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Mercado de granos: incertidumbre en la oferta con una demanda récord

El mercado no espera al empresario agropecuario. El escenario de precios actual de los commodities exige el análisis y la toma de decisiones.

La demanda china ha sido el gran motor del rally alcista de los últimos meses. La incertidumbre pasa por saber si es una actitud compradora que llegó para quedarse con un comportamiento de la demanda diferente o si es una cuestión estratégica de recomposición de stocks que puede mermar su intensidad próximamente.

Independientemente de esta incógnita, la única realidad es que China ha generado que Estados Unidos (principal referencia del mercado) ya tenga vendido más del 97% de su saldo exportable de soja y más del 85% de su saldo exportable de maíz dejando la relación stock/consumo de soja más baja de la historia (2,61%) y para maíz del 10,3% con una desconfianza general sobre este dato puesto que se estarían subestimando los datos de importaciones chinas de la presente campaña que en cada reporte van en aumento.

La relación stock/consumo de soja en EE.UU. se encuentra en valores por debajo de los originados por las sequías de 2008 y 2012, los que propiciaron una soja en Chicago por encima de los US$550, por lo cual ese escenario tiene probabilidad de ocurrencia.

La diferencia respecto de esos momentos radica en que en este caso no hay un problema productivo como en aquella época, sino que hay un exceso de demanda más que una disminución en la oferta. Si hay alguna merma productiva en Sudamérica no contemplada por el mercado ayudará a este escenario.

Nos encontramos a casi siete meses de finalizar su ciclo comercial y da la impresión que están «regulando» la caída de stocks esperando la cosecha sudamericana que «no puede fallar» y no sería la primera vez que ocurre.

Es muy probable dado este contexto que EE.UU. importe soja en el presente año para abastecer su molienda interna que también se encuentra en niveles muy elevados.

La realidad muestra que estamos algo lejos de tener clara la producción sudamericana, aunque el clima ha mejorado en las últimas semanas y con esto las perspectivas de rendimientos. Tenemos una cosecha de soja en Brasil con una demora del 15% promedio y más del 20% en algunas zonas puntuales que generan una presión sobre los precios disponibles por buscar oferta alternativa a la de Brasil que se esperaba que ya estuviera volcada al mercado y empieza a haber ciertas dudas sobre la calidad del grano que obtendrán.

Como adicional, la demora en la cosecha de soja se traduce en un avance de siembra de maíz inferior al promedio histórico que aún no se sabe si tendrá un impacto relevante en sus rindes.

Por el lado de Argentina, la cosecha de maíz temprano comenzó con mermas de rendimiento que ya se esperaban. El de siembras tempranas es el más comprometido en su producción debido a que en nuestro país se siembra fundamentalmente en zona núcleo y se vio perjudicado por la sequía. Es el único maíz que se está cosechando en el mundo y no tiene competidores por lo cual es un cereal que ya en condiciones normales cotiza más que el de siembras tardías.

El maíz tardío se encuentra en mejor situación y en cuanto a precios hay que ver cómo se comporta el mercado con Brasil definiendo una ventana de siembra que como mencionamos no será la óptima por el retraso en la cosecha de soja.

Para la soja y el maíz tardío en nuestro país aún queda clima por recorrer. Las lluvias de las últimas semanas han traído alivio en las zonas más afectadas por la sequía de fin del 2020, pero hay algunas zonas donde los rendimientos ya se ven limitados por las condiciones previas.

Como dijimos, cualquier «susto» climático puede impactar en los precios pero no hay que olvidar que los grandes fondos de inversión se encuentran muy comprados. Buenas cosechas pueden implicar ventas de los fondos que agregan volatilidad y en ese caso pueden generar bajas por toma de ganancias.

En nuestro país los granos se almacenan como reserva de valor ya que es un producto «dólar linked». Es por todos sabido que el exceso de liquidez en pesos queda expuesto a la pérdida de valor fruto de la inflación, pero el dólar es una variable sobre la cual no se tiene mucho poder de gestión como ocurre con la gestión de ventas. En un año con un posible atraso cambiario y en un contexto volátil hay que buscar alternativas para capturar valores muy interesantes quizás calzando costos de la próxima campaña.

Es por eso que hay que analizar, siempre viendo los momentos de necesidades de fondos, para decidir coberturas que nos permitan garantizarnos los buenos precios actuales y no perdernos de eventuales subas en este contexto volátil.

Compra de puts para lo que no se comercializó garantizan pisos. Compra de calls para los precios ya fijados nos dan la oportunidad de recomprar nuestra mercadería si el mercado sigue subiendo.

Nos encontramos en un escenario alcista desde los fundamentos, pero hay que gestionar el riesgo (toma de ganancias de los fondos, buenos rendimientos, COVID, baja en la demanda china, intervencionismo estatal, etc), y cultivos como soja y maíz permiten hacerlo con coberturas flexibles que nos permiten asegurar precios sin dejar pasar el tren si el mercado continúa escalando.

Leandro Barbieri
Gerente Comercial de ADBlick Granos

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Inversiones en ganadería: Fundamentos sólidos que la garantizan

Una de las características de las crisis es que opacan las oportunidades de inversión, principalmente porque los riesgos asumidos superan a las rentabilidades previstas. Por otra parte, y por la propia historia de crisis, no son muchas las oportunidades de inversión en sectores y proyectos productivos: ¿Por qué entonces pensar en invertir en ganadería?

En la Argentina, y otras economías emergentes, surgen oportunidades de inversión más allá de las características, volatilidades y riesgos del contexto. Son aquellos sectores en los que los fundamentos competitivos son sólidos; y esos fundamentos son los que garantizan la rentabilidad, porque no se deben a decisiones de gobierno circunstanciales, sino al trabajo de empresarios e instituciones pensando en cómo competir a largo plazo.

Y esto en el caso de la ganadería es claro:

  • Competitividad, histórica en la producción de carnes; a la vez que se nota hoy las dificultades de competidores como Australia o Uruguay.
  • Institucionalización del funcionamiento de toda la cadena para crecer en Competitividad y Sustentabilidad, apoyada en el trabajo muy destacado de la mesa de las carnes; que pasando de la confrontación a la cooperación ha logrado soluciones estructurales y de política que son el fundamento de la competitividad y el crecimiento.
  • Calidad creciente de los productos; y destacándose que la marca carne Argentina sigue siendo muy valorada en el mundo
  • A todo esto se le suma la capacidad de recuperación del sector, que pasó en poco tiempo de exportar poco más de 1000MU$ a los actuales 4000MU$. Y este impacto en la economía del país hace que sea un sector menos vulnerable a intentos políticos circunstanciales de aprovechar la renta del sector, con hechos como los que ya hemos vivido.
  • Una demanda estructural sólida y creciente en el mundo, que puede subir o bajar de precio, pero que exige volúmenes de producción crecientes.
  • Tecnologías de clase mundial en actividades clave como en las semillas forrajeras hasta la nutrición animal, pasando por la genética animal y la gestión
  • Una creciente mejora, con altas inversiones, en la industria frigorífica, adaptándola a las exigencias del comercio internacional
  • Producción de maíz en volumen, costo y calidad que permite crear más valor. 
  • Calidad de gestión y capacidades profesionales crecientes en toda la cadena, y en los sectores de soporte de la misma

Me parece necesario destacar que todo lo antes dicho es estructural, y que se ha ido generando con gran esfuerzo de todos los actores a lo largo de los años; y estos fundamentos estructurales están para quedarse, más allá del gobierno que toque.

En otras palabras, el sector de la ganadería es un sector cuyos fundamentos auguran para los inversores una gran oportunidad (segura) de renta, a la vez que brinda la satisfacción de asociarse a uno de los sectores más exitosos del país.

Autor: Marcelo Paladino

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Mirar hacia delante para que las cosas “pasen” y no que “nos pasen”

Ya con la mayoría de las cartas arriba de la mesa, buenas y malas noticias se alternan para la economía de los argentinos. Se siente un escenario como con una pequeña brisa de cola de a ratos, y por momentos como si cambiase el viento repentinamente para soplar de frente y aplacar el entusiasmo.

El gobierno está trabajando para que la tasa en pesos tenga una importante baja y se reactive el consumo. Ya en el mes de enero, miles de argentinos disfrutan sus vacaciones gastando en el país, aunque por otro lado, la inflación de 2019 fue casi del 54% anual. La “herencia” en el nivel general de precios que recibió el Presidente Fernández es muy pesada y genera desconfianza en muchos ciudadanos de a pie acerca de cómo podrá el Gobierno evitar que siga escalando.

Las devaluaciones sucesivas en la segunda mitad de la era Macri se profundizan ahora con el impuestazo y las retenciones generalizadas de Alberto. El ajuste fiscal otra vez se descarga contra las familias y las empresas, a los que una vez más se les aumenta la ya agobiante carga tributaria que sufrimos en “Impuestolandia”. 

Estas medidas apuntan en el corto plazo al regreso de los superávits gemelos y a despejar el riesgo de default. Pueden ser estrategias de urgencia pero más temprano que tarde habrá que corregirlas. Los congelamientos de tarifas y combustibles pueden aliviar el bolsillo en lo inmediato, pero implicarán más subsidios.

Por otro lado, los indicios de una propuesta amigable para reestructurar la deuda hacen subir los bonos en dólares. Sin embargo, los bonos provinciales aún corcovean y encienden luces de alerta en el tablero, aportando volatilidad al mercado. Las acciones deberían tener a su vez un recorrido muy alcista, aunque no debemos menospreciar el Cisne negro que sorprendió a los mercados por la pelea de Trump con Irán que generará todavía semanas de mucha volatilidad en los mercados. La guerra comercial USA vs China pareciera apaciguarse un poco. Nuevamente buenas y malas noticias se alternan para la economía de los argentinos.

Se estima un crecimiento de la economía brasileña en 2020 y 2021, de la mano de privatizaciones y reformas del Estado. Después de atravesar entre el segundo mandato de Dilma y el de Temer un período que los propios cariocas consideran la peor crisis económica por varias décadas, el PBI de Brasil parece recuperar fuerzas. Este escenario podría impulsar a que muchos inversores se ilusionen y vuelvan a traer fondos al mundo emergente. Las privatizaciones de Brasil son muy atractivas y traerían dinero a la región lo que beneficiará a la Argentina. 

En la recta final de la cosecha del trigo, y a la mitad del ciclo productivo de verano, llegaron justo las lluvias que mejoraron notablemente la expectativa de rendimientos tanto en soja como en maíz, y en muchos casos salvaron a los cultivos de fina, por lo que se estima una Campaña agrícola de moderada a buena. 

Vemos que si bien tenemos un contexto local y externo que sigue en movimiento, el contexto internacional será más favorable a priori para Fernández que lo que fue para Macri. Pero independientemente de lo que ocurra “puertas afuera”, “puertas adentro” tenemos que hacer muchas cosas bien, de manera sostenida en el tiempo, para poder así generar hábitos que nos hagan retomar la senda del crecimiento. 

Sin dudas que para reducir la pobreza hay que bajar la inflación y para que caiga la inflación tiene que haber más oferta de productos. A su vez, para que haya más oferta de productos se necesita inevitablemente de mayor inversión…y para seducir a los inversores, se necesitan reglas de juego claras e instituciones fuertes que generen previsibilidad, y un tamaño y peso del Estado menor al que sufrimos… no emitir en forma descontrolada y pagar los compromisos de deuda. De esta manera, una mayor inversión tendrá como correlato más crecimiento, mejora en los ingresos fiscales, equilibrio fiscal, menos endeudamiento o emisión de dinero, y esto retroalimenta la menor inflación y el mayor crecimiento.

Para prosperar, irremediablemente se necesitan reglas claras y espíritu de mirar hacia adelante. Al futuro no se lo debe adivinar, se lo debe forzar, desear y para ello es necesario tener la voluntad de cambiar las circunstancias y la historia para que las cosas se logren. Debemos lograr hacer que las cosas “pasen”, no que “nos pasen”. Las políticas de largo plazo son indispensables para optimizar el potencial que los sectores productivos pueden generar en nuestra economía, con todo lo que ello implica para el país. Esperemos que como argentinos podamos hacernos cargo de lograr el país que tanto queremos. De cada uno de nosotros depende.

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¿Hacia dónde va nuestra ganadería?

A menos de 15 días del cambio de Gobierno, pocas son las señales y definiciones que ha dado el presidente electo Alberto Fernández. En lo que se refiere a Economía, que es uno de los Ministros que más se ansía conocer por cómo va a ser el proceso de reestructuración o reperfilamiento de la deuda, suenan algunos nombres como Lavagna, Redrado, Alvarez Agis, Kulfas, Nielsen, entre otros. 

Pero poco se habla de quién será el Ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, sector encargado de subsanar el principal problema de Argentina: el ingreso de divisas. 

Históricamente el agro fue el sector que más divisas trajo y difícilmente esto cambie por lo menos en los próximos años. Debido a esto es que Gabriel Delgado, uno de los candidatos a liderar el Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca dice que “será muy importante tener reglas claras y ver al sector como a un aliado”. Delgado es ex secretario de Agricultura y economista del INTA y participó en la confección del primer documento agropecuario que circuló hace unas semanas. Sostiene que es fundamental evitar todo escenario de confrontación con el campo. El camino que ve para salir de la crisis son las exportaciones y el precio de la soja no es el de hace unos años, por lo tanto, habrá que proteger a cada uno de los complejos exportadores. En la siguiente tabla se pueden ver las exportaciones del primer semestre del 2019.

A menos de 15 días del cambio de Gobierno, pocas son las señales y definiciones que ha dado el presidente electo Alberto Fernández. En lo que se refiere a Economía, que es uno de los Ministros que más se ansía conocer por cómo va a ser el proceso de reestructuración o reperfilamiento de la deuda, suenan algunos nombres como Lavagna, Redrado, Alvarez Agis, Kulfas, Nielsen, entre otros.    Pero poco se habla de quién será el Ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, sector encargado de subsanar el principal problema de Argentina: el ingreso de divisas.    Históricamente el agro fue el sector que más divisas trajo y difícilmente esto cambie por lo menos en los próximos años. Debido a esto es que Gabriel Delgado, uno de los candidatos a liderar el Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca dice que “será muy importante tener reglas claras y ver al sector como a un aliado”. Delgado es ex secretario de Agricultura y economista del INTA y participó en la confección del primer documento agropecuario que circuló hace unas semanas. Sostiene que es fundamental evitar todo escenario de confrontación con el campo. El camino que ve para salir de la crisis son las exportaciones y el precio de la soja no es el de hace unos años, por lo tanto, habrá que proteger a cada uno de los complejos exportadores. En la siguiente tabla se pueden ver las exportaciones del primer semestre del 2019.

La Ganadería fue escalando posiciones hasta alcanzar el quinto puesto con un crecimiento del 16,1% respecto al mismo semestre del año anterior y todavía con un gran potencial por delante para seguir creciendo. Se estima que la demanda de China se mantendrá estable al menos por dos años más, siendo este el principal destino de las exportaciones bovinas.

La Ganadería fue escalando posiciones hasta alcanzar el quinto puesto con un crecimiento del 16,1% respecto al mismo semestre del año anterior y todavía con un gran potencial por delante para seguir creciendo. Se estima que la demanda de China se mantendrá estable al menos por dos años más, siendo este el principal destino de las exportaciones bovinas.

Muchas son las variables que impactan en el negocio ganadero argentino, pero si las exportaciones siguen en estos niveles, el 2020 seguramente sea un año en el que continúe el crecimiento del sector.

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Lograr que las cosas “pasen”, no que “nos pasen”

Durante los últimos 70 años en la Argentina dominaron las devaluaciones, la escasez de divisas, la inflación y las recesiones que enfriaron a la economía en forma permanente. Hoy el país vuelve a tener importantes desequilibrios macroeconómicos y los temores a nuevas crisis acechan por todos lados. Argentina tiene el vicio de gastar más de lo que recauda, independientemente del color político del gobierno de turno (militares, peronistas, radicales, liberales, populistas, etc).  Y luego se recurre a la emisión, a la suba de impuestos o a tomar deuda para “tirar la tierra debajo de la alfombra”. En todos los casos, el origen de estos desequilibrios tiene como corazón el déficit fiscal: si se gasta por encima de los ingresos, esto deriva en un déficit fiscal crónico, alta inflación e ingresamos en un círculo vicioso constante. 

Sumado a ello, si además fomentamos instituciones “soft” que fomentan corrupción en muchos niveles, se genera desconfianza, y así cuántos más problemas políticos y económicos tengamos, mayor será la violencia que sufriremos los argentinos y más se profundizará la “grieta” que nos divide socialmente.

¿Cómo hacemos entonces, si pareciera imposible reducir el gasto, para incrementar los ingresos?¿Estamos otra vez como argentinos, al borde del precipicio? 

Faltan 30 días para que asuma el presidente electo y no hay definiciones en materia de deuda pública, si habrá o no acuerdo con el Fondo, si habrá reestructuración de la deuda y nadie sabe quién manejará la economía. ¿Podrá Alberto Fernandez evitar que se profundice aun más la crisis?

Estas son las preguntas que nos hacemos todos. La realidad es que sin inversión hay pocas posibilidades de aumentar los ingresos e impulsar la reactivación económica, de generar más empleo y por ende un mayor nivel de actividad. 

La inversión debe aumentar sustancialmente para crecer y para crear empleos productivos, clave para superar la pobreza y construir la equidad. Ello requiere respetar y hacer respetar los contratos públicos o privados, con reglas de juego claras, con una visión de mediano y largo plazo, sin asfixia impositiva, para evitar así caer en los mismos problemas siempre.

Bajo este diagnóstico, resulta fundamental que como país podamos capitalizar más todavía las ventajas comparativas que tenemos. Como es sabido, la Argentina tiene el clúster productivo oleaginoso más competitivo del mundo, más competitivo que Brasil e incluso que EE.UU. El desafío es lograr maximizar el potencial que tenemos como sector. Si a estas ventajas le sumamos “inversión”(en infraestructura por ejemplo, para lograr reducción de costos, de tiempos, mayor eficiencia operativa, etc), “institucionalidad y reglas de juego claras”, “mayor predecibilidad”, indudablemente nos podremos volver a encausar en el camino del desarrollo y crecimiento que tanto necesitamos.

El año 2020 nos está convocando a ser más eficientes y productivos, cada uno deberá reinventarse en lo que hace y a partir de allí trabajar el doble para ganar la mitad. Tenemos un problema sumamente complicado, pero no es imposible de resolver. Y es así como crecen los países y se genera empleo genuino, con sociedades menos violentas y más apegadas. Con el esfuerzo como bandera, dando el ejemplo, apuntando a ser la mejor versión de nosotros mismos, evitando el atajo que nos aleja de las buenas prácticas, siendo proactivos, animándonos a invertir.

Para prosperar, irremediablemente se necesitan reglas claras y espíritu de mirar hacia adelante. Al futuro no se lo debe adivinar, se lo debe forzar, desear y para ello es necesario tener la voluntad de cambiar las circunstancias y la historia para que las cosas se logren. Debemos lograr que las cosas “pasen”, no que “nos pasen”. De cada uno de nosotros depende.

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