La agilidad del líder en época de crisis

Un líder debe saber más que la gente que lidera. Un líder debe estar preparado para todas las circunstancias. Un líder debe ser infalible. Un líder debe empujar más que el resto, debe sacrificarse por el todo, y llegado el caso perecer como héroe y mártir de la epopeya.

Menos mal que los tiempos han cambiado y hoy podemos tener modelos de liderazgo más adecuados a la realidad que nos toca vivir en un mundo civilizado, con desafíos globales y multidimensionales en lugar de anclarnos a los modelos del pasado.

Esperamos que líder nos guíe, nos ayude, colabore, escuche, repiense, decida, actúe, incentive y motive. Esperamos que líder proporcione las condiciones para que demos lo mejor de cada uno de nosotros. Esperamos que líder nos inspire confianza, es decir, que genere un sentimiento o un ánimo en nosotros de manera tal que creamos que es posible y somos capaces de realizar o conseguir un determinado objetivo, por más que éste pueda parecer inalcanzable.

El modelo de Agilidad del Liderazgo – Cinco niveles maestros para anticipar e iniciar las transformaciones (Leadership Agility: Five Levels of Mastery for Anticipating and Initiating Change by Bill Joiner and Stephen Josephs), describe los comportamientos centrales de un líder desde sus inicios como Experto, luego como Hacedor, Catalizador, Co-creador y finalmente como Sinergista/Promotor (en inglés Expert, Achiever, Catalyst, Co-creator, Synergist). Miremos como aplica este modelo al contexto del país.

La Argentina está pasando por un momento de crisis interna afectada por el panorama global. Gastamos más de lo que tenemos, pedimos prestado al mundo, íbamos a pagar con lo mayor producción que tendríamos, nos impactó la sequía y faltaron ingresos, el mundo entró en guerra comercial China-EEUU entre otras y se acabó el dinero prestado, le sumamos Turquía, Brasil y obviamente los cuadernos escandalosos de la gloria, y nadie va a poner un centavo para cubrir nuestro desbarajuste, consecuentemente el dólar, la inflación, y otros indicadores se disparan. ¿Qué papel debe entonces asumir el liderazgo político del país? recuperar inmediatamente la confianza, que ha venido erosionándose sistemáticamente en los últimos meses.

La gran capacidad de liderazgo en momentos de crisis como éste no es aquél del mártir o héroe, sino el de saber navegar con agilidad por los 5 niveles descriptos: mostrarse como experto en la conducción política a los ojos de la sociedad, poner las manos en la masa y como hacedor tomar decisiones complejas y difíciles, ser el catalizador de los cambios con los otros actores políticos, financieros, internos y externos; crear colaborativamente soluciones duraderas junto a quienes no necesariamente piensan igual que uno, negociando y tomando las mejores opciones que den perdurabilidad a los acuerdos, y ser el sinergista/promotor de las transformaciones que precisamos. El trascendente ser consistentes con este proceder a lo largo de los meses ya que los cambios de rumbo y las decisiones de última hora pueden dinamitar la construcción de confianza.

Estamos en horas cruciales para el provenir de nuestro país, y de ahí la posibilidad de torcer una tendencia de más de 70 años de crecimiento por debajo del promedio mundial y regional. Los argentinos hemos aprendido a sobrellevar crisis, pero con un costo muy alto – la falta de desarrollo, la marginalidad y la pobreza arraigada. Hoy es posible pensar que se puede andar por un camino diferente a los del pasado, y para ello el rol del liderazgo y su agilidad son esenciales para conducir este proceso.

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