo y de ser cierta la idea de estancamiento secular habrá en el futuro menos consumo. Tenemos un desafío para aprovechar la demanda de alimentos elaborados cuya oferta hoy está concentrada en los países centrales.

El capital humano no está a la altura del desafío que supone la competitividad según lo demuestran las pruebas PISA, tanto en matemáticas como en ciencias y lengua. La baja empleabilidad es un lastre para encarar el desarrollo. Se ha avanzado en este tema pero todavía hay un fuerte gap con los países desarrollados. Es importante resolver el problema social del desempleo y que se incorpore gente de menores recursos al sistema ya que muy pocos jóvenes son activos en el mercado de trabajo.

La política económica de la región está alineada con esquemas más racionales de gestión de perfil no populista. Hay sorpresas recientes en el electorado que aspira a cierta renovación de la centroizquierda como advertimos en Brasil con la buena elección de Aecio Neves.

El desarrollo de las multilatinas es clave para ser un catalizador efectivo del desarrollo. La región debe aprender a desarrollar empresas familiares de baja calidad de gestión en el promedio. Hay que estimular los procesos para hacer públicas las empresas familiares. Hay muy pocas marcas de América latina de clase mundial (Natura, por ejemplo, sería una excepción).

En definitiva estamos en un punto de inflexión para América latina con la esperanza que esta vez seamos prudentes y audaces que en otras circunstancias históricas para encarar un proceso de desarrollo sostenido.

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Chile aspira a dejar de ser un país emergente

El sólido gabinete de Bachelet nos hace reflexionar una vez más sobre la profesionalidad de la dirigencia chilena y la coherencia y vocación por el desarrollo. Este país aspira a no ser más emergente en 2020.

Si bien se trata de una economía de menor tamaño el país que pretende y de hecho lleva hace años el liderazgo en Sudamérica no deja de sorprender por la capacidad de mantener un ritmo de crecimiento sostenido, habiendo dejado atrás una economía con mucha pobreza en los 70´s. El crecimiento fue muy fuerte en los 80 después de la crisis de la deuda (un ritmo de 6% anual). Entre 1990 y 2001 creció Chile al 4% anual promedio cuando Argentina y Brasil lo hicieron aproximadamente durante el mismo período al 2 % y 1.5% en promedio respectivamente. La larga expansión desde 1983 hasta 1998 que lo hizo merecedor del nombre de “tigre latinoamericano” fue interrumpida parcialmente por la crisis asiática que le impactó en forma sensible, dado que un tercio de su comercio se realiza con el área Pacífico. Cambió entonces de modo abrupto la cuenta corriente y el ritmo de crecimiento se redujo a una tasa de 1,5 % cuando la velocidad crucero de mediados de los ‘90 era de 7 %.

Chile es en la actualidad un país que no está ajeno a problemas. No funciona con piloto automático. Ha sufrido hace unos años una crisis eléctrica y ha superado la zona de riesgo por la escasez del abastecimiento de gas argentino. La sociedad sigue en cierta medida fragmentada en cuanto a la distribución del ingreso. El índice de Gini no cambió desde Pinochet aunque la situación es mucho mejor que hace 30 años cuando la tasa de mortalidad infantil era el triple que la actual que es de 10 por mil, inferior a la argentina, que está en 12 muertos por mil nacidos vivos antes del año.

Si bien como decíamos Chile es un país de tamaño pequeño al compararlo con Brasil, hace ya 25 años que los políticos sudamericanos lo miran como un norte de lo que podría hacerse, un benchmark con quien compararse. Chile invita a plasmar un proyecto país donde no se discutan las orientaciones básicas que constituyen genuinas políticas de Estado.

¿Dónde está el secreto de esta economía que desde la posguerra hasta 1983 tuvo tantos problemas o más que Argentina? Un indicador clave en Chile es la competitividad. Al seguir la evolución relativa en la carrera entre naciones en búsqueda de mayor competitividad lo que se observa es que Chile se ha separado en cuanto al indicador de riesgo país del pelotón latinoamericano. Es la señal de que en un conjunto de indicadores percibidos por empresarios como son tecnología, educación, mercado de trabajo, sistema financiero, apertura, entre otras y en base a datos duros de la macroeconomía Chile está en una posición que aventaja a nuestro país en 80 lugares o posiciones en el ranking del WEF, convencionalmente el más aceptado por la comunidad empresarial. Chile es 34 y Argentina 104 de 144 países en la muestra.

Al reflexionar sobre Argentina a partir del actual modelo chileno aparecen varios aspectos en común que son alentadores. En nuestro país se dio un crecimiento a ritmo sostenido entre 2003 y 2011. Las exportaciones a Asia están madurando. Existen negocios agroalimentarios con potencial de consolidación (recordemos las múltiples experiencias chilenas de desarrollo de sectores con base agroindustrial).

En cuanto a las diferencias en lo que se refiere a las cuentas nacionales la participación de las exportaciones en el producto es superior en Chile respecto a Argentina y lo mismo ocurre en la tasa de inversión que está en 23 % frente a nuestro 20%. Son dos variables, inversión y exportaciones, que le dan sustento al crecimiento. Existe superávit fiscal en Chile y régimen de tipo de cambio flotante con política monetaria activa habiendo adoptado el régimen de metas de inflación. Las empresas chilenas se han caracterizado a lo largo de estos años por altas tasas de productividad que explican entre otras cuestiones, porque con alto crecimiento sigue habiendo todavía un desempleo no despreciable. Por otra parte, a diferencia del caso argentino, la participación de las firmas chilenas de propiedad nacional en el producto ha crecido incluso con empresas estatales que gestionan recursos estratégicos como el cobre y el petróleo.

En la comparación de Argentina con Chile parecería que también está pendiente profundizar sobre todo en los aspectos institucionales. Los partidos políticos chilenos funcionan con mayor madurez. En cuanto al sistema educativo la escolaridad media ha aumentado. Un país pequeño con un PIB inferior al de Minas Gerais pero pujante y coherente que en un momento donde lo que se impone es pensar a largo plazo, ante el fin del ciclo kirchnerista, nos puede servir para que los dirigentes actuales o futuros de Argentina se inspiren para hacerlo mejor.

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El mundo no está en piloto automático en 2015

Estados Unidos está sólido en su macroeconomía. Crece a un ritmo alto a una tasa cercana a 4% con una inflación que tiende al 2%. Se estima que a fines de 2015 subirán las tasas de interés. Todo se está encaminando en esa dirección y los emergentes deben prepararse para enfrentar este desafío.

Los incidentes de Ucrania y Rusia afectaron a Europa. Europa está en otra fase del ciclo desde el momento en que se ha enfriado Alemania y sigue el estancamiento generalizado. La divergencia en el terreno de la política monetaria está planteada. Tenemos entonces una situación donde una política monetaria debe seguir siendo expansiva (Europa) a diferencia de la americana.

Estamos, por otra parte, ante un proceso de apreciación del dólar que es favorable para Europa y que se hizo esperar pero llegó.

Las políticas estructurales que complementan las fiscales y monetarias son difíciles de instrumentar en la Unión monetaria.

China está desacelerando y esto es negativo para la economía mundial de emergentes. Del 10% ha pasado al 7%.

Japón sigue apostando con su Abenomics todavía con un resultado adverso.

América latina está funcionando con un cambio más bajo. Haremos un repaso de los países de la región para tomar perspectiva. El mediano plazo es promisorio, en el corto hay problemas.

México es una excepción en la región con una tasa de crecimiento mayor a largo plazo, con buen nivel en la inversión directa. La reforma energética está dando resultados. Ayuda su vinculación estrecha con Estados Unidos.

Perú ha sentido el impacto de la caída de precios internacionales de minerales y bajó su tasa de crecimiento.

Chile está teniendo un mal año con un estancamiento claro. Se impulsa una reforma tributaria y educativa.

Brasil ha insistido con su política monetaria de tasas altas de interés. La elección del 26 de octubre fue muy reñida y era para cualquiera. Hay un cansancio natural de 12 años de PT, errores de la política económica con bajo crecimiento y episodios de corrupción.

No ha sido una mala elección para Dilma dada una economía en virtual estancamiento. Se demanda menor corrupción, mayor competitividad y más infraestructura. El Mercosur se veía cuestionado si ganaba Neves. Si hubiese triunfado Aécio Neves en Brasil podría haber mayor crecimiento, dada la ideología más liberal del presidente perdedor y por el apoyo empresarial que aparentemente tiene.

Boliviavuelve a apostar por Evo Morales. Es una economía ordenada con tasas de crecimiento notables y baja inflación. El desempeño de los hidrocarburos es clave. El gobierno es popular y personalista. Existe control estricto de los medios de comunicación. Evo Morales impulsa políticas en contra al neoliberalismo. Es notorio que se haya impuesto en Santa Cruz de la Sierra. El eje de centro izquierda con Tabaré, Dilma, Correa, Bachelet y Cristina se impone respecto a la centro derecha de Santos en Colombia o Peña Nieto en México.

Venezuela sigue con una importante brecha cambiaria. Se siente una caída menor en el precio del crudo. El desgobierno y las políticas distorsivas se notan en la recesión y en la inflación de 65%.

Uruguay tuvo a elecciones muy disputadas donde después de mucho tiempo será desafiado el Frente Amplio.

Paraguay sigue en expansión a partir de un sector agropecuario en franco crecimiento.

Ecuador sigue sólido en su esquema dolarizado, con reformas estructurales valiosas en medio de un sistema político bastante personalista.

Colombia destaca por su expansión. Se está avanzando sobre el problema de la guerrilla de la FARC, lo que es muy promisorio.

En definitiva un panorama mundial y regional lejano al piloto automático donde lo más destacado es que puede cortarse el superciclo de precios de commodities, con la caída del crudo como anticipo, y la buena racha de tasas de interés muy bajas. 

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América latina otra vez con ritmo de crecimiento mediocre en 2015

Es arriesgado generalizar sobre una región con 600 millones de habitantes y diferentes realidades socioeconómicas. En la política económica de la región se perciben cuotas de realismo pragmático con manchones de realismo mágico. Hacemos un repaso muy sintético de algunos países o bloques de América latina.

América Central. Es sabida su sensibilidad especial al cambio climático. El déficit estructural de materias primas hace a la subregión más vulnerable. Es una zona muy alineada con Estados Unidos, donde destacan por su crecimiento reciente Panamá y por su madurez institucional Costa Rica.

El Nafta, pasadas casi dos décadas de su nacimiento, ha dado todavía pocos resultados en México. El PRI volvió al poder. Las tensiones sociales por delito y drogas hablan de un país fragmentado. Crece el PIB de México con moderación. La industria en crisis está desplazada parcialmente por la maquila asiática dados sus menores costos. Avanza la reforma energética.

Venezuela. El petróleo en 100 dólares era un buen precio. La continuidad del régimen de Maduro es incierta con este declive del precio del crudo. Es hegemónico y autoritario el socialismo del siglo 21. Existe ahora oposición con candidatos más consolidados. En la región es quien va peor tanto en la macro como en la micro. El doble mercado cambiario supone una distorsión seria. El populismo divide la sociedad en dos grupos bien diferenciados. La clase baja mejoró sensiblemente su bienestar por el clientelismo.

Colombia. Sospechas de corrupción en la gestión presidencial anterior. Inflación moderada. Las FARC en retroceso y con voluntad de diálogo. Mucha inversión extranjera para un país que avanza firme en el terreno económico.

Ecuador. 15 años con el dólar como moneda con gran aceptación. Hay hegemonismo en el régimen político de Correa. Baja inflación. En educación es positivo lo hecho en formación de docentes, otro aspecto destacable ha sido el gasto en infraestructura, particularmente en carreteras. No existe oposición articulada.

Perú. Ollanta Humala ya no asusta al establishment y se habría “domesticado”. Existe continuidad desde 1990 en la política económica. Perú es grado de inversión. Minería muy dinámica, sin críticas severas de la opinión pública a cuestiones ambientales. El proyecto energético de Camisea es muy pujante. Problemas en la sierra y en la selva que son áreas mucho más atrasadas. Perú está bien pero es muy pobre. Es la estrella de la región pero corre de atrás. Coeficiente de Gini malo y difícil de corregir la distribución del ingreso de carácter regresivo.

Bolivia. Pobreza estructural. Macro con piloto automático con un Banco Central ordenado. Ideología siempre presente con afán de perpetuidad del régimen. La tensión histórica con Santa Cruz de la Sierra bajo control. El vicepresidente Álvaro Linera es clave en la orientación socialista de la política general y económica. El gas natural es pieza clave del crecimiento.

Paraguay. Regresó el Partido Colorado al poder. La soja y la carne vacuna son claves. Pendiente el arreglo contractual por Itaipú. Desafíos enormes en infraestructura y educación en un país donde casi todo está por hacer. Muy atrás en el índice WEF de competitividad.

Chile. Sigue estable. Buscando nuevos sectores para desarrollar, debe agregar más valor a las materias primas. Muy sólido por su reducida deuda pública y en el frente fiscal.

Uruguay. Firme en calidad de decisión pública. Fuerte el sector agropecuario y aprovechando también el desarrollo forestal y el turismo.

Brasil. Está todavía en búsqueda de una tasa mayor de crecimiento. Exportaciones dinámicas a pesar de un real apreciado y mucha inversión extranjera directa.

El panorama de la región es alentador a pesar del enfriamiento en 2014 y 2015 para un mundo donde varios países centrales siguen con problemas. Casi todos los jugadores de la región enfrentarán dificultades por la enfermedad holandesa y por lo tanto con problemas de competitividad que se manifiestan en una cuenta corriente que puede volverse más deficitaria en algunos países.

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