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Glifosato: ¿veneno o agua bendita?

Hace más de 40 años y en más de 160 países actualmente se utiliza esta molécula en labores agrícolas extensivas. Es un herbicida sistémico y no selectivo, es decir que actúa controlando e inhibiendo el crecimiento de todas aquellas malezas sobre las cuales haya sido rociado. Por su facilidad de manejo y eficacia de resultados, muy rápidamente se incorporó en el portafolio de los fitosanitarios, ocupando el primer lugar en el ranking de los más vendidos mundialmente.

Por varios años el glifosato fue comercializado exclusivamente por la empresa Monsanto (hoy Bayer), pero luego de que la patente caducara a comienzos de los 2000, casi un centenar de empresas de origen americano, europeo y asiático fundamentalmente de China, lo producen y comercializan.

En Argentina este herbicida fue un gran impulsor de la siembra directa, que es una técnica de cultivo sin alteración del suelo por la acción mecánica del viejo arado; una práctica agro-ecológica que disminuye sustancialmente la erosión, aumenta la biomasa y preserva la humedad de los suelos como sus características y beneficios sobresalientes.

A mediados de 1990 (en Argentina en 1996) la aprobación de los eventos transgénicos en soja, maíz y algodón amplió el uso de glifosato para hacer control de malezas no solo al momento de la siembra, sino también en aplicaciones sobre los cultivos resistentes, reemplazando a otros herbicidas selectivos, más complejos y costosos.

Esta evolución tecnológica aumentó la productividad por hectárea y redujo sustancialmente las emisiones de gases efecto invernadero, y la toxicidad del paquete de agroquímicos usado hasta el momento cayó en 50 veces. Según datos de CASAFE, en 1985 la toxicidad media era de 56 mg/m2 y en 2015 pasó a ser de 1.15 mg/m2; además cuando en 1985 se comercializaba un 85% de agroquímicos bandas azules, amarillas y rojas (de media a alta toxicidad) en el año 2015 esos niveles se invirtieron, y el 90% es banda verde denominados levemente tóxicos, según lo indica el SENASA.

Muchas han sido las voces que se han manifestado y aún hoy lo hacen solicitando la prohibición y/o restricciones para el uso del glifosato en labores agrícolas extensivas, en producción frutihortícola, en aplicaciones periurbanas, en jardinería, etc.; también son diversos los trabajos publicados a favor y en contra sobre los efectos de la salud y el medio ambiente de esta molécula, en Argentina los más resonantes son:

Esta semana el debate se reanimó al conocerse la sentencia en primera instancia de un tribunal de California, por la cual obliga a Monsanto a indemnizar con 289 millones de dólares a Dewayne Johnson, un jardinero que por décadas usó glifosato y enfermó de un linfoma terminal sin que haya sido debidamente advertido de lo riesgos que corría, según informa el tribunal. Obviamente esta sentencia, que seguramente será apelada, reverdece el debate entre ciencia y sistema judicial, entre ciencia y sistema social, entre ciencia y sistema económico, entre ciencia y el resto del mundo.

Va a ser muy interesante seguir este caso y sus instancias judiciales con atención, cómo se resuelve en sí, y cómo van tomando posiciones las empresas productoras de glifosato, las agencias reguladoras en los 160 países donde está aprobado y cuáles serán los pareceres científicos a favor y en contra del glifosato.

Lejos está de mi esfera de conocimiento poder tomar una posición definitiva y juzgar si el glifosato es diabólicamente un veneno, o es castamente agua bendita. Tal vez la verdad esté en el medio de ambos extremos, y como toda tecnología y como todo agroquímico debe ser usado con cuidado y siguiendo las buenas prácticas agrícolas. En mi vida profesional como ingeniero químico he producido unos 4.000.000.000 de litros de glifosato (si las cuentas no me fallan) y me consta que ni una sola gota de todo ese volumen fue pensada para dañar al hombre o a la naturaleza, sino para ser usada responsablemente por agricultores del mundo ayudando a producir más y mejores alimentos.

Démosle al campo su revancha

Terminando la siembra de la fina con un aumento del 17% interanual en cuanto a lo que el área respecta, comenzamos la nota y la campaña 2018/19 con una buena visión y perspectivas para el futuro semillero y el campo en general.

Si bien la campaña pasada no fue de las más alentadoras para quienes estamos dentro del negocio del agro de manera directa, como así tampoco para quienes lo siguen por interés o por inversiones diversificando su cartera de ahorros, les podemos decir que no se preocupen, o mejor dicho, que se despreocupen y acompañemos entre todos a esta campaña entrante que viene a remontar lo que la pasada destruyó.

Comenzando por lo climático que es el factor que menos podemos prever ni controlar, todos los pronósticos nos dan la derecha para dar un paso a la siembra diversificada sin tener que preocuparnos por las sequías o inundaciones que nos perjudicaron en las pasadas cosechas tanto de lo que es la fina como de la gruesa, por lo que el “Niño” que se espera para este próximo año es un buen aliado para salir a jugar el partido.

Mientras nosotros esperamos un buen año Niño, el cual ya estamos comenzando a presenciar, en el otro lado del charco los principales productores y exportadores de semillas mundiales están sufriendo una inédita ola de calor, al igual que todo el norte de Europa, que elevó a niveles inusitados las temperaturas durante el verano boreal ,lo que va a dejar a varios interesantes competidores fuera de la cancha, tal como nos pasó a la mayoría de nosotros en Argentina en esta campaña que paso. Esta ventaja climática nos está dando la ventaja de salir a pelear buenos precios a futuro con incremento en todos los cultivos que exportamos ya que la demanda está superando a la oferta y nosotros somos de los pocos que nos vemos con buena oferta. Sumado a esto es de suma importancia tener siempre en cuenta que la totalidad de las exportaciones de granos están dolarizadas y a precios internacionales mientras que la mayoría de nuestros costos están pesificados, con lo cual el margen de ganancias está por encima de solo el precio por tonelada pactado.

Mirando no tanto para arriba esperando algo del cielo, y enfocando la mirada en los alrededores podemos sacar lo que seguramente sea la mayor ventaja competitiva para la comercialización de los cultivos: la guerra comercial entre Estados Unidos y China, ahí es donde nosotros junto con Brasil entramos como principales vendedores y comerciantes por la reducción de compras entre estos.

A este condimento internacional lo podemos aprovechar tanto en el corto plazo como en el largo, dependiendo las políticas de comercialización que implementemos. En el primer caso lo podemos ver como una salida inmediata a ser la segunda opción de compra del resto del mundo y nos aseguramos una compra de los principales consumidores de semillas del primer mundo y sacar una buena ventaja de esta campaña, pero siendo un poco más futuristas podemos posicionarnos de manera firme como exportadores mundiales, no solo por un bache económico entre dos potencias sino logrando algo que dure más que el conflicto comercial entre las mismas, lo cual nos dejaría bajo el ojo del mundo como primer alternativa de compra gracias a nuestros excelentes suelos, diversidad de climas y de cultivos, precios competitivos y posibilidad de salida rápida hacia el resto del mundo por la larga extensión marítima que tenemos. Y mirando un poco más allá del horizonte pero no por eso un futuro lejano, dejaremos de ser solo exportadores de semillas sin valor agregado para poder pasar a ser exportadores de productos elaborados y ya con un enorme mercado que nos reconozca con las verdaderas potencias que tenemos como país.

Haciendo un poco de culpa interna vemos que siempre el sector agrario estuvo castigado por retenciones, imposibilidad de exportación, malos precios y elevados impuestos, hoy con esta onda de buenas noticias vemos que también el mercado arancelario y las políticas internas ayudan a que esta esperanza florezca como se debe y en su máxima expresión, desde el ministerios de la Nación se informó la firma de 3 decretos con el objetivo de mejorar el ahorro fiscal, estimado en 65.500 millones entre lo que resta de este año y 2019. Uno de esos decretos elimina el Fondo Federal Solidario, o Fondo Sojero, porque el que las provincias y municipios recibían el 30% de la recaudación de los derechos de exportación a la soja, lo cual ahora quedará en manos de los productores.

Todas estas variables, climáticas, guerras comerciales, bajas en los rendimientos de las potencias europeas y políticas internas que acompañan al avance del agro nos dicen que será una de las mejores campañas que hemos tenido en los últimos 10 años, tanto en rindes de toneladas por hectárea como en ganancias dolarizadas.

¿Cómo me diversifico de cara al segundo semestre?

Estamos arrancando el segundo semestre de un movido año 2018… Venimos de meses dinámicos, en esta tierra de emociones extremas que es la Argentina. Del éxtasis a la agonía, así vimos al mercado semana a semana durante los últimos meses. Desde una corrida hasta una tregua cambiaria, el voto de confianza del FMI para sustentar parte del desarrollo, pérdida de credibilidad de los distintos agentes, la ansiada reclasificación a país “emergente”… Pasó de todo, la Argentina no es un país apto para cardíacos.

Solemos tratar en nuestras reuniones con amigos un tema clave: Dónde diversificar parte de nuestros ahorros para lograr un portfolio lo más seguro y eficiente posible en este contexto de volatilidad e incertidumbre que se viene barajando. Difícil… Múltiples opiniones y visiones, tenemos siempre a los más conservadores fanáticos de los instrumentos más seguros, los más osados buscando rentas altas con las opciones más riesgosas e insólitas y hasta los más “racionales”, que buscan aumentar sus compras aprovechando la baja de activos. Con un mercado financiero que viene muy golpeado y un mercado inmobiliario al cual los inversores pequeños no podemos acceder, ¿qué hacemos muchachos? Pensando en este año, ¿qué sector muestra potencial?

El negocio de siembras a escala en la Región Pampeana es sin dudas uno de los más atractivos para posicionar una parte de la cartera. Existe una serie de fundamentos que pueden llevarnos este año a apostar con una buena ficha:

  • Venimos de una Campaña muy mala a nivel Región, con la peor sequía de los últimos 15 años y exceso de agua en el otoño, lo cual trae aparejados problemas de calidad en los granos y complicaciones en la logística de cosecha. Muchos productores que tienen una pequeña escala de producción lamentablemente quedan fuera del negocio. Insumos que se dejan de comprar, baja la demanda de alquileres de campo… En fin, un escenario de costos a la baja sumamente interesante.
  • ¡Climáticamente no todo está perdido! Luego de la extensa sequía estamos observando una muy buena recuperación de la humedad en todas las zonas y hasta el momento, los pronósticos climáticos son de un año neutro tirando a Niño (húmedo).
  • Tema Precios. Como resultado de la sequía en Argentina y de condiciones negativas en Estados Unidos, Rusia y Australia estamos ante un inédito escenario de precios en todos los granos. Esto permite captar muy buenas oportunidades por lo que si en esta Campaña los rindes de cultivos rondan sus valores normales, la renta medida en USD tranquilamente podría estar en dos cifras… ¿Qué negocio hoy en Argentina tiene el potencial de alcanzar esta rentabilidad?
  • La última devaluación permiten licuar los costos en pesos de este tipo de negocio, los cuales muchas veces tiene una importante incidencia (algunos ejemplos: Fletes, labores, servicios).
  • ¿Qué están haciendo hoy los grandes jugadores? Los que saben del rubro, las grandes empresas, hoy están incrementando notablemente sus inversiones para la Campaña 2018-2019. Obviamente no tienen la bola de cristal, pero algo saben. La oportunidad a hoy es evidente.

De cara al segundo semestre, el agro se viene con todo. Se espera una cosecha récord de trigo, lo cual también es una noticia para nosotros. Alivio en las reservas del BCRA, mayor recaudación en términos de impuestos para atenuar el déficit y un tipo de cambio más tranquilo. Nuevamente el campo argentino demuestra capacidad de superación y vocación de vanguardia. Está claro que la agroindustria representa el ansiado puente al crecimiento. ¿Te vas a quedar afuera del sector líder y encima con tan buenas perspectivas?

El Campo y su propia Gloria

Mientras en estos días los Cuadernos Gloria han retomado su vigencia, en el vértice opuesto a esta corruptela, el campo argentino sigue trabajando por su propia Gloria y para darse mucho más que una revancha.

Después de la sequía de la campaña pasada vamos con todo en la búsqueda de un nuevo récord productivo. Todas las condiciones se están dando en el país para tener una cosecha 2018/2019 en niveles de excelencia. El número a superar es de 137 millones de toneladas sumando todos los cultivos, desde la descomunal producción de soja, maíz y trigo en ese mismo podio, y completando los primeros lugares de la grilla con el girasol, el sorgo, la cebada, el arroz y otros.

Alcanzamos este récord anterior en la campaña 2016/2017 con condiciones muy favorables, no sólo en lo climático, sino que fue la primera campaña con el nuevo marco regulatorio sin retenciones ni derechos de exportación que le pisaban el freno a la producción.

Con el motor en marcha durante la segunda vuelta, la campaña 2017/2018 cuando todo estaba dado para tener otro giro extraordinario, nos pegó la sequía que impactó negativamente con una pérdida algo superior al 30% en términos generales de actividad. De lo malo, lo bueno, esta sequía y perdida de actividad, justo a 10 años de la famosa resolución 125, nos dio la oportunidad de mostrar a la sociedad en su conjunto, y especialmente a nuestros dirigentes políticos, la importancia del sector como motor económico y de desarrollo social para el país.

Iniciamos una tercera vuelta. Arrancamos ya con la siembra de trigo para la revancha, la recuperación, y me atrevo a decir con cierto optimismo, también para un nuevo récord, las primeras proyecciones para este cultivo dan algo superior a los 20 millones de toneladas, maíz podría superar las 45/50 millones y soja manteniendo su performance anterior cercano a los 55/60 millones de toneladas, agregando los otros cultivos de la grilla, alcanzar la nueva marca de 140 millones totales no está tan lejos de las posibilidades.

Los pronósticos climáticos indican una temporada con buenos regímenes de lluvia (Niño) y si bien los precios de los granos se han movido en la pizarra tanto para arriba como para abajo, la ecuación final es bastante alentadora. Riesgos y amenazas siempre existen, por eso este año la financiación es clave, después de una campaña seca (en todos sus aspectos) como la anterior, al menos la tormenta de incertidumbre con respecto a inflación y dólar ya están más claros, no porque sean buenos en sí mismos, sino porque podemos converger a un número verosímil y proyectar mejor.

El campo va por su Gloria en esta nueva campaña, no sólo para sostener el nivel de actividad, contribuir con casi el 15% de la recaudación impositiva, generar 1 de cada 3 nuevos empleos, ni para aportar el 60% de las divisas de exportación al país; el campo va por la Gloria, por la revancha, la recuperación y el record, porque es la forma en la cual creemos y sabemos trabajar con abnegación y honradez, mientras la Gloria de otros se discute en los Tribunales.

Agroquímicos a granel, una alternativa posible

Nos encaminamos hacia una agricultura capaz de producir 180 millones de toneladas de granos en los próximos años con la introducción de nuevas tecnologías tanto en mejoramiento genético, eventos biotecnológicos y el uso de herramientas como big data con el soporte de imágenes satelitales, entre otros. Las buenas prácticas agrícolas y una mirada sistémica para robustecer los activos colectivos del agronegocio serán fundamentales para alcanzar esta meta ambiciosa de manera sostenible del punto de vista económico, social y ambiental.

Uno de los temas pendientes que tenemos en el sector es la adecuada gestión de los envases de agroquímicos que usamos para proteger los cultivos. En los últimos años hemos avanzado mucho a través de programas como AgroLimpio impulsado por CASAFE (Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes) que hoy recicla cerca del 30% de los envases en todo el país, unas 13.000 toneladas de plástico según estimaciones del Ministerio de Agroindustria.

En septiembre de 2016 se aprobó la ley nacional 27.279 para Gestión de Envases Vacíos de Fitosanitarios, la cual establece los principios mínimos para garantizar que dicha gestión y el uso posterior del material reciclado no afecte el medio ambiente ni la salud de las personas, estableciendo las etapas, los eslabones principales y las responsabilidades de cada integrante de la cadena.

Esta ley que se encuentra en etapa de reglamentación e implementación está alineada con la estrategia global de CropLife International que ha fijado como meta al 2020 la implementación de programas de gestión y reciclado de envases en todo el mundo según sus políticas de manejo responsable (Stewardship Vision 2020), irá a apalancar un salto de calidad cuantitativo y cualitativo, para ponernos a la par de otros países del mundo, como nuestros vecinos de Brasil que hace más de 10 años ya cuentan con un sistema maduro.

Para sumar a este programa y minimizar los impactos ambientales de los envases plásticos, muchas veces nos hemos preguntado si en Argentina podríamos impulsar también la comercialización de agroquímicos a granel mediante un sistema como el que posee Estados Unidos hace más de 30 años, donde casi el 80% del volumen se comercializa de esta manera.

Este sistema es una red logística de distribución ferroviaria y por carreteras que alimenta terminales de tanques distribuidas en todo el país, y almacenamiento con posterior fraccionamiento a través de los distribuidores y agronomías. Cada productor sigue comprando en los mismos términos y condiciones que lo hace hoy, y pasa luego a retirar cual “gasoil por la estación del servicio” de su distribuidor. De antemano se ponen a disposición de los productores contenedores de hasta 1000 litros de capacidad, con sus lacres y válvulas de seguridad correspondientes, tanto en consignación, en sistemas “one-way” o retornables, para garantizar la trazabilidad y evitar las contaminaciones cruzadas de ingredientes activos. Un sistema ya probado como seguro y confiable.

Los productores argentinos en su mayoría ya cuentan con medios y herramientas de trabajo para poder hacer una manejar agroquímicos en grandes volúmenes, un modelo que tranquilamente puede coexistir con la comercialización de los clásicos bidones de 20 litros, y que en definitiva ayudaría a minimizar significativamente la cantidad de plástico que hoy usamos con el modelo actual.

Si pensamos en los próximos 10 años, iniciando el diálogo, encontrando cuáles son las barreras de reglamentación, de logística e infraestructura, de trazabilidad, económicas y financieras, y otras que puedan existir, podremos aportar y desarrollar una alternativa superadora y de mejora continua a los muy buenos pasos que estamos dando.

Llegar a producir 180 millones de toneladas y poder generar 1 de cada 3 nuevos empleos en Argentina en la próxima década no es solo una meta numérica, es una evolución en la matriz de pensamiento, una vuelta de tuerca en la que se construye la ruralidad y paisaje de un país federal, habitado por argentinos de cuerpo y alma.