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La mejor inversión posible… siempre

“…Te propongo que hagamos una inversión fuerte, pongamos TODOS nuestros ahorros en Impuestos, que seguro van a subir…”.

La humorada es conocida y la ironía se potencia más cuando el gobierno discute el presupuesto para el 2019, para ajustar el déficit fiscal, negociando con las provincias, siguiendo la receta del FMI y encarando un año electoral muy complejo, con alto costo político y social básicamente medidos entre pobreza y desempleo.

Tomemos este disparador para hacernos una pregunta fundamental, ¿cuál es la mejor inversión que podemos hacer, cuál sería la inversión ideal? Agreguemos algunos aspectos. ¿Cuál es la mejor inversión que podemos hacer, cuál es la inversión ideal hoy y mañana, aquella que con certeza tendrá un retorno positivo y que superará las expectativas, que irá generando dividendos de manera ininterrumpida, sin generar deudas ni pagos de intereses y capital y en Argentina, independientemente del gobierno de turno que hayamos democráticamente elegido?

Llamemos a 4 expertos para que nos ayuden a responder esta pregunta, y luego usemos el método Delphi para determinar cuál de todas las respuestas es la que reúne las mejores condiciones a esta pregunta fundamental.

El abuelo Alfredo, quien hoy puede suplementar su jubilación con un alquiler adicional, y ha pasado por varias crisis de devaluaciones e hiperinflaciones en este país respondió sin dudar y con la firmeza que le permite su trémula voz que la tierra, los ladrillos y atesorar dólares son las maneras más seguras de proteger los ahorros.

Jorge León quien ha podido a lo largo de los años fundar y llevar adelante una empresa familiar dijo que el ahorro y la reinversión son la base y él recomienda el uso de la fórmula 30/80 – “tratar de ahorrar el 30% de los ingresos y de reinvertir en la empresa el 80% de las ganancias”.

Lisandro, un sofisticado asesor financiero, trazó un perfil de inversor que va desde conservador, moderado, hasta arriesgado y nos recomienda diversificar la cartera entre “activos locales e internacionales, bonos del estado en pesos y dólares, algo de renta fija, acciones de empresas en sectores vinculados a tecnología y energía, y/o economías de países emergente, sin dejar de incluir inversiones en fideicomisos vinculados a economías reales tales como el campo argentino”.

Alejandra, con una mirada de mayor amplitud y perspectiva, responde convencida que la mejor inversión es en la GENTE, en las personas, en educación, formación y capacitación de emprendedores, y mentes innovadoras capaces de co-crear a partir de las relaciones interpersonales. Una visión más que interesante a esta cuestión.

Si recurrimos a Delphi y ponderamos entonces las respuestas es muy difícil ser contundentes. No obstante, considero que la mejor inversión que podemos hacer es un bien intangible, es una inversión en nosotros mismos, en conocimiento. Ese conocimiento que nos permita estar siempre a la vanguardia de los acontecimientos y poder navegar los escenarios de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad en el que el mundo actual se despliega – (VUCA en inglés por Volatility, Uncertainty, Complexity and Ambiguity).

El conocimiento no es simplemente una dimensión técnica, implica además autoconocimiento, habilidades emocionales para transitar el mundo VUCA. Aumentar el conocimiento sobre uno mismo y potenciar las pasiones como movilizador para llevar adelante proyectos que realmente entusiasmen, esa pasión en una inversión donde el riesgo resulta ser la adrenalina motriz – agregó Alejandra.

Al sumar a nuestras habilidades más herramientas para gestionar y liderar procesos multidimensionales, podremos anticipar los cambios y además ser agentes de promoción y generación de estos, lo que nos permitirá con el tiempo minimizar los riesgos y obtener los mejores réditos en todo aquello que seamos capaces de invertir y aventurarnos, planificando primero y adaptando según las circunstancias las estrategia y acciones que nos permitan ser particularmente asertivos más que exitosos.

Dardo Lizárraga – Director Ejecutivo en Agronegocios – Managing Director de ADBlick Business Consulting
Alejandra Stamponi – HR Business Partner

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El Estado recauda $61 de cada $100 que produce una hectárea

El peso del Estado en la economía es uno de los reclamos más habituales que suelen escucharse entre el empresariado argentino. Y, sobre todo, en el campo, sector al que, además, se le suelen cargar tributos especiales, como las retenciones a la exportación. Tanto las creadas luego de la crisis de 2001 como las actuales, de $3 por cada dólar exportado, que la Administración Macri puso al sector, como parte de su batería de medidas para alcanzar el objetivo de déficit cero.

Un estudio de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) le puso cifras a este peso. De acuerdo con el índice de medición de septiembre de la entidad, de cada $100 de renta que genera una hectárea agrícola, el Estado recauda $61.

El índice marca un incremento de 5 puntos, puntualiza el informe, debido a los derechos de exportación, combinados con la baja de precios y amortiguados por la suba del tipo de cambio que se registró en las últimas semanas.

Según FADA, la medición de septiembre de 2018 marca una participación de los impuestos sobre la renta agrícola del 60,9%, para el promedio ponderado de los cultivos de soja, maíz, trigo y girasol.

En otros términos, esto significa que, de cada $ 100 de renta -es decir, el cálculo de ingresos menos los costos de producción- que genera una hectárea agrícola, $ 60,90 va a parar a las cuentas de los distintos nivele de gobierno (Nación, provincias, municipios).

El peso de la mano del Estado es distinta según el negocio, aclara el informe. Mientras que el 60,9% es un promedio ponderado de cultivos a nivel nacional, la participación en la soja es del 67,7%. En tanto, el Sector Público recauda el 55,6% de lo que genera una hectárea de maíz, un 48,1% del trigo y un 62,2% del girasol.

Los investigadores, dice el estudio, atribuyen el incremento de la participación del Estado en la renta agrícola por el restablecimiento de los derechos de exportación que decidió el Gobierno nacional durante el mes pasado. Esto, además del impuesto porcentual que tributa cada cultivo, gravó con $3 por cada dólar exportado a los productos del sector. «En tanto, la suba que se dio en el tipo de cambio ayudó a disminuir el impacto de los nuevos derechos de exportación, a pesar de que gran parte de los costos agrícolas se encuentran dolarizados», sostuvieron los autores del informe.

Añadieron que «el mayor efecto de los nuevos derechos de exportación en maíz y girasol, fue menor en soja, porque el incremento fue menor, y en trigo, por fortaleza del precio y la baja generalizada de precios disponibles en dólares con respecto a junio».

«La combinación de estos factores, hizo que crezca el índice, del 55,8% relevado en junio, al actual 60,9%. Este incremento de 5 puntos es explicado por los derechos de exportación, combinados con la baja de precios y amortiguados por la suba del tipo de cambio», sintetizaron.

Fuente: https://www.apertura.com/contenidos/2018/10/01/noticia_0010.html

Infografía: http://fundacionfada.org/informes/indice-fada-septiembre-2018-609/

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Yo creo en vos

En Argentina se están viviendo cambios fuertes, más exactamente en la economía. Tengamos fe en salir adelante, no todo está perdido.

Se pudo ver en este último mes la volatilidad que tuvo el dólar, que baja, que sube.

Muchos rubros fueron afectados y a su vez no saben que les deparara el futuro. Pero creamos en Argentina, un país que si se sabe trabajar, se lo pude exprimir al máximo. Pongamos todos un granito de arena y como pueblo unido empujemos para adelante.

No vivamos del pasado; lo que se hizo, se hizo. El pasado asusta el presente ya que tenemos miedo a volver a cometer los mismos errores. No busquemos el futuro, encontrémoslo y si cuesta, a seguir trabajando para que aparezca. Tenemos que estar orgullosos de ser Argentinos y sacar pecho frente a las adversidades.

Creamos en el sector del campo, que trabajando en equipo con profesionales y especialistas, cada día nos da distintas herramientas para enfrentar los vaivenes de esta difícil economía que estamos transitando. Por ejemplo una de las herramientas que nos brinda la capacitadora Ortolani: “En un contexto de restricción al crédito, contar con el aval de una SGR (Sociedades de garantía Recíproca) es una puerta de entrada”, ya que es una ventana para el crecimiento y empuje de su negocio. Es una buena idea, pero tengamos en cuenta que todo lleva tiempo y dedicación.

Un buen equipo, firme, con un líder positivo es muy difícil que se pueda quebrantar. No nos damos cuenta pero Argentina crece a pasos agigantados, los resultados se ven con el trabajo de una nación unida.

¡Yo creo en vos Argentina!

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Sindicatos: ¿amenaza u oportunidad?

En nuestras empresas y emprendimientos solemos usar una herramienta de análisis estratégico conocido por su sigla FODA (fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas), y cuando evaluamos la relación sindical, la histórica puja capital y trabajo, en nuestros negocios, solemos ubicarla como una amenaza; desde mi mirada, prefiero incluirla en el cuadrante de las oportunidades, veamos por qué.

La actividad sindical en Argentina tiene más de 120 años de tradición y supera el medio siglo de garantía constitucional desde su inclusión en el artículo 14 bis en 1957 (reforma constitucional de gobierno de facto) y luego ratificada en la reforma de 1994. En nuestro país el 70% de la población laboral está bajo representación sindical, muy por encima de los Estados Unidos con el 11%, pero empardados a Suecia con 68% y muy próximo a otros países de la Unión Europea como Dinamarca, Italia, España Francia y Alemania, según datos de la “OECD 2017 Employment Outlook”.

El movimiento sindical en Argentina no goza de la mejor reputación, generalmente se lo vincula a acciones extorsivas, prácticas poco democráticas como la reelección indefinida de sus dirigentes, disputas de poder por encuadramientos de convenio, manejo deficitario de las obras sociales entres los mas importantes. La mirada de los trabajadores hacia el mundo empresario también es non-sancta, se cree que las empresas evaden impuestos y precarizan el empleo, que la eficiencia productiva siempre busca despedir a trabajadores y se ajusta por el salario a la hora de bajar costos. Así a lo largo de los años se nos ha hecho cada vez más difícil construir consenso y una relación sostenible entre empresas y sindicatos.

Pues bien, desde esta perspectiva muchas decisiones estratégicas empresariales han pasado por construir negocios SIN sindicatos. El objetivo sería una operación Union Free (libre de sindicatos), de esta manera se neutralizaría esa amenaza. Algunos negocios han sido exitosos implementándola en el corto plazo, pero tarde o temprano la puja capital-trabajo golpea la puerta con fuertes tensiones disruptivas, poniendo en jaque la continuidad de los negocios.

La contrapropuesta es generar una estrategia de crecimiento CON el sindicato. Así como en Argentina debemos gestionar variables, incertidumbre y volatilidad en términos de política cambiaria, inflación, reglas de juego ambiguas, competencia internacional, también la relación sindical debería SER parte del negocio y una variable clave para el éxito; negarla, aniquilarla o considerarla una amenaza, es un gran primer paso rumbo al fracaso mientras que entenderla, respetarla y gestionarla, es un primer gran paso para una construcción positiva y colaborativa. Esto para nada implica aceptar la extorsión, la altanería, la violencia, ni dejar de solicitar reglas claras, modernización y democratización genuina de las instituciones sindicales, estos últimos puntos deben ser parte de la agenda permanente entre Empresarios, Sindicatos y Estado.

Pero volvamos a la mirada mas próxima, a nuestros negocios y operaciones, la relación sindical requiere de una estrategia sólida y bien articulada, desarrollando y formando al equipo de líderes para alcanzar los objetivos del negocio. Ser eficientes en el manejo de las negociaciones con los sindicatos no será obra del azar y la buena voluntad, requiere preparación y entrenamiento a través de un protocolo de relación sostenible Empresa-Sindicato.

Este protocolo cuenta de pequeñas pautas, a saber:

  • Una cultura genuina y constructiva, de diálogo colaborativo y de respeto a la actividad sindical.
  • Entender que problemática sindical es parte del contexto.
  • Profesionalizar la gestión sindical, no solo en RRHH sino en todo el equipo de liderazgo.
  • Establecer procesos de negociación que sean independientes de las personas.
  • Mesa de diálogo y concertación con agenda siempre viva donde la discusión salarial es un tema más.
  • Conciliar Corto y Largo Plazo – la empresa piensa e 5 a 10 años como largo plazo, el sindicato en 20 a 30 años.
  • Empoderar a Mandos Medios y la Comisión Interna para llevar la agenda operativa.
  • Darle previsibilidad al negocio – hasta es posible planificar y dimensionar los conflictos y huelgas.
  • La relación sindical es única – no se compara con ninguna otra, y por lo tanto requiere preparación.

La oportunidad radica sustancialmente en ponerse a trabajar arduamente para encarar la dimensión sindical, estableciendo una estrategia posible en todas las dimensiones empresariales y sindicales, desde el rol de la alta dirección, la relación con la mesa directiva nacional y general de los sindicatos, empoderar a los niveles gerenciales, a los mandos medios y a la propia comisión interna, llegando finalmente al trabajador sindicalizado propiamente dicho.

Cuando la relación se torna sostenible, y hay un respeto genuino mutuo, las condiciones de trabajo, las reglas del juego, la búsqueda conjunta de soluciones y eficiencia operativas se tornan naturales y parte de la cultura. Hoy en Argentina hay excelentes ejemplos de convenios empresa-sindicato con la figura de polivalencia – operarios multifunción – rompiendo el viejo esquema de escalafones y categorías, y trabajos ajustados a descripciones de tareas obsoletas y vetustas.

Encarando esta puja con conciencia y respeto, el sindicato puede transformarse en un aliado estratégico para conseguir nuevos mercados, abrir diálogo con el gobierno y otros sectores, ser protagonista de la reputación de la empresa y su imagen social, tanto el mercado general como en la sociedad donde opera. Esta es la gran oportunidad, manejar una tensión que generalmente es considerada amenaza, para obtener un gana-gana potenciando esfuerzos. ¿Suena a utopía?, pues no lo es, es perfectamente posible, y quienes lo han conseguido con trabajo y colaboración, han sabido obtener enorme valor de esta oportunidad de crecimiento.

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“El Campo” para dar vuelta la Crisis

La Argentina de los últimos meses vive discutiendo si vamos o no a un default, o cómo afecta la crisis de los cuadernos a empresarios y políticos. Marchas, piquetes, cuál debería ser el precio del dólar, Flan sí, Flan no, cuál fue el costo de haber minimizado “la herencia”, etc. ¿Son este tipo de discusiones las que nos permiten reflexionar y buscar los remedios que nos dejen paliar la crisis que sufrimos? ¿O debemos ir por más, ser más autoexigentes y buscar arrancar de raíz las causas que generan los problemas que más nos agobian?

Para evitar que el dólar siga trepando y apaciguar los conflictos sociales, muchos analistas aseguran que se necesita una mayor coordinación económica, cambios políticos, más crédito para detener la caída de nuestras reservas. ¿Serán estas las soluciones que necesitamos?

Hoy vemos un escenario de huida de capitales de la Argentina, el riesgo país en niveles muy altos, precios de los bonos y acciones por el piso. Más allá de la situación de Brasil con el dólar superando los $4 reles, la crisis en Turquía, la Guerra Comercial, etc., y una Argentina que “ya pasó de moda”, o por el contrario, que volvió a estar de moda esta semana en los mercados financieros, pero por los peores motivos: se multiplicaron en los últimos días las compras de seguros contra default por parte de inversores internacionales.

Hablemos con rigor: La realidad es que sin reglas de juego claras, sin una visión de mediano y largo plazo, caemos en los mismos problemas siempre… se gasta por encima de los ingresos y esto deriva en un déficit fiscal crónico, alta inflación, instituciones “soft” que fomentan corrupción en muchos niveles, desconfianza, y cuántos más problemas políticos y económicos tengamos, mayor será la violencia que sufriremos los argentinos y más se profundizará la “grieta” que nos divide.

Por estos motivos, los argentinos no invierten en Argentina, tampoco la financian, se llevan el dinero afuera y nos quejamos cuando no llega dinero del exterior. ¿La salida de este cruel laberinto, está en nosotros mismos? ¿Cómo hacemos para reducir los gastos, en muchos casos, inflexibles a la baja, y al mismo tiempo subir los ingresos?

Pareciera que los propios argentinos no tenemos confianza para invertir, consecuentemente los extranjeros adoptan el mismo camino que los locales.

Resulta fundamental aplicar políticas públicas que fomenten la inversión y las políticas que incrementen la productividad. Es una tarea de todos poder como país capitalizar las ventajas comparativas que tenemos. Si a estas ventajas le sumamos “inversión” (en infraestructura por ejemplo, para lograr reducción de costos, de tiempos, mayor eficiencia operativa, etc), “institucionalidad y reglas de juego claras”, “mayor predecibilidad”, indudablemente nos podremos volver a encausar en el camino del desarrollo y crecimiento que tanto necesitamos.

Estamos en un momento bisagra, un punto de inflexión para poder entre todos salir de esta situación que nos aflige. Cada uno debe, desde el lugar donde le toque, redoblar el esfuerzo. Trabajar el doble para ganar la mitad. Dar el ejemplo. Evitar los atajos que nos alejan de las buenas prácticas. Apoyar a quien pierda la esperanza. Los esfuerzos que hoy se realizan darán sus frutos en 2019. Cada acción suma, cada gesto contagia en el sentido que le demos.

Tenemos un problema sumamente complicado pero no es imposible de resolver. Hay pocos rubros que puedan traccionar y dinamizar la economía de Argentina como el sector Agropecuario. El campo con la cosecha de trigo a fines de este año y la cosecha de gruesa a inicios del siguiente, podría darnos una gran mano. Las tasas actuales del 45% que están asfixiando al sector productivo, tendrán un horizonte descendente.

Debemos creer en nosotros mismos. Los argentinos, ¿qué queremos hacer con el país? Invertimos o seguimos acopiando dólares. La ponemos acá o la llevamos afuera? Seguiremos viajando al exterior o aprovecharemos para conocer más de nuestro país e invitar a extranjeros a que también lo hagan?

Para prosperar, irremediablemente se necesitan reglas claras y espíritu de mirar hacia adelante. Al futuro no se lo debe adivinar, se lo debe forzar, desear y para ello es necesario tener la voluntad de cambiar las circunstancias y la historia para que las cosas se logren. Debemos lograr hacer que las cosas “pasen”, no que “nos pasen”.

Las políticas de largo plazo son indispensables para optimizar el potencial que los sectores productivos pueden generar en nuestra economía, con todo lo que ello implica para el país. Esperemos que como argentinos podamos hacernos cargo de lograr el país que tanto queremos. De cada uno de nosotros depende.

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