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Ranking exportadores 2017

Este año, según el informe de octubre realizado por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), el ranking de los principales exportadores de carnes bovinas y bubalinas lo encabezará la India, con 1,82 millones de toneladas.

Vale la pena aclarar que gran parte de sus carnes exportables son de búfalo debido a sus creencias culturales; Luego le sigue Brasil, con 1,76 millones de toneladas, y en tercer lugar aparece Australia, con 1,45 millones de toneladas.

En el cono sur, Brasil, Uruguay y Paraguay le ganan a la Argentina, a pesar del crecimiento experimentado en los últimos tiempos, colocando a la Argentina en el noveno lugar junto a México, con 280.000 toneladas. Sin embargo, los datos que manejan en el sector, considerando ventas de noviembre y diciembre, prevén que la Argentina finalizaría el año con un nivel superior a las 300.000 toneladas, dejando de esta manera a México atrás y pasando del décimo lugar con 216.000 toneladas en el 2016, al noveno lugar. Y para el año próximo se estima poder superar las 350.000 toneladas
ascendiendo otro puesto en el Ranking.

Una de las grandes oportunidades del 2018 recae en los Estados Unidos, quien debe efectivizar la reapertura del mercado de la carne argentina sin pagar aranceles de importación, debido a la reincorporación al sistema general de preferencias luego del recamo ante la Organización mundial del Comercio. La expectativa de la industria frigorífica es colocar allí unas 20.000 toneladas, que representarían una facturación de unos 100 millones de dólares.

Para la Argentina, avanzar al ranking de los diez primeros es importante porque implica ir recuperando el terreno perdido, dado que antes del 2005, momento de las intervenciones del estado en el mercado de carnes del gobierno anterior, el país era el tercer exportador del mundo, con 770.000 toneladas.

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La inversión para mejorar la productividad y capitalizar oportunidades

El sector Agroindustrial vuelve a retomar la senda del crecimiento, la obra pública se está reactivando, las inversiones en infraestructura y construcción pican en punta, ha vuelto el crédito hipotecario y cada vez más familias tienen la oportunidad de comprar su casa propia. Es un camino largo, hay que ir reconstruyendo y reordenando todo, pero en muchos rubros se está creciendo. En esta línea, son varios los sectores que respaldaron los cambios de las metas de inflación que anunció el gobierno porque se acercan más a la realidad y permitirán seguir mejorando las condiciones económicas.

Los fines de año generalmente resultan muy complejos desde lo político, lo económico y por ende también desde lo social. Hace muchos años que Argentina no se planteaba cambios tan de fondo y profundos. Muchos de ellos pueden ser dolorosos e indudablemente implican costos políticos para el gobierno, pero el objetivo conclusivo es crecer de manera constante y sostenida con una mirada de largo plazo, evitando así los serruchos cortoplacistas con épocas de progreso seguidas de fuertes caídas.

Hoy como país tenemos muchas oportunidades de desarrollo, hay muchas inversiones que ya se están haciendo y muchos compromisos de inversión ya firmados. Tal vez esto no se ve en lo inmediato de forma tangible, pero son cosas que se están haciendo. Sin inversión no hay proceso de desarrollo económico que sea sostenible en el tiempo, con lo cual hay que generar todavía mayor previsibilidad y estabilidad, mayor institucionalidad y seguridad jurídica para que los privados apuesten con más convicción y mirada de largo plazo. En este sentido, posiblemente 2018 será un año de mayor inversión que 2017.

El cambio de los objetivos oficiales de inflación se vivió como un reconocimiento positivo entre los privados y apunta en esta dirección. El salto del dólar para romper con el atraso cambiario beneficia principalmente a los sectores ligados a la exportación. La Agroindustria en su conjunto ha recibido con alegría el baño de realismo por el sinceramiento en las metas de inflación que parecían inalcanzables.

Las medidas tomadas por el actual gobierno han empapado de optimismo a una industria que en los últimos 10 años ha estado sumergida en un mar de incertidumbre y ya empezaba a sufrir nuevamente de un dólar atrasado. Si bien es cierto que con la suba del dólar puede haber un traslado a costos (agroquímicos, combustibles, etc), la ecuación resulta favorable pues mejorara los ingresos en mayor proporción que la variable “costos” y consecuentemente la rentabilidad de varios sectores. Este salto debería acompañarse con una baja en la tasa de interés lo que mejorará las decisiones de inversión del campo y además activará la economía real.

El desafío para reposicionar al sector es muy complejo todavía pero sin duda la competitividad va a venir de la mano de la inversión y de mejorar la productividad. Sólo así lograremos capitalizar esas oportunidades comparativas que tenemos como país. Indudablemente, invertir en el campo argentino dinamizará la economía pues cualquier apuesta al negocio del agro implica un paso hacia adelante; el campo es el motor del desarrollo del país, “una fuerza imparable” tal como aseguró Macri en más de una ocasión.

Hoy la dirigencia busca generar un mayor estímulo para generar los dólares “productivos” requeridos por nuestra economía. La confianza genera inversión, la cual concibe trabajo. Las políticas de largo plazo son indispensables para optimizar el potencial que el Campo en su conjunto tiene de aquí a los próximos años, con todo lo que ello implica para el país.

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El Mundo Oriental y la demanda de alimentos

Hoy nos encontramos cerrando un 2017 lleno de cambios. Nadie puede negar que se ha vuelto algo largo y muchos de nosotros seguramente estemos pensando que es necesario tomarse unas buenas vacaciones con el objetivo de recargar energías para encarar un 2018 que se viene con todo. A nivel mundial, todos sabemos que la población mundial está creciendo día a día, la esperanza de vida al nacer está en aumento en varios países emergentes e incluso la configuración los paradigmas de alimentación está cambiando. En muchas charlas de café, siempre hacemos referencia a que China es el principal referente de esta nueva era e impulsor del cambio. Sin embargo, estas afirmaciones pueden confundir y esta cuestión no es algo que vaya a mantenerse constante de por vida.

Si hacemos un análisis de los números, podemos ver que el gigante de oriente capaz esté necesitando unas vacaciones desde el punto de vista poblacional. El crecimiento demográfico prácticamente se ha paralizado en China y estimaciones indican que aumentaría sólo 0,3% por año en la próxima década. ¿Qué significa ese 0,3%? Básicamente es una cifra que está por debajo del valor promedio de la expansión de la población mundial e incluso, menor al alza demográfica de EEUU. El dato a priori es estremecedor… ¿Podría enfriarse el consumo mundial de alimentos?

Hay dos cuestiones que son clave a la hora de pensar que el enfriamiento sería inviable. En primer lugar, si bien China dejaría de ser en los próximos 10 años el país más poblado del planeta, India aparece como nuevo líder y protagonista en el impulso de la demanda de alimentos. Es importante recordar que China tiene políticas para frenar el crecimiento de la población pero su vecino hindú, no. Por tales motivos, desde el punto de vista de la cantidad demandada, todo pareciera indicar que seguiremos en el tren del crecimiento a nivel mundial.

El otro aspecto a analizar es el cómo está constituida dicha demanda. Centrándonos nuevamente en China, la clave radica en los cambios de estructura de la población desde el punto de vista interno. Lo que puede observarse es la aparición de una nueva clase media a partir del fuerte impacto migratorio desde áreas rurales a áreas urbanas. Esto trae aparejado en primera instancia un aumento de los ingresos per cápita, el cual es el motor de un boom de consumo. Además, esto marca una transformación en la dieta de dimensiones nunca vistas a nivel histórico. Esta nueva clase media presenta una nueva dieta, constituida principalmente por proteína animal, en detrimento del muy conocido arroz y legumbres.

Argentina presenta condiciones agro-ecológicas privilegiadas que lo hacen ser el cluster erealero-oleaginoso más productivo a nivel mundial. A su vez, nuestro potencial para producir proteína animal ya es muy reconocido. Históricamente, el agro argentino es un sector de nuestra economía de excelencia a nivel mundial, demostrando en retiradas ocasiones la capacidad de superación y vocación de vanguardia. El incremento de la población mundial y los cambios en los paradigmas de alimentación causarán un aumento exponencial de la demanda de alimentos y está claro que desde Argentina somos capaces de satisfacerla ya que estamos
en el lugar indicado para producir alimentos.

Está en nosotros poder capitalizar esta oportunidad volviendo a ser líderes en la producción de alimentos, para estar así en la cresta
de ola e impulsar nuestro camino hacia el crecimiento…

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Cómo lograr crecimiento sostenido en el tiempo

Todo pareciera indicar que el Gobierno continuará por la senda del gradualismo, tal como lo viene haciendo desde sus inicios de gestión e incluso para llevar adelante ahora las prometidas reformas estructurales.

Hace varios meses que la economía Argentina crece, lógicamente también de manera muy gradual pero progresiva. Los principales sectores que impulsan y dinamizan este parsimonioso repunte de la actividad son: el Agro, la Construcción y el Real Estate, sumado a un financiamiento externo por hacer bien los deberes que el Gobierno tendría garantizado para avanzar hacia 2019.

Estamos además en un proceso de inflación decreciente. Yo no diría que el gobierno perdió la batalla contra la inflación, si bien no es lo mismo que sea del 17 o del 23, lenta pero claramente la tendencia es a la baja y eso es lo que importa. Es cierto que el medicamento implica altas tasas de Lebacs y por ende un dólar atrasado que atentan contra la actividad, pero no olvidemos que hace dos años apenas el aumento sostenido en el nivel general de los precios era mayor al 40% anual. Si el gobierno logra domar la inflación y reducir paulatinamente las tasas, logrará darle impulso a los Proyectos ligados a economía real y a las inversiones productivas. De esta manera, lograremos mayores niveles de competitividad y productividad que muchos sectores piden ya a gritos.

Resulta fundamental aplicar entonces políticas públicas que fomenten el crecimiento, el rol del Estado es clave en este sentido. Un Estado elefantiásico es nocivo para el país, por ende necesitamos un Estado que fomente la inversión y las políticas que incrementen la productividad.

Precisamos los argentinos un modelo que asegure crecimiento sostenido en el tiempo, con una mirada de largo plazo. La competitividad va a venir de la mano de la inversión, de mejorar laproductividad y de la excelencia operativa. Más allá de todos los problemas que tiene Argentina y que va a costar un rato largo resolverlos, este es el principal desafío para generar empleo e
inversión y lograr capitalizar las oportunidades comparativas que tenemos como país. No caben dudas de que para que haya inversiones tiene que haber rentabilidad, y en Argentina tenemos precios altos medidos en dólares, baja rentabilidad, sumada a una presión tributaria asfixiante.

Es una tarea de todos poder como país capitalizar las ventajas comparativas que tenemos. Si a estas ventajas le sumamos “inversión” (en infraestructura por ejemplo, para lograr reducción de costos, de tiempos, mayor eficiencia operativa, etc), “institucionalidad y reglas de juego claras”, “mayor predecibilidad”, indudablemente nos podremos mantener en el camino del desarrollo y crecimiento que tanto necesitamos.

Este es tal vez un momento bisagra y quizás los argentinos no seamos del todo conscientes de que estamos viviendo un cambio impresionante. Para prosperar, irremediablemente se necesitan reglas claras y espíritu de mirar hacia adelante. Al futuro no se lo debe adivinar, se lo debe forzar, desear y para ello es necesario tener la voluntad de cambiar las circunstancias y la historia paraque las cosas se logren. Debemos lograr hacer que las cosas “pasen”, no que “nos pasen”. Las políticas de largo plazo son indispensables para optimizar el potencial que dichos sectores que están impulsando nuestra economía, tienen en su conjunto de aquí a los próximos años, con todo lo que ello implica para el país. Esperemos que como argentinos podamos hacernos cargo de lograr el país que tanto queremos. De cada uno de nosotros depende.

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La primavera y sus primeros “brotes verdes”

Desde hace varios meses, se puede vislumbrar un clima inversor más optimista de cara al futuro. Quizás el exitoso “blanqueo” del primer trimestre haya sido la noticia del año, superando las cifras que pronosticaban muchos especialistas. A partir de la Ley del Sinceramiento Fiscal, muchos inversores, tanto locales como extranjeros, están efectuando inversiones en Proyectos de economía real Argentina, sumado a la desaceleración de la inflación, baja de tasas, reducción de riesgo país, compresión de spreads, lo cual impulsa los negocios productivos, por más que “la bolsa” siga todavía muy “dulce” y rompiendo récords con máximos históricos.

Algunos analistas se animan a vislumbrar los tan esperados “brotes verdes”. Pese a que hay que seguir trabajando para mejorar la competitividad como país (este es una tarea que le corresponde tanto al sector privado como al público), la recuperación de la economía con la construcción, la industria automotriz y el agro a la cabeza, hoy es una realidad.

Hay además una sincronía de crecimiento generalizado que se está viendo en el mundo y de cara al futuro es muy importante poder capitalizar como país las ventajas comparativas que tenemos, especialmente en lo que hace a la Agroindustria. Que nuestros vecinos brasileros sigan dejando atrás una recesión muy profunda, es otra inyección de entusiasmo para seguir por el camino del desarrollo y crecimiento.

Por otro lado, la agricultura y la ganadería han vuelto a tener reglas claras, por lo que los precios de los campos están recobrando impulso y se van acortando las diferencias entre el precio sugerido por el vendedor y el que está dispuesto a pagar el comprador. Indudablemente hay más confianza de inversores. La proyección de buenas cosechas y de un incremento en las exportaciones agropecuarias traccionará la demanda de campos, sumado al crecimiento de la población mundial y mayor necesidad de producir alimentos.

Vemos los precios de las materias primas como el petróleo, el oro y el cobre subiendo y la explotación de estos tres productos en el norte y sur argentino están generando una gran reactivación. Un posible aumento del tipo de cambio antes de fin de año mejoraría la situación de las economías regionales, la renta de las exportaciones de uvas, peras, manzanas, aceitunas, ganadería y muchos otros productos. Además, la reducción de las retenciones a la soja, la posibilidad de mala campaña en Brasil anticipa un precio en ascenso, con lo cual ayuda al Banco Central a tener más reservas a futuro.

Actualmente, con reglas de juego claras, mayor previsibilidad, contexto de dólar único, un gobierno que busca potenciar la Agroindustria, etc., se espera mejorar la calificación de riesgo debido a la necesidad de recurrir al endeudamiento externo para poder así captar dinero más barato y obtener un flujo de inversión más importante. Es un camino largo pero necesario de encarar cuanto antes, porque mejorar dicha calificación permitirá construir una economía más sólida, previsible, y un crecimiento sostenido que permitiría reducir las desigualdades sociales.

Así, resulta fundamental un Estado que fomente la inversión y las políticas que incrementen la productividad. La competitividad va a venir de la mano de la inversión, de mejorar la productividad y de la excelencia operativa. Más allá de todos los problemas que tiene Argentina y que va a costar un rato largo resolverlos, este es el principal desafío que tenemos para seguir construyendo la Argentina que queremos.

Octubre 2017, estamos en plena primavera y ya están floreciendo los primeros “brotes verdes”.

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