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“¡El Campo, siempre el Campo!”

La Argentina de las últimas semanas vive discutiendo si la final se define por penales entre Macri Vs. CFK en los comicios de fin de año, o cuánto será el precio del dólar a fin de año o la inflación del mes de Febrero que viene muy brava.

Lógicamente, el Presidente está afectado por el mal desempeño de la economía, lo que hace que tenga una imagen muy negativa. La ex presidenta, una de las favoritas para la elección 2019, tiene una alta imagen negativa por sus causas judiciales. Si ambos profundizan sus dificultades, es muy probable que ni uno, ni otro sea candidato.

Mientras todos discutimos los problemas de siempre, la economía sigue sufriendo los efectos del ajuste. Pareciera el juego del cubo mágico donde el objetivo es lograr que cada uno de los 6 lados sea de color uniforme, pero al hacer un movimiento para lograr un lado de un único color, se percibe que el lado opuesto quedó muy lejos de lograr el objetivo. Al subir la tasa para contener a la inflación, se atrasa el dólar y se enfría la economía. Pero si se baja la tasa para dejar ir al dólar y activar los sectores exportadores, se genera más inflación.

Son este tipo de discusiones las que nos permiten reflexionar y buscar los remedios que nos dejen paliar la crisis que sufrimos? O debemos ir por más, ser más autoexigentes y buscar arrancar de raíz las causas que generan los problemas que más nos agobian?

Para evitar que el dólar siga trepando y apaciguar los conflictos sociales, muchos analistas aseguran que se necesita una mayor coordinación económica, cambios políticos, más crédito para detener la caída de nuestras reservas. Serán estas las soluciones que necesitamos?

Hoy vemos un escenario de huida de capitales de la Argentina, el riesgo país en niveles muy altos, precios de los bonos y acciones por el piso y una Argentina que “ya pasó de moda”.

Hablemos con rigor: La realidad es que sin reglas de juego claras, sin una visión de mediano y largo plazo, caemos en los mismos problemas siempre… se gasta por encima de los ingresos y esto deriva en un déficit fiscal crónico, alta inflación, instituciones “soft” que fomentan corrupción en muchos niveles, desconfianza, y cuántos más problemas políticos y económicos tengamos, mayor será la violencia que sufriremos los argentinos y más se profundizará la “grieta” que nos divide.

Por estos motivos, los argentinos no invierten en Argentina, tampoco la financian, se llevan el dinero afuera y nos quejamos cuando no llega dinero del exterior. La salida de este cruel laberinto, está en nosotros mismos? Cómo hacemos para reducir los gastos, en muchos casos, inflexibles a la baja, y al mismo tiempo subir los ingresos?

Pareciera que los propios argentinos no tenemos confianza para invertir, consecuentemente los extranjeros adoptan el mismo camino que los locales.

Resulta fundamental aplicar políticas públicas que fomenten la inversión y las políticas que incrementen la productividad. Es una tarea de todos poder como país capitalizar las ventajas comparativas que tenemos. Si a estas ventajas le sumamos “inversión”(en infraestructura por ejemplo, para lograr reducción de costos, de tiempos, mayor eficiencia operativa, etc), “institucionalidad y reglas de juego claras”, “mayor predecibilidad”, indudablemente nos podremos volver a encausar en el camino del desarrollo y crecimiento que tanto necesitamos.

Estamos en un punto de inflexión para poder entre todos salir de esta situación que nos aflige. Cada uno debe, desde el lugar donde le toque, redoblar el esfuerzo. Trabajar el doble para ganar la mitad. Dar el ejemplo. Evitar los atajos que nos alejan de las buenas prácticas. Apoyar a quien pierda la esperanza. Los esfuerzos que hoy se realizan darán sus frutos en el mediano plazo. Cada acción suma, cada gesto contagia en el sentido que le demos.

Tenemos un problema sumamente complicado pero no es imposible de resolver. Hay pocos rubros que puedan traccionar y dinamizar la economía de Argentina como el sector Agropecuario. El campo vendrá con rendimientos, que, en muchos casos, estarán por encima de la media, se está cosechando el maíz, y entrarán muchos dólares. Y las tasas actuales que están asfixiando al sector productivo, tendrán un horizonte descendente.

Debemos creer en nosotros mismos. Los argentinos, ¿Qué queremos hacer con el país? Invertimos o seguimos acopiando dólares. La ponemos acá o la llevamos afuera? Seguiremos viajando al exterior o aprovecharemos para conocer más de nuestro país e invitar a extranjeros a que también lo hagan?

Para prosperar, irremediablemente se necesitan reglas claras y espíritu de mirar hacia adelante. Al futuro no se lo debe adivinar, se lo debe forzar, desear y para ello es necesario tener la voluntad de cambiar las circunstancias y la historia para que las cosas se logren. Debemos lograr hacer que las cosas “pasen”, no que “nos pasen”.

Las políticas de largo plazo son indispensables para optimizar el potencial que los sectores productivos pueden generar en nuestra economía, con todo lo que ello implica para el país. Esperemos que como argentinos podamos hacernos cargo de lograr el país que tanto queremos. De cada uno de nosotros depende.

Anomalías y monitoreo dirigido, pescando donde está el cardumen.

Pararse en la cabecera del lote y observar el cultivo es tal vez una de las imágenes más frecuentes en el campo. Es un momento de contemplación, como quien mira el mar y trata de adivinar la frecuencia armónica de las olas, pero difícilmente tendrá la capacidad de saber dónde está el cardumen para ir pescar. De la contemplación y observación al monitoreo sistemático y estandarizado de cultivos hay un camino por andar.

El seguimiento periódico de los cultivos, lote por lote, es fundamental para hacer una detección temprana de la presencia de malezas, plagas, insectos y enfermedades, exceso o deficiencia hídrica o nutricional que afecten el normal desarrollo de las plantas e impacten últimamente en el rendimiento esperado a cosecha. Cuanto antes pueda hacerse esta detección, más rápido y eficiente será el método de control, mejorando así la productividad total del lote.

Hoy los productores argentinos conocen los beneficios de los sistemas de monitoreo, habiendo pasado de un 5% de la superficie de soja monitoreada en el año 2000 a más del 50% en los últimos años. Si bien algunos pueden considerarlo un costo adicional, esta buena práctica es una inversión y un seguro para mitigar los riesgos del cultivo, y además es fundamental para un programa de agricultura sostenible.

Recientemente hemos dado un salto significativo gracias al desarrollo de las agrotecnologías digitales y diagnósticos por imágenes satelitales, que nos permitirá monitorear píxel por píxel el 100% de la superficie de manera temprana, introduciendo el concepto de anomalías de índice verde de vegetación (NDVI – Normalized difference vegetation index)

Según explica Auravant – un emprendimiento nacional de agrotecnología en rápida expansión, las anomalías son detectadas automáticamente por el algoritmo de la plataforma mediante el procesamiento y análisis de imágenes satelitales de los lotes. La zona marcada como anomalía es producto de un cambio o desvío que corresponde a zonas de bajo vigor (NDVI), ya sea respecto al promedio general del lote o a una imagen anterior.

Se analiza cada píxel de la imagen en busca de problemas, considerando la evolución del lote. Cada vez que una nueva imagen está disponible, se genera un listado de alertas, que pueden seleccionarse individualmente para visualizarlas en forma de polígonos dentro de los lotes. Con esta herramienta se pueden detectar zonas particulares que a simple vista en el campo cueste diferenciar, pero analizándolas en detalle, tengan diferencias significativas.

Las zonas con potenciales problemas son notificadas al usuario vía mail y a través de un aplicativo móvil, teniendo la posibilidad de ir y situarse justo donde la anomalía se detectó. Esta modalidad conocida como monitoreo dirigido es de sumo valor a la hora de acompañar el desarrollo de los cultivos cada vez que se detectan dentro de su lote.

Estos avisos son las anomalías, provocadas por un desvío que corresponde a zonas de bajo vigor NDVI, respecto al promedio general del lote o a una imagen anterior, dando la posibilidad de tomar las medidas correctivas necesarias para mejorar la productividad. El objetivo es ayudar al productor y/o profesional agronómico a detectar de forma temprana los sitios donde el cultivo puede estar sufriendo alguna incidencia de plagas, enfermedades, déficit o exceso hídrico.

Sobre una base de 2.7 millones de hectáreas monitoreadas a través de imágenes satelitales de alta definición, durante todo el año 2018 se han reportado 1.4 millones de anomalías, la superficie de los polígonos informados totalizó las 400 mil hectáreas, a un promedio de 3000 m2 por polígono, o sea un cuadrado de 55 metros de lado aproximadamente.

Sólo en el mes de enero de este año se reportaron 360 mil anomalías (equivalente a 12000 por día). La superficie de los polígonos superó las 140.000 hectáreas a un promedio de 400 m2 cada uno (más o menos un cuadrado de 60 x 60 metros de lado), siendo la menor de ellas un polígono de 100 m2, casi un cuadrado de 10 metros de lado.

Hoy podemos entonces darnos el lujo de seguir contemplando el cultivo desde la cabecera del lote, mirando el horizonte, y un poco más arriba también, allí donde orbitan los satélites que nos ayudan a detectar de manera temprana y precisa las anomalías. La práctica del monitoreo no se sustituye, pero éste es mucho más eficiente si sabemos y tenemos el dato georeferenciado de dónde ir a buscar. Ahora sí tenemos a nuestro alcance la capacidad de saber dónde está el cardumen para ir pescar.

Dardo Lizárraga – Director Ejecutivo en Agronegocios – Managing Director de ADBlick Business Consulting y Profesor de Agronegocios en ITBA – Instituto Tecnológico de Buenos Aires

 

Contexto favorable para la Ganadería Argentina

El sector ganadero argentino se encuentra frente a un horizonte de crecimiento y oportunidades. Si bien el año pasado se vio caracterizado por una devaluación de más del 100% y una inflación de casi el 50%, el sector ganadero supo adaptarse a dicha situación apostando a recrías largas a la espera del acompañamiento de los precios. Aunque el 2018 finalizó sin haberse evidenciado un acomodamiento total de precios en relación al dólar, en las últimas semanas se vio una sensible suba de los precios que permite dicha brecha se vaya achicando.

Si bien el consumo interno de carne vacuna no muestra síntomas de crecimiento en los últimos períodos, manteniéndose estable la demanda total, desde el año 2016 a la fecha las exportaciones han sido el driver de crecimiento del sector (incrementándose en un 139% y pasando de representar un 8,7% a un 18% de la producción total). De esta manera la Argentina se encuentra recuperando posiciones en el ranking de exportadores de carne, estimándose un nivel de exportaciones de 600 mil toneladas de cara al año 2019, lo que la llevaría al 5° lugar, según Victor Tonelli, miembro del Board asesor de ADBlick Ganaderia. La creciente demanda de proteína a nivel mundial, acompañada por la reapertura de mercados sobre la que se está trabajando (con resultados alentadores) son las principales variables que sostienen la expectativa de crecimiento para los próximos años. Algunos ejemplos de ello son el mercado de Estados Unidos, reabierto luego de 17 años, sumado a la histórica apertura del mercado Japonés y a la ampliación del protocolo de exportación a China, que es nuestro principal cliente y posiblemente lo continúe siendo.

Desde ADBlick Ganaderia vemos que otra variable importante a considerar de cara a este 2019 es el clima que, a diferencia del 2018, tiene pronósticos son muy favorables para el sector. Más allá de las recientes inundaciones, que sin duda reducirán la oferta de hacienda, en gran parte de las zonas agrícolas se espera una elevada producción de maíz, que pujará los precios a la baja, y en conjunto con el acompañamiento del ajuste de precios de la carne, la relación novillo-maíz sea favorable, abriéndose una oportunidad sumamente interesante para el sector. Es así que nos encontramos en un momento donde las condiciones del negocio ganadero muestran un escenario óptimo para su crecimiento y desarrollo, que permitirán continuar en la senda de crecimiento en los próximos años.

Por Gonzalo Díaz Colodrero.

Un pie en el mañana

Llega un año nuevo, con nuevos objetivos y metas, se realiza un análisis de los errores y logros de un año que ya está en el pasado, buscando seguir avanzando en pos de resultados más satisfactorios. Buscamos mejorar, superar lo alcanzado, un 2019 con el foco en superarnos y alcanzar nuevas metas.

En el campo sucede lo mismo y las proyecciones para la siembra de este año son muy favorables. El Gobierno apuesta a un importante aporte del agro en el año electoral y proyectó 140 millones de toneladas de producción de granos para la campaña 2018/19, la misma es la más grande de la historia argentina con un crecimiento del 25% respecto de la anterior. Como ciudadanos debemos mantenernos entusiastas, la historia nos dio la razón en no pensar de manera positiva, pese a ello mantengamos la cabeza mirando para adelante y buscando formas de seguir superando las producciones de nuestras cosechas.

Para acompañar dicha postura, las últimas tendencias tecnológicas de la agricultura pueden ser nuestro mejor amigo. En un mundo donde la tecnología revolucionó la forma de vivir, el campo debe tomar provecho de la misma. Ya desde la aparición del móvil, el agro cambio. Pero ¿quién dice que éste fue el mayor cambio que vivimos? Las empresas que tienen éxito se diferencian por su gestión, innovación y utilización de nuevas tecnologías. El desafío yace en no dormirse y conformarse con lo conocido, el éxito debe recaer en una continua búsqueda por encontrar maneras y herramientas más eficientes para el trabajo. El famoso término Agricultura 4.0 o agrotech suele encasillarse en agricultura de precisión, datos georreferenciados, drones y banderilleros satelitales; pero el agrotech va más allá de éstas herramientas, tiene un poder inmenso y nos informa con una órbita circular de 35.786 kilómetros.

Poniendo un pie en el mañana, los desafíos que nos esperan en el futuro para el sector agrícola y alimenticio son muchos y ambiciosos, conviviendo en un mundo con más habitantes y recursos más limitados, debemos prepararnos para ser capaces de atender dichas necesidades. Ante este escenario, los productores agrícolas deberán aumentar notablemente la productividad de sus cultivos y para conseguirlo es imprescindible la incorporación de nuevas tecnologías digitales en la producción agrícola. Otros dos factores a tener en cuenta, son la innovación y la sostenibilidad; cumplen un rol fundamental para cumplir con el desafío que nos propone el futuro. No estancarse en lo que está a nuestro alcance y seguir investigando para encontrar nuevas formas de realizar los procesos, ayudaran a mejorar la productividad y satisfacer las necesidades del mercado como su demanda. De esta manera, seremos capaces de cumplir con las metas propuestas al comienzo de un nuevo año y apoyándose en un continuo análisis para seguir mejorando, los resultados obtenidos serán imparables.

Hoy la cuestión radica en analizar brevemente el panorama productivo

Hoy nos encontramos comenzando un nuevo año, un 2019 que nos recibe con nuevas expectativas y renovadas energías para encarar lo que viene.

Nuevamente abundarán las charlas de café en las cuales se debatirán la cuestión inflacionaria, las expectativas políticas y por supuesto, nuestra visión de la Argentina hacia lo que viene. Desde el punto de vista del agro, seguramente muchos de nosotros estamos esperando que sea éste el año que marque el punto de inflexión de cara al futuro, a través del cual la Argentina se posicione en el mundo como líder en la producción de alimentos vía rol clave del sector agropecuario. Ahora bien, hoy la cuestión radica en analizar brevemente el panorama productivo, referido a la producción y comercialización de cereales y oleaginosas.

La Secretaría de Agroindustria estima que la cosecha 2018/19 será de 19,26 millones de toneladas, 4,1% más que la campaña anterior. También creció la cebada.

La Argentina conseguirá por tercer año consecutivo una cosecha récord de trigo. Así lo señala el informe mensual de estimaciones agrícolas que publicó la Secretaría de Gobierno de Agroindustria que muestra una producción récord de 19,26 millones de toneladas para la campaña 2018/2019, la mayor en la historia del país de ese cereal.

La cebada tuvo un desempeño muy favorable con un aumento de producción del 35,3% respecto del año anterior. Mientras que por su parte, el maíz experimenta un crecimiento similar del 2,3% con una intención de siembra de 9.35 millones de ha. La soja también tendrá su participación, llega con una intención de siembra de 17,5 millones de ha.

Somos optimistas en pensar en nuestra Argentina como un país líder en lo que es la producción de alimentos y la satisfacción de la demanda de los mismos de cara al futuro. Estamos en un mundo que crece día a día, donde la demanda de alimentos crecerá de manera exponencial en los próximos años y desde Argentina, somos los únicos que contamos con las condiciones agroclimáticas adecuadas para poder satisfacerla.