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El trigo vuelve a jugar en las grandes ligas de la exportación

La campaña agrícola que comenzó hace unos meses ya viene dando buenas noticias, en este caso le toca a la industria del trigo que muestra un fuerte dinamismo y juega en las ligas mayores con respecto a la exportación.

En el 2015 nuestro país se encontraba en el puesto N°27 exportador mundial de harina de trigo, hoy al 2017 ha logrado instalarse en el cuarto puesto y pretende seguir escalando posiciones.

Tenemos una cantidad enorme de productos para ofrecer a las distintas latitudes y queremos mostrar que somos capaces de fabricar lo que el mundo necesita. Tenemos mucha expectativa y ya comprometieron su participación empresas que no sólo fabrican harina, sino también aceite, fideos, pastas, galletas o gluten”, comentó Diego Cifarelli, presidente de la Faim, ansioso por confirmar los 350 compradores internacionales que ya comprometieron su presencia.

Hasta entonces la producción de derivados del trigo se destinaba a la región, países limítrofes. Pero es una muy buena noticia comunicar que se está trabajando para recuperar otros mercados que en el pasado tenían a la Argentina como un referente y que en la última década se perdieron.

La argentina vuelve a ser parte del mercado internacional, desde varios mercados. La meta en el corto plazo es convertirse en el segundo exportador de harina de trigo del mundo, detrás de Turquía, que lidera el rubro.

Con cifras de casi 12 millones de toneladas de trigo y un millón de toneladas de harina de trigo exportadas en 2017, el próximo gran desafío para el sector es sumar valor agregado a sus producciones.

Expectativas para Girasol: Campaña 2017-2018

Van pasando los años y campañas. En el sector nos readaptamos a los cambios en las reglas de juego, nos flexibilizamos frente al cambio, adoptamos nueva tecnología, readecuamos procesos y gestión, contraemos algunos dolores de cabeza, nos emocionamos, hacemos números, números y más números…

Más allá de todo lo mencionado, hay una cuestión que parece ser cierta. Aunque es un tema que admite múltiples discusiones en el ámbito académico, en las Naciones Unidas y hasta en las charlas de café, todo parece indicar que el clima a nivel mundial está cambiando. En nuestra bien conocida Región Pampeana ya nos vamos acostumbrando a la presencia más frecuente de lluvias; de hecho cada fin de semana que tenemos buen tiempo volamos de la ciudad para aprovechar el día, dado que ya hemos asumido las bajas chances de que esto ocurra. Ni hablar de las temperaturas, a mediados del invierno ya parece que estamos en primavera.

Frente a todos estos cambios entra en juego la flexibilidad del productor agropecuario. Una de las variables clave es la diversificación de cartera de cultivos para mitigar al máximo posible todo tipo de riesgo asociado al factor climático y en parte también, a la volatilidad de los precios internacionales.

Para esta Campaña puntual en el la cual el nivel de lluvias es elevado, muchos nos planteamos en las expectativas para un cultivo clave a nivel país que es el Girasol. El Girasol es la segunda oleaginosa en importancia detrás de la soja y su aceite es el más consumido en el mercado interno. Es un cultivo que realmente presenta una aptitud como bandera a la hora de lograr altos rendimientos, la cual es su tolerancia eventos de sequía.

Es claro que estamos en presencia de un año húmedo y esto sin dudas, no representa la situación más adecuada para el desarrollo del Girasol. Más allá de esta cuestión, la cual implica que en gran parte de la Región Pampeana la proyección sea algo incierta, la Bolsa de Cereales espera un crecimiento en el área sembrada a nivel nacional cercano al 6% alcanzando entre 1,7 y 1,8 millones de has. Mayores niveles de agua en el perfil del suelo por otro lado implican una serie de ventajas, como por ejemplo un adelanto en los ciclos en comparación al año anterior.

Los excesos hídricos han tenido mayores efectos en el Centro/Norte de Santa Fe, zona también conocida como Bajos Sub-meridionales. En esta región, se registraron disminuciones en el stand de plantas con problemas en la emergencia, por lo que se recurrió a la re-siembra en varias ocasiones. Ahora bien, no podemos todavía asegurar que el rinde promedio será menor. En definitiva, todo terminará dependiendo de la situación climática llegado el período crítico para la generación del rendimiento. Una afirmación que merece especial atención es la del supuesto de bajas en la expectativa de rindes… No todo el panorama es negativo frente a esta posibilidad.

En primer lugar, en la composición de rendimiento global del Girasol, no debemos olvidarnos del contenido de aceite. Un menor rendimiento del cultivo en kg/ha tiene correlación directa y positiva con un aumento en el porcentaje de aceite en el granos, el cual es bonificado y evita la erosión de los márgenes a pesar de la reducción en el “Q” como componente de la bien conocida ecuación del negocio. Por otro lado, esta baja en los rindes podría impactar directamente en el precio, implicando una suba del mismo.

Como se mencionó al inicio, vemos que el clima está cambiando. Se habla de mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos e incluso temperaturas que no se adecuan a la estación del año en la que nos encontramos. A pesar de estas cuestiones, el productor se mantiene optimista frente a los cultivos de gruesa para este año. Es evidente que aquí aparecen dos variables claves, que son la flexibilidad del productor a la hora de gestionar un negocio cada vez más eficiente, sumado al impacto positivo generado por la tecnología junto con la constante capacitación. Esperemos que este año podamos cumplir con la gran expectativa, para que la Argentina retome así la senda hacia el crecimiento e integración con el mundo, demostrando que sin dudas somos el cluster cerealero-oleaginoso más competitivo a nivel mundial.

Estimaciones de rentabilidad para el Maíz

Se dieron a conocer las estimaciones para la cosecha gruesa a través de la bolsa de cereales de Buenos Aires, en las cuales se ve al cultivo de soja cada vez más relegado con respecto a cultivos que antes de la quita de retenciones o los cupos de exportación eran marginales.

El área de soja será de 18 millones de hectáreas y la producción alcanzaría las 54 millones de toneladas perdiendo 1.2 millones de hectáreas sembradas con respecto a la campaña anterior y 3 millones de toneladas comparado a las cosechadas el año previo.

Gracias a la aplicación de tecnología en estos años con mayor humedad, se ve una caída significativa en la superficie sembrada no así en la producción esperada, esta es una tendencia que se ira observando y sería lo esperado para un mercado cada vez más exigente en rentabilidad.

Cabe señalar que en el ciclo 2015/16 se había sembrado 20,1 millones de hectáreas y la cosecha había alcanzado 56 millones de toneladas, lo que significa el segundo año que se recorta la superficie sojera.

En contraposición se espera que este año la superficie de maíz sea de 5,4 millones de hectáreas, manteniendo así esa tendencia alcista por segundo año consecutivo con una producción estimada de 41 millones de toneladas, habiendo producido el año pasado 39 millones.

También queda abierta la ventana para aumentar la superficie dependiendo del accionar de los pooles de siembra principalmente, que encuentran la oportunidad en campos que estaban inundados y se fueron drenando.

La principal razón la cual lleva a los productores a inclinarse por aumentar la superficie maicera radica en el margen bruto, siendo que el maíz creció un 2% mientras que la soja cayó un 9%.

La caída viene de la mano de un aumento en el precio del maíz del 3% habiéndose mantenido el precio de los insumos y en algunos casos bajando.

Es un punto a analizar al momento de invertir en el campo, poder hacer el análisis de rentabilidad del cultivo y no quedarse con el modelo que venía resultando exitoso en los últimos años, se verán campos más rotados que a su vez favorecerá al agrosistema y a los que estén dispuestos a apostar al sector.